Se ha hablado mucho de que los videojuegos violentos son como el demonio: acaban poseyendo a los jugadores más jóvenes y convirtiéndolos en potenciales asesinos o, cuando menos, en chicos conflictivos. Por ello, entre otras cosas, existe una clasificación por edades destinada en primera instancia a los padres que son los que tienen que velar por la educación de sus hijos y valorar si un videojuego es el más adecuado o no antes de comprarlo.
En Washington van más allá y se está valorando la creación de una especie de ley en la cual, si un chico menor de edad comete algún tipo de crimen basándose en un videojuego (me viene a la mente el famoso caso del chaval de la katana) la responsabilidad acaba recayendo en los desarrolladores de éste. ¿Qué bien, verdad? Así es como se solucionan los problemas, claro que sí. Esto es el mundo al revés.
Vía | Joystiq: Washington State Congress wants to pull a Jack Thompson on us
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