La de la máquina arcade de Area 51 es una de esas rocambolescas historias de la industria que, a mediados de los 90, consiguió romper todos los esquemas. Vilipendiado por la crítica y amado por los jugadores, el juego de disparos inspirado por la mítica instalación militar de Nevada supone también el nacimiento de uno de los easter egg más locos que han visto nuestros ojos.
Aún a día de hoy puedes cruzarte con mensajes que, al descubrir el mítico huevo de pascua en páginas y foros, replican aquello de "¿en serio podías hacer eso?", referenciando la sorpresa que supuso para muchos ponerte frente a la partida de otro jugador y alucinar con lo que estaba ocurriendo en pantalla. Esto es Area 51, y este es el easter egg más demencial de la historia del videojuego.
Las historia de las dos Atari
Pese a lo surrealista de la situación, hubo una época en la que convivieron dos compañías que se llamaban Atari. Tras el batacazo de la industria a principios de los 80 con sonoros fracasos como el del videojuego de E.T., Warner decidió deshacerse de todo lo que olía a chamusquina dentro de Atari.
La división de videojuegos y consolas domésticas pasaron a manos de Jack Tramiel, fundador de Commodore, y Warner se quedó con la única división que por aquél entonces aún arrojaba beneficios. Por un lado quedó Atari Corporation y, por el otro, la división arcade de Atari Games a la que le debemos la joyita de hoy.
Descontenta con el trato, Warner acabó vendiendo parte de la compañía a Namco y estos volvieron a deshacerse de parte de su control quedando en manos de los empleados. Un pifostio de cabezas y decisiones que no se arreglaría hasta que, tras la fusión con Time Inc, Time Warner recuperaría el control de la compañía.
A ese festival de contratos, cesiones y ventas le debemos juegos como Marble Madness, Paperboy o Gauntlet, pero con la llegada de los 90 y el inicio de la decadencia de los arcade motivado por la explosión de las consolas, Atari Games empezó a verse envuelta en una oleada de fracasos que pronosticaba un cierre inminente.
La creación de Area 51
En medio de una época marcada por Street Fighter, Tekken, Daytona USA y el auge del 3D, en Atari Games decidieron apostarlo todo al género arcade de moda, el de las pistolas de luz. Lamentablemente lo de crear grandes éxitos de público y crítica se les daba tan bien como mantener desarrolladores, así que viendo cómo sus grandes nombres se fugaban a otras empresas como Electronic Arts, acabaron recurriendo a un equipo externo para salvar la papeleta.
El resultado fue el lanzamiento de Area 51, un Frankenstein de conceptos que, intentando replicar el éxito de Mortal Kombat, aunó ideas como los sprites 2D, vehículos y escenarios 3D, y el uso de stop motion y actores reales como en las películas interactivas de la época a lo The 7th Guest.
Más cerca de lo que se había visto a principios de los 90 con Mad Dog McCree que de pepinazos cósmicos de la época como Virtua Cop, a la crítica del momento no le entusiasmó la idea de dar un paso atrás en lo que a despliegue visual se refiere, pero los estadounidenses abrazaron el juego hasta convertirlo en todo un éxito.
Con más de 20.000 cabinas arcade vendidas, Area 51 se convirtió en uno de los arcade más exitosos de 1995, por delante del propio Virtua Cop y muy cerca de otros grandes éxitos como Sega Rally Championship o Mortal Kombat 3. Un éxito que un año después, tras la compra de WMS y ya bajo el nombre de Midway, intentaron rentabilizar con ports para PSX, Saturn y PC que quedaron lejos del entusiasmo inicial.
El huevo de pascua más demencial de la historia del videojuego
Sobre estas líneas ya habéis podido comprobar cómo se las gastaba Area 51 a nivel visual y jugable, por lo que podéis imaginar hasta qué punto la gente de Atari Games esquivaron una fatídica bala teniendo en cuenta que Time Crisis no se lanzó hasta finales de 1995.
Sin embargo, más allá de ese breve éxito, por lo que merece la pena recordar a este juego arcade es por el easter egg que sus creadores introdujeron sin avisar a nadie de ello. Un camino relativamente similar dentro de la propia aventura que, en vez de ponernos en la piel de un soldado, nos ponía a controlar un miembro de una tercera raza alienígena infiltrada que debía acabar con humanos y alienígenas por igual.
Al disparar a todos los humanos que aparecen en pantalla y evitar disparar al resto de alienígenas, el juego entraba en una suerte de viaje LSD nada recomendable para cualquiera con la mínima posibilidad de sufrir ataques de epilepsia. Mucho ojo al invento porque no tiene desperdicio.
Por si alguna vez has creído que jugar un shooter como si estuvieses tras la visión de Depredador, el huevo de pascua de Area 51 probablemente te habrá invitado a olvidarte por completo de esa posibilidad. Eso sí, lo de haberte plantado ante la máquina después de haberla visto doscientas veces y ver que alguien se sacaba el huevo de pascua debía ser toda una experiencia en aquella época.
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