AVISO IMPORTANTE: esta publicación contiene spoilers masivos de Elden Ring.
Soy una persona que vive los videojuegos con mucha intensidad. No puedo evitarlo. Me gustan los videojuegos. Siempre trato de empatizar con el personaje que manejo hasta el punto de hacerlo mío/a: si ya está creado/a, me meto en el papel y trato de actuar como yo pienso que lo haría. Si tengo que crearlo, sencillamente trato de hacerme a mi mismo.
Los juegos de FromSoftware no son una excepción, aunque esta intensidad la enfoco más hacia los personajes con los que interactúo (NPCs, jefes, etc). Demon's Souls y Sekiro fueron muy descafeinados en este sentido. Dark Souls y Bloodborne me emocionaron... pero ni remotamente parecido al destrozo emocional de Elden Ring.
Elden Ring: conexiones preciosas en un mundo que se cae a pedazos
FromSoftware ha mostrado hasta hora en sus videojuegos mundos caídos en desgracia, llegas demasiado tarde y solo puedes imaginar cómo fue el declive. En Elden Ring no ocurre así: el colapso de las Tierras Intermedias es relativamente reciente y llegas justo para presenciar cómo se derrumba todo, es como ver a cámara lenta el último tajo de una espada.
En este contexto, Elden Ring ha conseguido hacerme llorar y no en el sentido que muchos/as suponéis. No ha sido por enfado. No he llegado a esos extremos. Ha sido de pura tristeza, compasión, respeto, admiración... No he sabido procesar de otra forma muchas de las cosas enormes que he visto y vivido.
A veces logras empatizar, conectar, tanto con ciertos personajes que puedes sentir dolor, que algo se rompe dentro de ti. No es algo que logre todo el mundo y no pasa nada. Cada persona vive las cosas desde su perspectiva. En mi caso, mi forma de ser, mis circunstancias, mi estado de ánimo y el diseño de ciertos personajes han hecho que sencillamente no pueda evitar hacer mías algunas historias.
¿Y qué personajes de Elden Ring han conseguido emocionarme? Ranni, Blaidd y Millicent tendrán un hueco en mi corazón hasta el fin de mis días.
- Ranni persigue unos ideales muy afines con los míos, es inteligente y además su diseño es precioso... así que era inevitable que terminase siendo su consorte y eligiendo su final.
- Blaidd es el protector de Ranni. Su lealtad me transmite un profundo respeto y en él siempre he visto al perfecto caballero. Me partió el corazón que perdiese la razón y que tuviésemos que enfrentarnos en combate. Jamás me perdonaré haber acabado con él.
- Millicent es una increíble guerrera que hace un viaje hasta su hogar para enfrentarse al destino. Elige luchar y morir siendo lo que ella ha elegido ser en vez de someterse y vivir como se espera de ella. Sus convicciones son tan fuertes que se enfrenta a su familia. Su determinación y su forma de ser me cautivan.
Elden Ring te va machacando en todos los sentidos: afina tus habilidades, destroza tu orgullo, moldea tu humildad y machaca tus sentimientos sin compasión. Ranni, Blaidd y Millicent rompieron cada defensa que pudiese tener, pero fue Malenia la que dio el golpe de gracia.
"Me llamo Malenia, Espada de Miquella y jamás he conocido la derrota."
Tras recorrer las Tierras Intermedias y haber leído mucho sobre el lore de Elden Ring, sabía que el Árbol Hierático es el hogar de Malenia. Venía de enfrentar a Mohg, Señor de la Sangre, así que sabía que Miquella, hermano de Malenia, muere tras ser raptado por Mohg. Malenia debería haberlo protegido, pero estaba "en coma" tras la guerra en Caelid y la lucha contra el General Radahn.
Mi intención era encontrar a Malenia en Elphael, tutor del Árbol Hierático para explicarle qué fue de su hermano e intentar aliarme con ella para acabar la lucha que comenzó.
Avanzar por el Árbol Hierático no fue fácil. Elden Ring te deja claro que el reino de Malenia está muy por encima de todos los lugares que has visitado hasta ahora. A pesar de ser un reino precioso, épico y sin nada que envidiar a Leyndell, la capital del Reino, no escapa al declive de las Tierras Intermedias. El Árbol Hierático de Miquella está hueco, todo está muriendo.
Al final, llego hasta Malenia. No necesito atravesar la niebla para saber que está ahí. "Ojalá pueda razonar con ella", pienso. No quiero pelear con ella... o al menos quiero evitar matarla. Echo un último vistazo a las descripciones de todos los objetos y atravieso la niebla dorada.
La cinemática muestra lo que me temía: Malenia sentada en su trono, abatida y melancólica, acariciando el árbol de su hermano, su casco y la prótesis de valquiria a sus pies. Sus piernas de oro y blancas son también prótesis que Miquella le proporcionó mientras trataba de frenar la maldición con la que nació: la Putrefacción Roja.
Las hojas del árbol caen mientras la brisa las arrastra. Es una Malenia derrotada y triste porque al volver herida de la guerra no encontró a su amado hermano.
"Llevo tanto tiempo soñando... que mi carne es ahora dorada... y mi sangre se ha podrido. Dejé innumerables cadáveres a mi paso. Todo ello esperando... a un ser querido."
Nunca sabré si Malenia sabía el destino de su hermano, si sabía dónde estaba y si esperaba que volviese de dónde estuviese, que se librase de Mohg o de la propia muerte. Nunca lo sabré porque mientras pronuncia estas palabras tan llenas de pena y culpa, Malenia se prepara para la batalla... la última. Y me advierte:
"Haz caso a lo que te digo. Me llamo Malenia, Espada de Miquella, y jamás he conocido la derrota."
Mantengo la esperanza de interactuar con ella hasta el último momento, hasta que su vida aparece en la parte inferior de la pantalla. Cuando vuelvo a poner los ojos en ella es demasiado tarde, se ha abalanzado contra mí y me mata con varios movimientos seguidos de su katana. "Eres muy cruel, Elden Ring", pienso.
"No conoces la derrota, pero no te queda nada por lo que luchar... eso es una derrota en toda regla, Malenia", le echo en cara en voz alta mientras reaparezco en la gracia.
Siento debilidad por los guerreros caídos...
Después de volver a casa moribunda de la guerra en Caelid, de tratar de lograr la victoria tan a toda costa que transforma toda una región con su Putrefacción Roja y de dejar al General Radahn envenenado y consumiéndose porque no pudo acabar el trabajo; lo primero que hace Malenia al verme es atacarme. Está rota.
"El momento más peligroso de un lobo es cuando está herido...", reflexiono mientras roleo la situación. Vuelvo a intentarlo una y otra vez. Continúo tratando de bajar su vida mientras busco algún diálogo que me ofrezca la oportunidad de dejar de luchar e interactuar con ella. Nada, así que doy un último golpe para quitarle la barra de vida.
"Pues ya está, Malenia, tú lo has querido. Espero que encuentres la paz", pienso mientras aguanto las primeras lágrimas con un nudo en el pecho. Voy a soltar el mando en la mesa cuando salta otra cinemática. Malenia cae al suelo y mi personaje eleva la vista hacia donde ella miraba en un principio: el rostro de Miquella tallado en el árbol. "Yo quería ayudarte, Malenia...", pienso mientras el cuerpo de la valquiria cae al suelo.
"Espera. La flor escarlata florece una vez más. Presenciarás el verdadero terror. ¡Ahora, púdrete!", dice Malenia mientras resurge de una preciosa flor de pura Putrefacción Roja. Estoy boquiabierto. Soy incapaz de creerlo. Me siento abrumado ante tanta belleza.
Malenia renace como una diosa: enormes alas de putrefacción roja que desprenden mariposas y el cuerpo desnudo, mostrando las prótesis doradas y las cicatrices de la putrefacción. A día de hoy sigo sin palabras. El diálogo, la escena, la música, el diseño de personaje... es de una belleza indescriptible para mí. No exagero.
Obviamente, pasa por encima de mí todas las veces que trato de vencerla. Me queda claro que Malenia no quiere hablar y la entiendo: lo ha perdido todo, su mundo se viene abajo, conoce el sabor de la derrota y está rota de dolor. ¿Quién no arrasaría el mundo en su estado?
No puedo con ella, soy incapaz, así que invoco a otros dos jugadores para derrotarla. Tengo suerte porque la derrotamos rápido y al primer intento, la pelea apenas dura unos minutos. Malenia, Diosa de la Putrefacción muere sin decir ni una palabra. Me siento mal, muy mal. Descanso en la gracia y al levantarme aparece una enorme flor... es Malenia. Suelto el mando, me echo las manos a la cara y empiezo a llorar.
La belleza de Malenia, Diosa de la Putrefacción
No sé si he entendido bien todos los aspectos de la historia de Malenia y sinceramente no sé si quiero. A mi entender, Malenia es un personaje precioso a todos los niveles. Una guerrera caída en desgracia que lo ha perdido todo, que lucha hasta el final pese a estar rota de dolor y que finalmente florece como una diosa en la mayor de las adversidades.
Su Putrefacción Roja, que es comúnmente vista como algo negativo en todos los sentidos, para mí representa un elemento natural e importantísimo en el ciclo de la vida: la descomposición que asegura el nacimiento de nuevas vidas. Y justamente por eso Malenia me sigue pareciendo la mejor candidata al trono, ella es justo lo que necesitan estas Tierras Intermedias moribundas.
Al matar a Malenia, maté algo precioso y natural. Tanto ella como su hermano Miquella nacieron malditos de Radagon y Marika, que son en realidad la misma persona. Ambos habrían sido los sucesores ideales... ¡Y Malenia fue la última en quedar en pie de todos los que lucharon por las grandes runas!
Muy pocas veces he sentido una conexión de este nivel con un personaje y menos todavía he llorado tanto en un videojuego como lo he hecho delante de la gran flor de Malenia, que ahora adorna el corazón del Árbol Hierático.
Tras completar la historia, descarté la opción de hacer NG+. He pasado desde entonces alrededor de 20 horas (de las 200 horas totales que llevo) ayudando a otros jugadores a vencer a Malenia mientras la veo luchar una y otra vez, aprendo sus movimientos y presencio su transformación en diosa una vez más.
Ahí permaneceré hasta el final, a menos que saquen un DLC para Elden Ring. Mi personaje perecerá junto a la flor de Malenia en señal de respeto y amor hacia ella. Esta es la historia de cómo Malenia, Espada de Miquella hizo añicos mi corazón.
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