División de opiniones. Algunos aseguran que la realidad virtual va a ser el siguiente gran paso en el entretenimiento interactivo. Otros se la juegan y la ven como una moda pasajera más. Al igual que los controles de movimiento, el 3D en las teles o los juegos musicales. Llegará y se irá.
Oculus VR y Sony quieren liderar este nuevo movimiento y mientras los primeros centran toda su fuerza en él gracias al montón de millones recibidos tras la adquisición por parte de Facebook, los segundos tampoco han ahorrado en gastos y aseguran estar dispuestos a realizar una inversión enorme para ser punteros. ¿Pero acaso Sony no tiene miedo de que acabe convirtiéndose en un PlayStation Move más? Según Andrew House, el CEO de la compañía, parece que no. Van a tope con la realidad virtual.
Es definitivamente mucho más que un experimento. Nos hemos puesto grandes objetivos, vamos a darle una inversión económica muy significativa a este producto. Creemos que llegados a este punto podemos ofrecer esa sensación mágica de presencia dentro de un mundo virtual, en la que tu cerebro te engaña y crees estar allí. Hay algo ahí que es muy muy interesante para la siguiente frontera del desarrollo de videojuegos.
Está claro que si hay tanta variedad de desarrolladores de juegos mostrando interés en el mundo VR probablemente sea el momento de lanzarse y ver si podemos tener un papel importante. Darles las herramientas que están buscando.
Pero en el fondo, tras todo este tipo de declaraciones que hablan de nuevas fronteras para el entretenimiento, nuevas experiencias extrasensoriales y milongas varias uno no puede evitar pensar en el modelo de negocio.
Sony no se mete en algo así si no tiene una idea clara de como va a amortizar el dispositivo. ¿Tendría éxito vendiéndose por 200 euros? ¿O realmente tienen escondido un modelo de negocio más interesante? Esa es la gran duda que rodea a la realidad virtual.
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