Parece mentira, pero mientras me adentro en este artículo se está cumpliendo un año desde que 'The Legend of Zelda: Breath of the Wild' aterrizase en el mercado. Un año desde que Nintendo Switch demostrara sus virtudes, maquillara sus limitaciones y decidiera protagonizar buena parte de nuestras tardes de vicio. Parece mentira, desde luego que sí, pero el paso del tiempo es lo que tiene y caer en la cuenta siempre cuesta.
Aquel 3 de marzo de 2017 sabía, olía y se sentía diferente. Como una mañana de Reyes o el último día de colegio. Son instantes en los que reconoces ser feliz porque intuyes que lo que te espera va a ser mucho más divertido. Más emocionante. Mejor. Y vaya si iba a serlo.
‘Breath of the Wild’ cumple un año en nuestras colecciones y para hablar de semejante obra no solo basta con hacerlo desde el intelecto y la experiencia. Juegos de este calibre merecen sinceridad, transparencia y amor en cada palabra que se escriba porque es justo la receta que incluyen en cada fotograma.
Por ello, y a modo homenaje de este primer aniversario, queremos conmemorar el lanzamiento de uno de los juegos más absorbentes y sobrecogedores de la historia del entretenimiento. Lo digo sin miedo, sin maletines, sin esnobismo y sin esconderme: ‘The Legend of Zelda: Breath of the Wild’ cambió mi forma de entender el videojuego con tanto gusto que todavía sigo felizmente de resaca.
The Legend of Zelda: Breath of the Wild, La Aventura con mayúsculas
Si, como yo, has formado parte de este maravilloso hobby desde pequeño, sabrás que estar solo en un mundo desconocido no es problema alguno. Para cualquier aventura que se precie la soledad es un añadido fundamental a la hora de conectar con las emociones, y más todavía en un título que te invita a formar parte de una naturaleza salvaje y contemplativa.
El equipo liderado por Eiji Aonuma logró que con ‘Breath of The Wild’ no solo disfrutara moviendo a Link de aquí para allá (algo que irremediablemente le debe a ‘Super Mario 64’). La aleatoria sensación de placer al escuchar el sonido de mis pasos sobre la hierba, apreciar el cosquilleo de la brisa o merendar a la orilla del río suponen horizontes repletos de sensaciones por descubrir que se ven multiplicados cuanto más te sumerges en TU aventura con el juego.
Mucho antes de liberar a la princesa Zelda del poderoso y temible Ganon, ya se podía intuir la calidad de la obra con tan solo surfear colinas de arena, admirar la inmensidad del mar o desear que cierta mañana no acabase nunca en X región del mapa. Hyrule está completamente vivo en este juego y pasa a ser el mejor personaje creado hasta la fecha en la saga.
Tal y como ocurre con los gigantescos seres de ‘Shadow of the Colossus’(por situar un ejemplo a la altura emocional), a la hora abrazar y entender la hostilidad tanto de enemigos como del entorno se consigue aumentar el hambre de descubrimiento. Cuanto más ves, más descubres, mayores son los retos y más apetecible la sensación de recompensa.
Desde la casa Nintendo siempre han apostado por otorgar al jugador la mayor libertad posible en 'Breath of the Wild'. Adiós estructura lineal, hola mundo abierto. Para alcanzar el éxito con semejante propuesta hacían falta elementos que mantuvieran despierto nuestro interés casi continuamente. ¿Lo consiguieron? Bueno, los mismo 900 kologs y 120 santuarios han terminado siendo demasiado, pero he de reconocer que jamás había disfrutado tanto de un sandbox, por lo que Miyamoto, Aonuma y compañía se llevan el aprobado con nota.
En relación a esto y acordándome de un buen amigo que invirtió sus primeras 50 horas en cartografiar la meseta inicial, es imposible no enmarcar el momento en que descubres el mundo que tienes por delante. Hay tanto que hacer al margen del fin máximo, tanto que explorar más allá de los santuarios, que mi deseo por palpar cada metro cuadrado era comprensible Hace 12 meses. Ahora, y tras lucir más de 170 horas en el contador de Switch no puedo evitar babear con aquellas primeras emociones frente al juego. Ojalá volver en el tiempo para seguir alimentando el indómito deseo de descubrir qué me esconde cada montaña.
Todo ese nerviosismo pre-lanzamiento que comento ya conformaba parte de la propia aventura. Muchos tuvimos que lidiar con una cuenta atrás interminable, con teorías de risa, con viajes express para probar la versión beta en las oficinas de Nintendo o rejugando otros títulos de la saga a contrarreloj para no andar muy despistado. ‘Breath of the Wild’ empezó a retar al fan mucho antes de ponerse a la venta con una campaña de marketing tan efectiva que terminó disparando el índice de hype en sangre.
Sí, fui de aquellos que compraron una Wii U tras ver el primer tráiler del juego. Me sedujeron con un vídeo “vende-consolas” tan letal que todavía me avergüenza reconocerlo en voz alta. Con esto no quiero decir que me arrepienta de mi sobresaliente colección de carátulas celestes, pero la comunidad andaba con demasiadas ganas de exprimir las posibilidades que ofrecía aquel tráiler y la broma se alargó más de lo debido. Aquel error debía enmendarse con un Zelda a la altura que diera sentido a tanto retraso.
En aquellos impactantes 42 segundos de montaje sacamos en claro que el diseño iba a ser rompedor. ¡Incluso vaticinábamos la incursión de un personaje femenino! El diseño artístico que empezaba a hacer gala en ‘Breath of the Wild’ iba a ser uno de los más brillantes de la saga, y esa genialidad, unida a la reminiscencia tan directa de Miyazaki, nos envolvió en un buen rollismo tan agradable que una vez dentro del juego apetecía dejar a un lado la soledad del aventurero y conocer las preocupaciones de los habitantes del reino.
Un mundo lleno de personajes memorables
Profundizando en sus habitantes toca hacer especial hincapié en Zelda y los elegidos. Por fin aparecía la princesa que necesitaba la saga: madura, auténtica, con preocupaciones básicas, con celos y con un instinto de protección tan sobrehumano que cualquier rincón del reino de Hyrule se sentiría arropado (mención especial al personalísimo doblaje al castellano por parte de Nerea Alfonso porque un 50% del personaje va con ella).
Por otro lado, los 4 héroes que aguardan en sus correspondientes bestias divinas han convertido ‘Breath of the Wild’ en un título más coral de lo que en un principio se esperaba. Daruk, Mipha, Urbosa y Revali conforman el verdadero hilo argumental en la fragmentada narrativa del título. Estos carismáticos elegidos tienen unas voces tan propias que es imposible no considerarlos parte de nuestro destino y resulta inevitable también no interesarse por resolver sus dificultades.
Por increíble que parezca, nos convertimos en héroes con Link no por derrotar un número incontable de enemigos malgastando espadas o por descubrir decenas de santuarios, sino por ayudar a los desamparados habitantes de un reino en ruinas con ansias de libertad. Ahí reside la esencia, la humanidad y la diferencia de ‘Breath of the Wild’ con respecto a otros títulos de la franquicia: en pensar en el “nosotros” más que en el “yo”.
Con lo dicho y analizado tanto por medios, expertos, fanáticos y agnósticos hasta ahora, y con lo repetitivo y poco exigente que le parece a cierta parte de la comunidad, ¿por qué considerarlo uno de los mejores juegos de la historia? ¿Por qué merece tantos elogios si no es un juego perfecto? ¿Por qué catapultarlo al Olimpo del arte interactivo si apenas existe dificultad?
Cada uno tendrá sus motivos y creerá oportuno ensalzar sus aspectos favoritos de tal o cual parte de la aventura. 'Breath of the Wild' es (con todas las letras y en mayúscula) una obra de arte que dignifica nuestra pasión y la eleva al estadio que se merece. Es innegable, Nintendo ha elaborado un cóctel de sensaciones sabroso e inolvidable, pero si me preguntan a mí -y aprovechando el altavoz que me vuelve a prestar la familia de Vida Extra- no tengo la menor duda.
Desde el preciso instante en el que comencé a descubrir la inmensidad de su propuesta apareció una nueva categoría en mi corazón de jugador. Un trofeo platino de incalculable valor que además de hacerme crecer como espectador activo me ayudó a valorar el milimétrico trabajo de autor que lo compone. ‘The Legend of Zelda: Breath of the Wild’ alcanzó mi rocosa cumbre de viciado exigente por convertirse, sin complejos y sin reservas, en el motor que invite a mi futuro hijo a enamorarse del videojuego como lo hizo ‘Ocarina of Time’ conmigo.
Parece mentira, desde luego que sí, pero el paso del tiempo es lo que tiene y no existe mayor muestra de cariño y admiración con una obra que ésta.
Por muchos más años atrapando a nuevos jugadores con gusto, talento y amor. Feliz aniversario.
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