Watch Dogs: análisis

Watch Dogs: análisis
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Tras el lanzamiento de 'GTA III' la acción en un mundo abierto se convirtió en referente. Todos querían repetir la hazaña de Rockstar y el género sandbox vivió su mejor época. Lo intentaron 'The Getaway', el recientemente resucitado 'True Crime' y otros que fueron lo suficientemente listos para intentar añadir algo más. 'Just Cause' y aventuras de sello Marvel como 'Spiderman 2' o 'Hulk: Ultimate Destruction' serían un buen ejemplo. Entre esa maraña de intentos fallidos siempre hay contadas excepciones que destacan. 'Watch Dogs' es una de ellas.

Su único problema es que le ha tocado vivir una época complicada, una nueva generación que el desarrollo de Ubisoft se encargó de abanderar y aún no ha mostrado todo su potencial. 'Watch Dogs' es un reflejo de esa situación, algún día conseguirá destapar su potencial pero lo que ofrece ahora es lo justo para conseguir ilusionar.

Watch Dogs: eterna promesa

Watch Dogs

En 'Watch Dogs' viajamos hasta una Chicago virtual para ponernos en la piel de Aiden Pearce, un hacker al estilo Operación Swordfish que quiere vengar la muerte de un familiar mientras lucha contra el crimen y destapa la corrupción.

Un Batman que cambia la capa por la gabardina y el batarang por un teléfono móvil con acceso al sistema operativo que lo controla todo.

Semáforos, grúas, puentes o destrozar el sistema eléctrico de toda una manzana. Todo con un golpe de botón.

Hackear es nuestra arma y a menudo se convierte en mejor aliado que todo ese alijo que llevamos bajo la chaqueta. La rueda de selección ha vuelto para quedarse y desde ese submenú podremos crear gadgets y movernos entre todo el armamento.

No faltan las tiendas, juegos y secretos que ayudarán a hacer más llevadero el paso por la campaña y alargarán la vida del juego al terminarla. Hay mucho por hacer en 'Watch Dogs' aunque no todas las opciones sean igual de interesantes. ¿Ajedrez o explosiones? Está claro.

De esa mezcolanza se contagia su campaña, que tarda en arrancar y luego te planta en las narices un final de vértigo, previsible pero plagado de acción y momentos divertidísimos que te invitan a aprovechar todo lo aprendido. Es en esas misiones cuando 'Watch Dogs' brilla con más fuerza, pero como en el caso de los atracos y 'GTA V', el resto del juego se siente más vacío y menos emocionante.

Un día cualquiera en Watch Dogs

Nuestra misión es encontrar a un tipo cuyo nombre habrás escuchado en infinidad de ocasiones pero cuyo papel en al historia no recordarás. Como estamos en la otra punta de Chicago (escenario enorme pero demasiado genérico para que los caminos se graben en tu cabeza) decidimos optar por el viaje rápido desde el mapa.

Cuando llegamos el loco ha cogido un camión de bomberos y se inicia una persecución trepidante en la que el hackeo de semáforos y las tapas de alcantarilla explosivas se convierten en nuestra mejor arma para librarnos de la policía que nos persigue. Consiguiéndolo en el momento clave el juego se recrea en el espectáculo del accidente para dejarte al control del volante un par de segundos después. Tu objetivo se ha estampado y tú bajas del coche sacando una pistola con silenciador, activando el tiempo bala y liquidándolo de un tiro en la cabeza. Un momento épico.

Watch Dogs

Vigilante

Aiden Pearce utilizará sus habilidades como hacker para hacerse con el control de la ciudad y destapar a políticos corruptos. El antihéroe del 15-M.

La policía sigue buscándote pero el tren llega con puntualidad a la estación y decides pararlo unos segundos más desde tu teléfono móvil. Sube las escaleras, entra al vagón y vuelve a activarlo para escapar del cadáver y que la huida sume un puñado de puntos a tu marcador.

Sandbox Frankenstein

A grandes rasgos eso es lo mejor de 'Watch Dogs', es la película de acción del verano que quiere contar una historia y repartir moralina pero tropieza en el intento. Mercado negro, control de la población, escándalos políticos. Muy bien, mejor que otro ataque orquestado por un ruso con residencia en Oriente Medio, pero no puedes plantarme en las narices un tema como la trata de blancas y luego pedirme que asesine a un hacker DJ que lleva una máscara de ratón. Hay más giros así, pero os invito a descubrirlos por vuestra cuenta.

Las bondades de 'Watch Dogs' son otras y la intención de querer abarcarlo todo no consigue mejorar la fórmula. De todo lo que incluye se echa algo en falta, pero lo presentado es tan bueno que cuesta quejarse por ello.

Hay un poco de 'Hitman', por la frialdad del personaje y las herramientas que tiene a su alcance para ejecutar contratos, algo de 'Need for Speed' por las brillantes persecuciones y el aprovechamiento del entorno, y por supuesto las reminescencias a 'Assassin's Creed', apoyadas aquí por el sigilo y la exploración de la zona antes de un ataque.

Puestos a incluirle algo me ha faltado un poco de 'The Bourne Conspiracy' o 'Splinter Cell: Conviction', poder jugar más con el entorno y no limitarte a las cámaras o las persianas. Pero eso queda como deseo para una probable secuela.

Watch Dogs

Moral desdibujada

De salvar una damisela en apuros a atropellar un civil por accidente hay sólo un par de segundos. Tú eliges cómo te afecta el karma.

El hackeo de cámaras de seguridad servirá de colchón para los que se cansen con demasiado frenetismo a base de metralleta y neumático quemado, ese instante de pausa antes de la tormenta en el que saltas de imagen en imagen para controlar la posición de enemigos, realizar alguna ejecución con un hackeo remoto o encontrar la solución al puzle que te presenta su sistema de puertas y cableados.

Cuando consigue escapar de esas tediosas misiones de seguimiento marca de la casa (las mismas que lastran el ritmo de cualquier 'Assassin's Creed') es un juego divertidísimo con multitud de opciones a tu alcance. O vas en plan ninja apaleando enemigos durante un apagón o siembras el caos metralleta en mano. Lo mejor está en las misiones de convoy y un par de la campaña, en un escenario a la espera del enemigo y con tiempo para preparar el ataque.

Destapa el troll que hay en ti

Algo así debería integrarse en su multijugador, un cooperativo al estilo horda en el que dos o más agentes defiendan la base de las oleadas que se acerquen. Aquí por equipos o en solitario debemos desencriptar una clave manteniéndola en nuestro poder. Si mueres la pierdes y queda desperdigada en el suelo, así que en vez de cogerla puedes intentar trollear al que vaya corriendo a buscarla.

Watch Dogs

Troll hacker

Irrumpe en la partida de otro jugador para molestarlo, pero para ganar tienes que hacerlo sin causarle daños.

Hay mala leche en este multijugador y es algo que engancha. La más lograda te la cruzas en la campaña, cuando durante el viaje a la siguiente misión te encuentras con un jugador que ha accedido a tu partida y te está robando los datos. Empiezas a dar vueltas por la zona como pollo sin cabeza, pensando en lo estúpido que debe estar resultando tu patrón de movimientos para el que vigila detrás de una esquina, subido a un ascensor o agazapado dentro de un coche.

Me ha tranquilizado saber que no soy el único torpe, que al ser yo el que invade la partida de otro jugador todos actuamos igual ante una amenaza que no nos esperamos. Es curioso pero no algo que puedas explotar durante semanas.

La falta de personalización en el juego, con clases predefinidas y Aiden Pearce como personaje jugable, te enfrenta a ancianas y demás personajes aleatorios en carreras de coches y duelos a mano armada. Podrás desbloquear contenido y habilidades pero no tardarás en volver a tu multijguador habitual.

Otro de los añadidos que no le viene nada mal a su faceta competitiva es la inclusión de marcadores. En segmentos como las visiones virtuales (la droga que nos traslada a experiencias como controlar una araña mecánica gigante mezcla de Ghost in the Shell y Spiderman o conducir reventando zombis en un 'Carmageddon' infernal) son una buena baza. Los piques con amigos se suman a las nuevas habilidades que consigues al subir de nivel y será bastante habitual que más de uno pierda una tarde destrozando helicópteros desde una pared.

Watch Dogs

Drogas del siglo XXII

Arañas gigantes, sigilo, conducción o un endless runner psicodélico. Sirven para desconectar del juego y son un filón para futuros DLC.

Watch Dogs es una maratón

Los coleccionables repartidos por Chicago tienen su recompensa, una misión adicional en la que, por lo general, las cosas suelen desmadrarse bastante. Servirán para atar algunos cabos de la historia y aprovechar unas habilidades que, más allá de su multijugador, no volverás a usar demasiado.

Todas las misiones secundarias están a la vista en el mapa así que lo único que necesitas son más ganas de jugar a 'Watch Dogs'. Y si te gusta cómo funciona durante los primeros compases lo más probable es que acabes jugando hasta desbloquear el trofeo platino.

Ser entretenido no te convierte en juegazo y la oportunidad que tenía 'Watch Dogs' de encarrilar el cambio se pierde entre unos atardeceres memorables y unas explosiones alucinantes. El resto es un juego de PS3 al límite, una gran idea que lo habría pasado peor lanzándose después del próximo E3.

Si tenías ganas de 'Watch Dogs' ya sabes a qué hemos venido: tiroteos, persecuciones y un puzle asequible como guinda al pastel. Si vas a pedirle más deberías replantearte tu hambre. Si su margen de mejora es como el de la saga 'Assassin's Creed' podemos estar ante una franquicia muy interesante, pero por ahora es otro aperitivo más de la nueva generación.

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A favor

  • Muchas horas de juego
  • Hackear puentes y semáforos mientras te persigue la policía
  • Es una película de acción y tú eres el director

En contra

  • Multijugador muy justo
  • El salto gráfico no es ninguna locura
  • A la historia le falta ritmo
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