Un dato loco: el primer superhéroe de cómic no fue Superman, sino The Phantom. Esto último no es una opinión, que conste, ya que su creador tiene el Récord Guinness. Sin embargo, el tipo con los calzoncillos por fuera fue mucho más que el molde para infinidad de justicieros con capa o sin ella: en el sentido más literal marcó un antes y un después en la industria comiquera. Al punto que, de manera generalizada, se atribuye al primer número de Action Comics, en el que debutó, el inicio de la Edad de Oro del cómic americano. Eso está muy bien, pero ¿qué rayos es?
Estoy convencido de que, incluso si no has leído demasiados cómics, has oído hablar o te habrán hecho referencias a los "Superhéroes de la edad de Oro" o al "Batman de la Edad de Plata". Esto se debe a que, como ocurre con la literatura o la arquitectura, el cómic americano se divide en épocas específicas definidas por las tendencias y la sociedad en los que se hacían.
De hecho, pese a que muchos consideran que los cómics son "el noveno arte", porque son una manifestación artística de pleno derecho, lo cierto es que las historietas ya existían antes del cine (llamado el séptimo arte) o la fotografía (el octavo). Dicho esto, la historia del cómic estadounidense, como arte, no empieza a partir de la Edad de Oro, sino un siglo antes. Bueno, 101 años antes para ser exactos.
Por poner un ejemplo, se estima que la base para el nacimiento del manga son unos pergaminos ilustrados del siglo XII. Dicho esto, rastrear los orígenes y la evolución del cómic americano es bastante más sencillo y preciso: la historia de los Estados Unidos no solo es más reciente, sino que está mejor documentada. Tanto que su primer cómic viene con una pizca de merecida polémica.
Si omitimos las tiras cómicas de los periódicos, el punto de partida del cómic americano lo marca The Adventures of Mr. Obadiah Oldbuck en 1837. Sin embargo, pese a que técnicamente es el primer cómic impreso del que se tiene constancia, se trata de una reimpresión no autorizada del tebeo suizo Histoire Mr. Vieux Bois de Rodolphe Töpffer.
En cualquier caso, y soltándome tecnicismos para llegar a nuestros superhéroes, se inicia lo que se considera la edad temprana del cómic americano, la cual se suele dividir en la época Victoriana (entre 1842 y 1897) y una Era de Platino (1897–1938) que, de cara a nuestros intereses, sirve de transición hasta la aparición y posterior revolución del Hombre de Acero. Es decir, la ya mencionada piedra de toque de la Edad de Oro del cómic americano.
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La Edad de Oro del cómic (1938 - 1956)

Quizás no fuese el primero, pero el rotundo éxito de las aventuras de Superman sirvió para moldear el arquetipo de los superhéroes americanos tal y como los conocemos. Por eso, a la hora de establecer las tres etapas clásicas del cómic americano se suele partir desde la publicación del Action Comics nº1, en abril de 1938. No solo aupando a Detective Comics (de donde vienen las siglas DC) sino generando una industria entera con una feroz rivalidad que competía cada mes por la popularidad de sus personajes más extraordinarios nacidos del papel.
Hijos de la Edad de Oro del cómic americano son, junto con Superman, el propio Batman, Wonder Woman, el Capitán América por parte de Marvel o un Capitán Marvel que hoy conocemos como Shazam y que, en cuestión de ventas, era el mayor rival del Hombre de Acero en los Quioscos antes de que DC comprase de Fawcett Comics. En cualquier caso, de cara a los temas y el tipo de personajes podemos establecer tres etapas muy claras de cara al contenido editorial: los cómics anteriores a la Segunda Guerra Mundial, los que se publicaron durante la misma -y ofrecían mensajes patrióticos- y los de la postguerra.
Pese a que el fenómeno por los superhéroes continúa hasta nuestros días, lo cierto es que todo lo que sube demasiado rápido está condenado a estabilizarse o descender, y eso incluye a los coloridos personajes con superpoderes. Por ello, tras la Segunda Guerra Mundial, los lectores empezaron a descubrir nuevas temáticas y géneros a través de los cómics, incluyendo el humor adolescente de los cómics de Archie, los tebeos de vaqueros (los westerns) e incluso abordando el misterio, la ciencia ficción y el terror de las revistas pulp.
Como resultado, antes de cerrar esta etapa se dio un periodo de transición (algunos lo consideran la Edad Atómica del cómic) en el que una amplia cantidad de los personajes, series y publicaciones se adaptaron a los nuevos gustos de los lectores o directamente no llegaron a la siguiente etapa clásica. Otros, como la Antorcha Humana de Marvel Comics, se reinventaron específicamente para ella.
La Edad de Plata del cómic (1956 - 1970)

El año en el que comenzó la Edad de Plata del cómic americano está tan establecido como la etapa anterior: la entrada en escena de Flash en el número 4 Showcase (Octubre de 1956) supuso no solo un nuevo punto de inflexión para la industria comiquera de Estados Unidos, sino también ese tan esperado nuevo impulso dentro de unos cómics de superhéroes que muchos consideraron sobreexplotados. De hecho, hasta entonces solo tres personajes siguieron teniendo sus propias series en curso: Superman, Batman y Wonder Woman. La trinidad de DC.
Ante esta situación, las grandes editoriales como DC y Marvel tomaron una iniciativa singular y comenzaron a poner toda la carne en el asador reuniendo a sus personajes más populares en series irresistibles como la Liga de la Justicia (que debutará en 1960 con The Brave and the Bold) o creando supergrupos capaces de captar la fascinación de los lectores con historias absolutamente rompedoras, como Los Cuatro Fantásticos de Stan Lee. Por no hablar de una evolución alucinante en el estilo de dibujo y la composición de las páginas.
A partir de aquí, si en la Edad De Oro hubo una etapa (la de la Segunda Guerra Mundial) en la que convergían muchos de los temas de la sociedad que intrigaban a los lectores, guionistas y dibujantes -seguro que has visto las portadas en las que el Capitán América le mete un castañazo a Hitler- en esta nueva época se apostó por ofrecer narrativas menos infantiles y apostar todavía más fuerte por la ciencia ficción o el terror. Sin embargo, esto tuvo un efecto colateral.
En mitad de esta etapa se achacó a los cómics un repentino aumento de la violencia juvenil y, para mitigarla, las autoridades impusieron a las editoriales un código regulatorio, el Comics Code Authority, que limitaba tanto a los autores como a los contenidos y, por extensión, el interés generado. Precísamente por ello, el contexto de la Edad de Plata del cómic también fue la mecha que prendió el auge del Cómic Underground estadounidense. Siendo justos, un tema que merece tratarse por separado.
La Edad de Bronce del cómic (1975 - 1985)

Si bien la denominación de la Edad de Oro y la Edad de Plata están muy bien acotadas, en parte porque ambos términos se comenzaron a usar de manera recurrente en esta segunda era, considerada "the Silver Sixties", la línea que traza la Edad de Bronce no está tan bien acotada. Algunos consideran que arrancó con la llegada de Green Arrow (Flecha Verde) y otros al icónico cómic de La Muerte de Gwen Stacy en los cómics de Spider-Man, lo cual fue uno de los grandes puntos de inflexión de la editorial.
En cualquier caso, se considera la edad con cambios más valientes tanto de cara a los autores como frente a los lectores a los que buscaban dirigirse, ofreciendo temas capaces de despertar nuevos tipos de inquietud y debates sociales. Al punto que la Administración del presidente Nixon se puso en contacto con Stan Lee para que mostrase las consecuencias del abuso de las drogas, la cual aparecerá a principios de la década en nada menos que The Amazing Spider-Man.
Dicho de otro modo: se mostraba la humanidad y la implicación de los superhéroes y villanos desde nuevas perspectivas, pero también hubo un estupendo caldo de cultivo para personajes que no solo coqueteasen con lo sobrenatural y el terror, sino que se empapasen del mismo como El Motorista Fantasma o el Dr. Strange, protagonistas que compaginaban esto con derribar puertas sociales como Blade o una Segunda Génesis para los X-Men de Marvel que establecería de manera mucho más profunda y de manera más madura el conflicto mutante.
De hecho, en esta etapa clásica y mucho más atrevida se lanzaban cómics que no seguían los patrones y moldes de los superhéroes de la Edad de Oro y se afianzaban hacia lo experimental: tenemos las serializaciones de las novelas de Conan el Bárbaro o Star Wars por parte de Marvel, las muy particulares tramas de La Cosa del pantano y, más allá de Marvel y DC, unas sensacionales publicaciones de ciencia ficción o fantasía en las que toca hacer mención obligada a Metal Hurlant. Entonces, ¿por qué acabó la Edad de Bronce en 1985? Cinco palabras: La Crisis en las Tierras Infinitas.
Fase de Bonus: La Edad Moderna del cómic americano

El final de las tres etapas clásicas del cómic americano nos lleva a la Edad moderna, la cual se extiende hasta nuestros días. Hay quien la llama a la transición la Edad oscura (The Dark Age of Comic Books) dado que hay varios denominadores en común que van desde el impacto del Watchmen de Alan Moore dentro del cómic como forma de arte al profundo calado de El regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller en todo lo que será publicado después. Sin embargo, el punto de inflexión entre el pasado y el presente está claro: el gran evento La Crisis en las Tierras Infinitas.
Llegados a cierto punto la editorial DC se topó con un legado insostenible tanto para los lectores como para los autores y, sobre todo, de cara a los recién llegados; con lo que tomó una decisión drástica: aunar todos sus universos y personajes en una gran saga que serviría como el gran Big Bang. Marvel no se quedó de brazos cruzados, que conste, y se sacó de la chistera sus Secret Wars, logrando ambas editoriales un nuevo periodo de interés y revitalizando sus series en curso con energías redobladas. Estableciendo de manera definitiva a los héroes y villanos del modo en el que los conocemos a día de hoy, así como las actuales bases de los cómics de superhéroes.
Sobra decir que mientras esto sucedía había una auténtica revolución cultural explorando todas las caras de una misma manifestación artística, incluyendo cómics Underground tan rompedores como las Tortugas Ninja o, ya en los 90s, esa brutal fuga de cerebros de Marvel (con superestrellas de la talla de Jim Lee, Todd McFarlane o Rob Liefeld) que dio pie al nacimiento de Image Comics y la consecuente proliferación de las editoriales independientes.
¿El siguiente punto de inflexión? Desde entonces Marvel, DC y otras editoriales han pasado mejores y peores rachas. Han sabido cautivar a sus lectores con grandes eventos -y también decepcionarlos o confundirlos todavía más- pero está claro que este el cómic americano de superhéroes como manifestación artística de pleno derecho sigue esperando su próxima gran revolución. Y no será porque no se ha intentado. Pero una cosa está clara: más allá del cómic como medio, y pese a que se tienen merecidamente idealizadas las tres etapas clásicas, la fascinación por los superhéroes jamás había estado tan extendida.
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