El terreno de las consolas portátiles no ha sido el más sencillo de abordar. La industria del videojuego no deja espacio con facilidad a que nuevas apuestas se sitúen en el mercado, con Sony, Nintendo y Xbox dominando con puño de hierro. Hace falta ser una empresa de proporciones planetarias para atreverse a meterse en esta jungla y eso es precisamente lo que era Nokia a principios de los años 2000.
La compañía finlandesa gobernaba con amplia claridad entre los dispositivos móviles, rozando cotas del 40% de los móviles del mundo pertenecientes a su marca. En el intento de dar el salto a los videojuegos, su apuesta se llamó N-Gage, un dispositivo que aunaba la versatilidad de un móvil moderno con la potencia necesaria para reproducir títulos de la más alta calidad. Como podéis intuir, aquello no terminó nada bien.
Todo en uno
Adelantándose a su tiempo, N-Gage apareció en el 2003 como un aparato que disponía de todas las funciones imaginables. Era un teléfono, contaba con reproductor MP3, radio FM, reproducción de vídeo, GPS, navegar por Internet y, por supuesto, la posibilidad de jugar a juegos. Nokia integró el sistema operativo Symbian OS 6.1 en su interior, típico de los Serie 60 de la empresa, lo cual abría la puerta a la emulación de consolas clásicas.
Sin embargo, el verdadero enfoque era que nos olvidásemos de otras tentaciones como la Game Boy Advance de Nintendo y optásemos por jugar en móvil. Debido a que la posibilidad de descargar juegos a través de Internet todavía era una función propia de las películas, el formato físico se impuso. Una suerte de cartuchos en forma de tarjetas RS-MMC, con 2GB de capacidad, fueron las escogidas para que se insertasen en la parte trasera de la N-Gage.
El problema surgía debido a que, si queríamos cambiar de juego, había que sacar la carcasa, retirar la batería -con el dispositivo apagado- y colocar la obra nueva. Una complicación que no contentó a nadie, pero que se redondeaba con decisiones de diseño que parecían hechas para molestar al usuario. Por ejemplo, una vez que el sistema y las apps preinstaladas aparecían, apenas quedaban 3,4MB de memoria para usar como quisiésemos.
Una auténtica ridiculez que vino acompañada por el problema de que N-Gage no aseguraba la compatibilidad de nuevas tarjetas MMC si no eran oficiales. Un máximo de 128MB con precios disparatados, pero la comunidad supo dar con la tecla para hallar otras tarjetas no oficiales de hasta 1.024MB. Por si fuera poco, el altavoz y el micrófono estaban en el lateral del móvil. Esto provocaba que debía utilizarse en las llamadas de lado, lo cual fue señalado como ridículo por los usuarios, llegando a convertirse en un meme de la época.
Vamos a jugar
Basta con echarle un vistazo a la N-Gage para que llame poderosamente la atención un detalle muy relevante: la pantalla. La orientación vertical no es la habitual para un videojuego, pero Nokia se vió obligada a tomar esta vía debido a complicaciones técnicas. 2.1" a resolución 176x208 con una relación 11:13, lo cual chocaba frontalmente con el habitual 4:3 del momento. El precio de lanzamiento no ayudaba precisamente, ya que hablamos de 299 dólares de la época, más de 440 dólares hoy en día, costando casi lo mismo que una PS5 o Xbox Series X. Las tiendas minoristas en Estados Unidos llegaron a realizar descuentos de 100 euros apenas dos semanas después de su llegada.
Con todo, sí que hubieron ciertas franquicias populares que se apuntaron a dar el salto que proponía Nokia. Tomb Raider, Sonic, Rayman, Red Faction y Tony Hawk's Pro Skater fueron algunas de ellas para conformar un catálogo que únicamente estuvo conformado por un total de 58 juegos. Incluso algunos aceptaban juego multijugador gracias al uso del Bluetooth. No hablábamos de ningún título puntero, dentro de las posibilidades del sistema, y no se convirtió en un reclamo llamativo teniendo opciones más populares como la Game Boy Advance.
Cuatro meses después de su llegada ya se comenzaba a hablar de un potencial fracaso y el director ejecutivo de Nokia, Jorma Ollila, dio como plazo el 2005 para poder llegar a afirmarlo. Por cada N-Gage vendida, se vendían 100 Game Boy Advance, lo cual era un síntoma crítico de las posibilidades reales del dispositivo en el mercado. Por otro lado, el principal punto de venta fueron las tiendas de videojuegos y no las de telefonía móvil, por lo que un gran público no tenía acceso a la plataforma. En la mayor parte del mundo no tuvo una buena acogida, a excepción de Europa y Asia, donde el juego portátil siempre ha estado presente.
Sorprendentemente, N-Gage solo funcionaba con la red móvil GSM, la cual era incompatible con el entonces mayor proveedor de servicios móviles de Estados Unidos. Nokia se olía el batacazo, así que se apresuró a lanzar un nuevo modelo bajo el nombre de N-Gage QD, apenas seis meses después de la versión original. Más pequeña, una ranura directa para los cartuchos y el auricular desplazado al frontal fueron los principales cambios para revertir la situación, pero el destino parecía sellado.
Hasta nunca, N-Gage
Las tiendas y la propia Nokia no llegaron a saber cómo sacarse de encima las unidades, ofreciendo un acuerdo de una N-Gage por solo un centavo a los compradores dispuestos a firmar un contrato de servicio. En las dos primeras semanas de vida, Nokia afirmó que 400.000 unidades habían sido vendidas, aunque no aclaró si se refería a las propias tiendas o a los consumidores. La mentira se mantuvo durante meses hasta que la empresa confesó que ser referían a los minoristas.
La descontinuación del sistema llegó el 26 de noviembre de 2005, apenas dos años después de su aparición. Para finales de 2007, Nokia aseguró que se habían distribuido tres millones de N-Gage, aunque nunca alcanzaron la previsión de seis millones de copias vendidas. No fue el último coletazo de N-Gage, pues Nokia volvió a insistir con la marca, esta vez con N-Gage 2.0, una suerte de plataforma digital desde la que jugar a multitud de obras. Apareció en abril de 2008 y en octubre de 2009 ya era historia.
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