La típica llamada de un presidente de la compañía pidiendo cosas absurdas tras tomarse unas copas, soltando ideas que al día siguiente no irán a ningún sitio. Así cuenta Masayuki Uemura, el diseñador de la Famicom de Nintendo que por aquí conoceríamos como NES, que se fraguó el origen de su trabajo.
En una interesante entrevista con Kotaku, Uemura habla sobre cómo se enfrentó a aquél reto, lo difícil que era crear un producto que pudiese venderse en las tiendas y cómo un alto porcentaje de máquinas defectuosas le demostraron que su invento estaba siendo un éxito.
"Todo empezó con una llamada de teléfono en 1981. El presidente Yamauchi me dijo que debía hacer una consola, una en la que pudieses jugar a juegos en cartuchos. Siempre le gustaba llamarme después de tomarse unas copas, así que no pensé mucho sobre ello. Simplemente le dije: "claro, jefe" y colgué. No fue hasta la mañana siguiente que se me acercó, sobrio, y me dijo "eso que comentamos, ¿estás con ello?". Lo decía en serio".
A partir de ese momento el reputado diseñador empieza a trastear con todas las máquinas del resto de compañías. Seis meses de desmontar cacharros, analizarlos para entender cómo funcionan y esquivar patentes para crear una máquina que sobresaliese.
Debían, además, enfrentarse al reto de cómo vender una máquina así. Su diseño y colores debían ser lo suficientemente atractivos para llamar la atención del público en las tiendas.
Con las máquinas Game & Watch no había problema, las pantallas ya dejaban ver qué se escondía tras ellas. La competencia, en cambio, optaba por colocar teclados junto a la máquina para dar a entender que estabas ante un producto educativo. La Famicom debía destacar por sí sola.
"Era la forma más barata de hacerlo. Los colores se basaban en una bufanda que gustaba a Yamauchi. Es verídico. También había un producto de una compañía llamado DX Antenna, una antena para televisión que utilizaba el mismo esquema de color. Recuerdo ir en coche con Yamauchi por las afueras de Osaka y ver una valla publicitaria de ella. Yamauchi dijo "¡eso es! ¡Esos son nuestros colores!".
Lo más sorprendente es ver cómo Uemura siguió tan concentrado en su trabajo que ni siquiera se percató del pelotazo que se estaba cociendo más allá de las puertas de la empresa. El éxito no se medía por el auge de vallas publicitarias o la consecuente subida de sueldo que recibió, sino por la inmensa cantidad de máquinas defectuosas que llegaban.
"¡No tuve tiempo para sorprenderme! Cuando despegó yo estaba completamente centrado en crear la NES para el mercado americano y el Disk System. Mis manos estaban ocupadas y estábamos ahogados con las devoluciones de máquinas defectuosas.
Al principio teníamos un alto porcentaje de máquinas defectuosas que eran devueltas. Había muchísimas devoluciones, muchas más que con cualquier otro producto que hubiese visto. Fue entonces cuando entendí cuánta gente estaba jugando con ella, que no había existido un producto tan popular".
Tras aquello llegó la llegada de NES a occidente y, con ello, un éxito aún más abrumador que nos ha traído hasta aquí. Y todo por una de esas típicas borracheras de ejecutivos tan presentes en el imaginario nipón.
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