A ‘Splatoon 2’ ya le sobraban razones para ser ese juego que cualquier usuario de Switch debe tener sí o sí. Sin embargo mantiene esa fase de experimentación que ha caracterizado a la saga desde sus inicios y, con la nueva ‘Octo Expansion’, quiere llegar un poquito más allá.
Presentado como ese acercamiento a una historia con algo más de chicha, el nuevo DLC del juego de los calamares nos promete más contenido a los que disfrutamos de su modo en solitario. Los que valoramos más un nivel original y desafiante que una frenética batalla contra desconocidos en el multijugador.
Un desafío sólo apto para cracks
En ningún momento deja de ser precisamente eso, un grito de más madera para que los fanáticos del modo campaña podamos seguir sumando niveles superados a nuestro particular marcador. Es algo bueno y malo a la vez. Nadie va a quejarse por volver a la maestría impepinable de Nintendo en ese sentido, y es que aquí hablamos de escuetos escenarios fantásticamente diseñados para hacernos crecer como jugadores.
Lo mejor que sabe hacer la gran N, eso de coger una idea para cada nivel y exprimirla y retorcerla hasta que ya no quede nada más, es precisamente lo que nos espera en los 80 niveles que incluye esta ‘Octo Expansion’ de ‘Splatoon 2’. Cada uno de ellos un reto mayúsculo que, sin llegar al punto de resultar frustrante, sí se antojan duros y muy desafiantes.
Presentados como una red de metro en la que puedes realizar transbordos para saltar de una línea a otra si se te a atraganta algún nivel, el objetivo es conseguir cuatro cachivaches. Si por aquí hay una prueba de disparar a globos antes de que salgan volando y por allí una partida de billar gigante, puedes decidir qué te interesa más. Si al final acabas mordiendo el polvo en ambas, incluso puedes permitirte el lujo de que Marina hackee el reto y te permita saltar al siguiente.
Una vez conseguidos los cuatro cacharros, se nos dará acceso a la superficie tras una batalla final en la que la expansión juega su mejor carta a la hora de acercarse a eso que llaman historia. Un momento que, cociéndose desde el principio de forma poco acertada, nos muestra una vez más lo que esta saga podría ser si Nintendo decidiese darle una oportunidad en ese sentido.
La falta de confianza de Splatoon 2
La falta de valor de la gran N aquí es inexplicable. ‘Splatoon’, y más aún si cabe ‘Splatoon 2’ gracias a todo lo que rodea al modo Salmon Run, cuenta con uno de esos lores semi enterrados que me parecen para enmarcar. Hay en la batalla entre mutantes marinos enjundia más que suficiente para dar forma a una historia memorable.
Un diamante en bruto que pensábamos que gozaría de mayor peso en esta ‘Octo Expansion’ pero que, pese a incluir retazos de genialidad como las conversaciones con Perla y Marina, o la fauna que nos acompaña en el metro entre estaciones, nunca responde con coherencia o muestra signos de querer ir más allá de lo básico.
La ‘Octo Expansion’ consigue con ello ser más de lo mismo. Más desafiante e igual de original en una gran parte de las pruebas presentadas, pero al fin y al cabo una sucesión de niveles en los que poco acaba importando para qué has llegado hasta ahí. Podrían abrirse desde un menú más simple que un botijo y nadie se quejaría por ello.
Suficiente para contentar a los fans del juego, para los que quieren más ‘Splatoon 2’ y, por encima de todo, una razón de peso para desear que la más que probable tercera entrega acabe por desmelenarse en lo que a un modo historia se refiere. Es complicado criticar algo que no admite quejas y da lecciones de diseño a golpe de reto y originalidad, pero quien te quiere te hará sufrir, y nosotros amamos mucho ‘Splatoon 2’ como para no desearle un gran paso adelante en su evolución. Toca tirarse a la piscina de una vez por todas. Aunque esté llena de pringosa tinta.
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