Quien haya jugado al clásico Onimusha: Warlords de 2001, recordará de modo perfecto la trampa de pinchos y el puzle del agua, la escena más disuasoria al comienzo de la aventura. Ésa en la que muchos dejaron el juego.
Porque no todo era acción con Samanosuke y Kaede, sino que había partes donde había que darle al coco. Y sin duda, aquí se puso a prueba la paciencia.
Primer tramo: las palancas
Toda la escena en sí consta de cuatro tramos, siendo el primero el de las palancas, donde entra en escena Kaede y la controlamos por primera vez junto con Samanosuke. Hay que recalcar que si nos matan en cualquiera de los cuatro tramos (en el segundo es literalmente imposible, puesto que no hay ningún peligro), tendremos que cargar partida, por lo que tocará rehacer absolutamente todos los tramos, lo que resulta molesto cuando estamos cerca del final.
Las palancas son bastante sencillas, puesto que tan solo habrá que accionar una para que el otro personaje avance y pueda accionar otra palanca para que la persona que está rezagada y atrapada pueda seguir avanzando.
La primera la activamos con Samanosuke. Después sigue así.
Activamos la que está al lado del cofre para liberar a Samanosuke.
Luego, con Samanosuke, la que está a su izquierda.
De nuevo con Kaede, habrá que accionar la palanca situada a la izquierda de todo para que podamos obtener la armadura sagrada (para que cierto enemigo no nos robe las almas) con Samanosuke. Cuidado, porque la palanca del medio tiene una trampa que nos quitará un poco de vida.
Volvemos con Samanosuke a donde está Kaede y accionamos la palanca situada a la derecha de ese grupo de tres. Tras esto, habrá que accionar la última con Kaede, la que está junto a la puerta para pasar a la siguiente sala.
Segundo tramo: magia de fuego
Como para llegar hasta aquí tendremos que tener obligatoriamente el orbe de fuego de la segunda katana, para avanzar en esta sala tan solo habrá que usar el poder de dicha espada, que como sabemos, lanza una magia de fuego. Porque al estar a oscuras no podemos ver bien la puerta que nos llevará a la siguiente sala, así que habrá que quemar todas las velas. Y tranquilo, que si has gastado la magia la podrás rellenar sin límite en esa fuente especial del centro. No hay fallo.
Tercer tramo: el tablero de los pinchos
Aquí empieza lo verdaderamente peliagudo, la zona del tablero de los pinchos. No se nos dice qué función desempeña cada uno de los dos símbolos, tan solo que por lógica hay que alcanzar la siguiente puerta, donde está el círculo.
¿El problema? Que la sala se regenera cada vez que morimos, por lo que habrá que cambiar de táctica siempre. Lo importante es saber que al pisar una baldosa con el símbolo +, activa los pinchos en vertical y horizontal; mientras que la baldosa con el símbolo x hace lo propio con las diagonales.
¿Esto qué implica? Que si al activar una segunda baldosa los pinchos pasan por el personaje que activó la primera baldosa, moriremos instantáneamente. Así pues, hay que tener cuidado de que no se crucen las baldosas. Y si vemos que no hay solución, lo mejor es volver sobre nuestros pasos pulsando una baldosa anterior para intentar otro camino. No es complicado si estudiamos la ruta primero.
Último tramo: el puzle del agua en Onimusha
Y llegamos al momento de mayor tensión de toda la aventura, el puzle del agua en Onimusha: Warlords. Primero, porque NO HAY PAUSA (aunque haya truco volviendo al menú de la consola sin cerrar el juego; al menos funciona en PS4, que es la versión que analizamos). Y segundo, porque si nos ahogamos con el agua moriremos y habrá que rehacer todos los puzles de nuevo, ¡así que paciencia!
¿Lo bueno? Que el puzle será siempre el mismo. Además, tiene varias soluciones, siendo nuestro objetivo colocar las flores de los lados en el centro antes de que se agote el tiempo. Uno de los métodos más rápidos es el siguiente.
Bajamos todas las piezas del centro una posición.
A continuación, las de los bordes de la izquierda las pasamos al centro también.
Pasamos la flor de la izquierda hacia arriba y la otra figura abajo.
Acto seguido, pasamos la figura de abajo a la izquierda hasta el borde y bajamos la flor hasta su tope. Tras esto, movemos las figuras centrales de la parte superior hasta el tope de la izquierda. Ya hemos superado el ecuador del puzle.
Ahora volvemos a subir una posición las piezas del centro, mientras que la que está situada en la esquina superior derecha la pasamos también al centro.
La que está en la esquina inferior derecha la pasamos al centro.
De modo similar a como hicimos con la flor de la izquierda, la de la derecha la colocamos arriba y la otra figura abajo. Con esto ya casi lo tenemos.
Desplazamos la figura a la derecha y la flor hacia abajo.
Ahora hacemos lo propio con el resto de figuras centrales.
Subimos el resto de figuras centrales.
Y ya está. Ruta liberada para juntar las dos flores.
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