Las pocas veces que me he acercado a los Souls de From Software ha sido por trabajo y no es algo que haya disfrutado en exceso. La exigencia, la navegación en un mundo en el que parecía encontrar barreras constantemente, las trampas que te mataban de forma traicionera… Volver a pasar por lo mismo en Elden Ring estaba lejos de ser una prioridad.
Sin embargo, empujado por una mezcla de altas expectativas y un aún más elevado masoquismo, hace unos días decidí darle una oportunidad a las Tierras Intermedias de Miyazaki. Un manco en Elden Ring, sí, pero también la prueba de que donde yo he conseguido triunfar, tú también puedes hacerlo.
Si yo he podido, tú también puedes
La intención de este texto es simple. En una industria en la que la bandera de Elden Ring la llevan una legión de expertos de huevos y ovarios pelados con la saga, esta pretende ser la voz amiga que, torpe y perezosa, pero también curiosa y ávida de aventuras, te dé ese último empujón que necesitas para darle una oportunidad a lo nuevo de From Software.
En mi caso fue eso último, las ganas de adentrarme en un mundo que parece rezumar todo lo que me gusta: exploración, cuevas secretas, tesoros esperando a ser descubiertas, grandes monstruos, castillos perdidos y seres de pesadilla, lo que me empujó a lanzarme a por él.
No quería que todo lo que me echa para atrás de los Souls: dificultad, tener que rehacer caminos al morir, perder la experiencia conseguida, combates durísimos, timing perfecto al bloquear, historia críptica y no saber por dónde tirar, me impidiese acercarme a un mundo que, sin tener que preocuparme de todo eso, me encantaría explorar hasta el milímetro.
Pues bien, ese es mi objetivo. Demostrarte que todo lo primero está innegablemente ahí y merece cada uno de los minutos que puedas dedicarle. Y arrojar algo más de luz sobre lo segundo para demostrarte que tiene un aura de complejidad y elitismo que, en realidad, no es para tanto.
No voy a mentirte, claro que Elden Ring es un juego exigente, pero cuenta con herramientas suficientes para que mancos como tú y como yo también podamos disfrutarlo sin miedo. Y merece muchísimo la pena que pierdas ese temor.
Diario de un manco en Elden Ring
Hubo un momento clave justo al inicio del juego que, más allá del entusiasmo inicial y el ir envalentonado en un "por mis huevos que sí que puedo", Elden Ring hizo clic en mi cabeza y me demostró ser un juego mucho más fácil de lo que yo creía. Sí, he puesto Elden Ring y fácil en la misma frase. Y verás cómo eso cobra sentido justo a continuación.
Échale un vistazo a la imagen que tienes sobre estas líneas. Te presento a SekiRing, mi samurai de Elden Ring. Tiene un arco con el que atacar a distancia en plan guarretis y una katana más larga que un día sin pan para poder atacar cuerpo a cuerpo desde una distancia prudencial.
Pero lo que nos interesa no es que la estampa y mi SekiRing sean ambos más bonitos que un San Luís. Mira la imagen. Justo delante hay una suerte de campamento plagado de enemigos que sirve como antesala al castillo que viene después. Hay algún que otro tesoro por ahí desperdigado, unas escaleras que bajan a una cripta secreta, y un montón de enemigos patrullando la zona.
A todos puedes ir aniquilándolos en modo rata clavándoles la katana por la espalda, tirándole una flecha para captar su atención y asesinarlos desde un arbusto, o entrar a saco a luchar con ellos a espadazo limpio.
Con el escudo defiendes y, cuando te golpean y su espada sale desviada, pulsas el ataque fuerte y le asestas un tajo capaz de dejarlos tirados en el suelo a la espera de que lo remates. No tiene mayor misterio. No tienes que ser el mayor experto y hardcore gamer de la historia. Eso es combatir en Elden Ring.
Más fácil de lo que crees
Parece fácil, y lo es. Ese es el gran misterio que se esconde tras tu puerta de entrada a Elden Ring. Mantener pulsado para bloquear y, cuando queden desestabilizados, meterle la katana entre ceja y ceja. Es el reto inicial que te depara un buen puñado de horas del juego. Es el tipo de combate que te espera durante gran parte de la aventura.
Y sí, luego la cosa puede complicarse más o menos porque hay un tío con escudo, o una langosta gigante en un pantano que escupe vete tú a saber qué, y luego un monstruo que salta y golpea el suelo… Pero entre ese escudo, rodar por el suelo, y pillarles desprevenidos con un machetazo en toda la clavícula, te ventilas una inmensa parte del combate en Elden Ring.
Pero volvamos a la imagen, que en realidad quería hablar de algo aún más importante. Ves eso que aparece brillando en el lado derecho de la imagen. Eso es un punto de gracia, el lugar donde reaparecerás si decides entrar en ese campamento y acabas muerto. Atento a él.
Borrando el miedo a la frustración
Uno de mis problemas con la franquicia Souls era la tremendísima pereza que me daba tener que recorrer todo ese campamento aniquilando enemigos por la espalda o esquivando la muerte y quedándome a un pelo de vida para que, una vez superado, cruzase las puertas del castillo con toda la ilusión del mundo y que una bola gigante cayese del techo y me matase.
O una flecha traicionera. O un muñeco escondido detrás de una columna de la forma más rata posible. O una trampa cualquiera. O un jefe final capaz de borrarte ese pelo de vida y chopomil pelos más de un único golpe. La frustración de tener que recorrer ese campamento de cabo a rabo para tener que lidiar otra vez con ese reto… Uff, qué pereza.
¿Puedes ver ese circulito marcado ahora en la parte superior de la imagen? Está lejos y es difícil de apreciar a simple vista, pero dentro de ese circulito, justo después del campamento y antes de adentrarte en las fauces del castillo y lo que sea que haya tras esas puertas, justo ahí, hay otro punto de gracia.
Una vez llegues hasta él y lo actives podrás sentarte a descansar, recuperar toda la vida, acabar con cualquier efecto de estado que un golpe te haya podido infligir, rellenar todas tus pociones, gastar todos los puntos de experiencia que hayas conseguido a los enemigos del campamento…
Es, dicho de una forma que pueda entenderse más allá de la élite de los Souls y sus famosas hogueras, el checkpoint de toda la vida.
¿Que te matan por el camino? Pues vuelves corriendo, recoges los puntos de experiencia que hayas perdido y regresas a tu punto de gracia más cercano, algo que además puedes hacer de forma automática desde el mapa las veces que quieras y sin penalización alguna.
Cuando Elden Ring te lo pone fácil
Pero démosle otra vuelta más a esta imagen, esta vez la última. Hay algo más que quiero destacar. Algo que diferencia por completo al resto de Souls de este Elden Ring. Esto es un mundo abierto con más atajos y opciones de las que puedas llegar a imaginar.
Así, el camino podría llevarte a atravesar ese campamento o, si se te atraganta o lo prefieres, recurrir a algo tan simple como ir por el flanco derecho agachado y sin hacer ruido, o hacer lo propio por el izquierdo, o incluso pasar por el medio a caballo pegando saltos entre los enemigos con la chorra fuera.
No te engaño. Más de una vez me he topado con empalizadas armadas hasta los dientes y protegidas con cañones capaces de reventarte en segundos sobre las que me he meado esquivándolas por encima aprovechando el doble salto de Torrentera.
¿Vas a poder recurrir a ese truco siempre? Por supuesto que no, pero te aseguro que puedes hacerlo muchas más veces de las que uno podría llegar a pensar. Si algo se te atraganta, busca un atajo a pie o a caballo porque si algo no quiere Elden Ring es que te quedes atascado.
Si hay algo que te frena, estas son algunas de tus muchas opciones. Puedes, por ejemplo, encararlo a pecho descubierto. O encararlo con ayuda de tus invocaciones, unos seres que vienen a ayudarte para despistar al monstruo mientras tú le atizas por otro lado. O encararlo con otro jugador gracias a una marca en el suelo te permitirá invocar a un experto que pueda sumarse a tu combate para ayudarte a superar ese peligro.
O mi preferida: darte la vuelta.
Un juegazo que merece una oportunidad
Lo que no tenías en ningún otro Souls, aquí está a sólo un giro del stick. Si no quieres seguir luchando porque no estás preparado o no te resulta divertido en ese momento, date la vuelta y sigue explorando, buscando cuevas secretas, encontrando tesoros, maravillándote con grandes monstruos, descubriendo castillos perdidos y enfrentándote a seres de pesadilla.
Hay tanto por ver y tanto por hacer que atascarse en todo lo que era hasta ahora la saga Souls para muchos de nosotros, darse golpes contra un muro porque su dificultad nos impide ir más allá, es completamente absurdo.
Te darás la vuelta, empezarás a explorar y, antes de que te des cuenta, habrás alcanzado un nivel más que suficiente para asumir el reto sin miedo y con entusiasmo con cualquiera de las opciones que comentábamos más arriba.
Puede que te sea difícil creerlo de un experto pero, de manco a manco, dale una oportunidad a Elden Ring si te produce aunque sea una mínima pizca de interés. Vas a disfrutarlo mucho más de lo que crees.
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