En la novela ‘Los cantos de Maldoror’ (1869) Isidore Ducasse (bajo el alterego de el Conde de Lautréamont) nos habla sobre un ser abyecto, divino y satánico que raja sus mejillas para imponer una sonrisa en un rostro ajeno a las emociones. En ‘Batman: el Caballero Oscuro’ (2008) el Joker, hijo bastardo de aquella maldita invención del escritor uruguayo, agarra la cabeza de un mafioso y la golpea con violencia contra la mesa donde previamente ha colocado un lápiz en vertical. 20 de julio de 2012, tras asesinar a tiros a 12 personas y herir a más de una cincuentena en un cine de Denver (EE.UU.) que estrenaba ‘El caballero oscuro: la leyenda renace’, James Holmes se entrega a la policía tras soltar una escueta frase: ‘Soy el Joker, enemigo de Batman’.
Como no podía ser de otra forma en este desquiciado mundo en el que vivimos, los videojuegos han aparecido en las entrevistas y tertulias que han tratado tan triste acontecimiento. La criminóloga Pat Brown soltaba lo siguiente en el canal de noticias CNN:
Probablemente pasó mucho tiempo jugando a un videojuego tras otro, disparando, disparando, disparando, desarrollando su coraje y emoción para cuando se hiciera realidad.
Luego la señora matizó sus palabras, pero claro, hay mentalidades que no tienen arreglo:
‘Siempre estaba jugando a videojuegos. No estoy diciendo que los videojuegos te conviertan en un asesino. Pero si eres un psicópata, los juegos te ayudan a ponerte en la situación de provocar una matanza.’
Y la literatura, la música, el cine… Las mayores aberraciones morales las he visto, además de en los telediarios, en los libros, en las canciones y en las películas. No hay videojuego que pueda aguantar la comparación, en cuestión de violencia con, qué sé yo, ‘Ken Park’ (Larry Clark, 2002), donde un chico narra con una frialdad aterradora cómo ha matado a sus abuelos para, seguidamente, colocarse en la boca la dentadura postiza de unos de ellos convirtiendo su rostro en algo tan grotesco que nunca he podido olvidar. De nuevo la tenebrosa imagen de una sonrisa anormal y permanente. Pat Brown parece no darse cuenta de que la palabra más importante en su frase no es ‘videojuego’ (o cine, comic, o rocanrol) sino ‘psicópata’.
Lo peor de ciertas creencias con fuerte arraigo (político, social, religioso… en definitiva, cultural) es su incapacidad para cuestionarse según se transforman las circunstancias iniciales que les dieron su supuesta base, es decir, su incapacidad para el cambio y la adaptación a la realidad que las rodea en cada momento.
‘Creced y multiplicaos’ no tiene sentido en un planeta habitado por más de 6000 millones de personas, la poligamia perdió su razón de ser cuando la especie dejo de estar en peligro de extinción en cierta época y territorios… claro que los oscuros intereses subyacentes a esas prácticas sí que pueden justificar 15 hijos o 6 esposas.
En un país joven como Estados Unidos tal vez era necesario en un momento determinado consentir vía constitución que un ciudadano portara de manera legal un arma (ya saben, esos malditos indios son un peligro). Lo han adivinado, donde quiero llegar es que el problema tal vez no esté en la libre expresión del arte (se llame música, cine, literatura, comic o videojuegos), sino que un país con una población de algo más de 300 millones de habitantes tenga en su poder algo más de 300 millones de armas.
Vía | El Mundo, Alfabetajuega
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