La vida era más sencilla y, a la vez, mucho más emocionante en el año 2006. Celebrábamos las novedades de otra manera, y las sorpresas eran verdaderas sorpresas. En lo que respecta a los videojuegos, o al menos a la hora de ofrecer bombazos, tanto YouTube como Twitter estaban en pañales y los anuncios se hacían de un modo diferente: solo tenías una oportunidad para meterte al público en el bolsillo, pero si lo lograbas pasabas historia. Si lo hacías durante el E3, además, te convertías en leyenda.
Peter Moore, quien presidiera SEGA of America y después daría el salto a Xbox, lo hizo hasta dos veces consecutivas, y lo que es mejor: usando el mismo truco. Eso sí, no todos los días puedes anunciar un nuevo Grand Theft Auto. No con un tráiler, ni tampoco con unas primeras capturas. Ni siquiera con un comunicado de prensa. Con un sencillo logotipo. Eso sí, como veremos, en este caso importa el cómo, el cuando y el dónde.
Cómo anunciar el juego más esperado e inesperado de la historia en 2006
Pongámonos en situación, porque el contexto es también sensacional. Es el año 2006. Xbox 360 lleva medio año en el mercado y arrancó con fuerza, pero a finales de ese mismo año se pondrá a la venta la PS3. Desde 1995, el E3 había sido decisivo a la hora de movilizar a los enamorados de los videojuegos. Sony dio golpes de efecto, Nintendo también y Xbox no se quedaba atrás. Es más: tenía un golpe de efecto brutal guardado (literalmente) bajo la manga: GTA IV.
Sigámonos poniendo solo un poquito más en contexto. No mucho más. La saga GTA había emergido de manera meteórica en muy pocos años, pero fue con GTA III dónde se dio el gran salto de calidad. Después llegaron dos entregas todavía más potentes: Vice City y San Andreas, pero entre los jugadores no había ningún tipo de pista sobre el futuro. Ni siquiera si se trataría de una entrega numerada. Es más, lo único esperado al respecto era GTA: Vice City Stories, una nueva historia a medida de PSP. Y, en todos los casos, juegos sobre todo asociados a PS2 y PlayStation.
Por eso, cuando Peter Moore se vino arriba adelantando que iba a anunciar una de las experiencias de entretenimiento más potentes de toda la historia, él mismo sabía que no era una exageración: aquella era la jugada maestra que vendería consolas Xbox 360 en navidades, a tiempo para la salida de PS3. Un anuncio tan grande que, como verás, se vio obligado a quitarse la chaqueta y a subirse las mangas.
"Y hablando de experiencias de entretenimiento, tengo un anuncio muy importante sobre una de las experiencias de juego más potentes de todos los tiempos.
Estoy hablando de una franquicia que genera más entusiasmo que casi cualquier cosa que existe. No solo en nuestra industria, sino en todo el mundo del entretenimiento. Con una base de fans ansiosa por una simple mención al siguiente gran capítulo.
Un anuncio tan emocionante que voy a tener que quitarme la chaqueta."
Que Peter More se quitase la chaqueta implicaba que iba en serio. No mucho antes, en una edición del E3 hizo algo parecido levantándose una manga y anunciando no solo la secuela de Halo, sino también la fecha en la que llegará. Aquello no era un tatuaje falso, ya que volverá a mostrarlo en 2006.
"Así que, algunos de vosotros pensaron que este tatuaje era falso, ¿verdad? Algunos recordarán este. No es ningún secreto que guardo la artillería pesada para los grandes bombazos. Algunos hacen patitos de goma, y otros nos hacemos tatuajes. Así que me gustaría mostrarles mi nueva adición."
En su brazo izquierdo, tres palabras y un número: Grand Theft Auto IV. Tras mostrarlos, dos promesas: llegará de lanzamiento a Xbox 360. Y no solo eso: la consola de Microsoft recibiría en exclusiva contenido episódico vía Xbox Live. Todo un golpe sobre la mesa. Mientras tanto, en PS3 se mostraban patitos de goma.
Unos hacen patitos de goma y otros nos hacemos tatuajes
En noviembre 2023, Rockstar hizo un anuncio similar en lo que respecta a contendidos que el de Peter Moore, pero de manera menos explosiva: con un tuit en X se comentaba, sin darle demasiada emoción, que al mes siguiente se mostraría el primer tráiler de GTA 6. El tuit en cuestión recibió una acogida histórica en base a "me gustas" y el primer tráiler superó las 140 millones de reproducciones en menos de una semana. Muchos lo revisitamos más veces de las necesarias para escudriñar cada detalle.
Pese a la filtración, a nivel cuantificable estaba todo más medido y estudiado, pero el golpe de efecto, la fuerza, como anuncio es muy diferente: el momento puede ser cualquier día. El contexto es que no hay contexto más allá de los 25 años de la saga, y ni siquiera fue el día del aniversario. Hay una fecha y un contenido. Poco más.
Y no nos quejamos del contenido: el nuevo GTA se ve glorioso. Pero tanto en el proceso como en el método se perdió lo que hacía especial al E3. A cambio, la repercusión del tráiler estalló. Al menos, en internet.
Peter Moore supo escoger el momento. El lugar y el modo en 2006. Como comentamos, ya había hecho lo mismo con Halo 2 antes de que el shooter de Bungie fuese considerado una franquicia. Aquello era un megatón y debía ser especial. Entonces, ¿a qué vino lo de los patos de goma al subirse las mangas? Bueno, aquello fue una indirecta muy directa a PlayStation.
El E3 era considerado una feria en la que o lo dabas todo o eras arrollado por los que venían después o estaban en el escenario de al lado. Precisamente por ello, Peter More no solo presumía de tatuaje y de la primicia de GTA IV, sino que recordaba que en PlayStation habían usado un vídeo con patitos de goma para ilustrar sobre las físicas de PS3.
Sobra decir que aquello no era tan impresionante como que el jefazo de Xbox se tatuase el logotipo del videojuego más esperado (e inesperado) del planeta y lo asegurase para su consola.
Nos quedamos sin E3. No de manera puntual, ni metafórica, sino para siempre. Nos quedamos sin esos momentos de competitividad tan divertida entre todas las compañías participantes. Sin los eventos con sus anuncios épicos, sus tramos emotivos y, ¿por qué no? sus partes más bochornosas. Los tiempos cambian y hay métodos más eficientes. Pero una cosa está clara: en el proceso nos quedamos con recuerdos imborrables. Algunos por ser inolvidables, y otros en el sentido más literal de la expresión.
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