Akira Toriyama es un maestro a la hora de convertir lo rematadamente simple en momentos muy especiales. Dragon Ball está colmado de buenos ejemplos al respecto, pero el colmo de la sencillez reposa en la transformación más emblemática del manga y el anime: el día en el que Son Goku se convirtió en súper saiyan. Un cambio de diseño relativamente sutil que tiene un doble propósito.
Partamos de algo sencillo: Toriyama comenzó a tantear a los lectores con la llegada del Súper Saiyan desde los inicios de la etapa adulta de Goku, ya que el primero en referirse a éste es Nappa antes de que el destino de la Tierra estuviese en juego. Sin embargo el rediseño no aparecerá hasta el clímax de la batalla de Namek, durante el combate contra Freezer.
Hasta entonces, y según estableció Vegeta en repetidas ocasiones, el pelo de los Saiyans originales tenía características muy específicas: no cambiaba nunca, no crecía y es de color oscuro. Por lo general negro. Algo que los diferencia de los medio saiyans como Gohan o Trunks. Entonces, ¿Por qué hacerlos rubios?
Más fuerza, más rápido... Menos tinta
El cambio de color del pelo de Goku se debe a dos propósitos: que el lector reconozca a golpe de vista el cambio, y facilitarle el trabajo a los ayudantes de Toriyama, quienes se dedicaban a entintar y repasar los dibujos de su maestro cada semana antes de enviar los originales a la editorial. Algo que queda establecido en el libro Dragon Ball Compendio 1.
La razón principal fue para ahorrar tiempo porque entintar el pelo de Goku era una tarea muy tediosa para el ayudante que se encargaba de hacerlo. Y como era una forma bastante intuitiva de mostrar que Goku se había hecho más fuerte, maté dos pájaros de un tiro.
Aquí toca puntualizar varias cosas. Lo primero es que el estilo de Toriyama es muy distintivo y posee una característica muy poco común. No usa tramas. Se apoya en líneas dibujadas a mano y el puro contraste del blanco con el negro. Y, muy de vez en cuando se ha usado color en portadillas o las páginas especiales del Shonen Jump.
En aquella época en el manga, que normalmente se publica en blanco y negro, se recortan y pegan unas tramas con las que se adquirían tonos de grises o sombreados que daban volúmen. Actualmente esto se puede hacer por ordenador. Pero a Toriyama esto no le gustaba, ya que consideraba que adamas de darle pereza.
Eso no se puede llamar dibujar, creo yo. Cortar y pegar... eso no es dibujar.
Entintar el pelo de Goku, por otro lado, no es algo tan sencillo como otras zonas. Con lo que así se ganó una cantidad valiosísima de tiempo. Pero, ¿todo el cambio se reduce a la forma del cabello y dejar en blanco lo que antes era negro? No exactamente.
Mucho más que un cambio de color: el arte de dibujar súper Saiyans
Toriyama siempre se ha inspirado en las películas de artes marciales. Eso es lo que le desmarca de todos sus discípulos, imitadores e incluso de su estilo frente al de Toyotaro, el dibujante de Dragon Ball Super. Así que a la hora de dibujar a Son Goku Súper Saiyan reflejó su transformación y la carga que ésta suponía en la tensión de su expresividad corporal e incluso la mirada. Es más, la forma de dibujar el rostro y los ojos es diferente.
Lo curioso es que sólo cuando Goku y Gohan interiorizaron ese poder y se acostumbraron a él, justo antes de el Cell Game, aunaron la estética con un lenguaje corporal en el que la transformación no les supone una carga. Algo que notaron Vegeta y Piccolo al instante y que también se pudo ver en la manera en la que fueron plasmados sus expresiones, gestos y poses en el manga.
Con el paso de los años llegaron nuevas transformaciones y el pelo de los súper saiyans adoptó nuevos colores. El azul del Super Saiyan Blue (o Súper Saiyan Dios Súper Saiyan, si lo prefieres) refleja la renovación de fuerza así como la calma y pureza de los dioses. Pero, claro, para cuando esto ocurrió, ya no era necesario andar con prisas a la hora de publicar, dado que se estrenó en la pantalla.
Y lo cierto es que su discípulo Toyotaro no le tiene ningún reparo a usar tramas en Dragon Ball Super. Más bien, todo lo contrario.