Llegué a 'Sniper Elite 3' con ganas, y tiene su mérito después de lo descontento que quedé con 'Sniper Elite V2', sus escenarios pasilleros y su poco mimo a la hora de implementar el sigilo. Llegué con ganas porque aparentemente eso se había arreglado en esta tercera entrega, pero como veréis en el siguiente análisis casi todo en este juego de Rebellion tiene sus peros.
Imagino que los que le seguíais la pista y habéis pasado ya por alguna entrega de la saga sabréis lo que viene a continuación. Como antaño 'Sniper Elite 3' es un juego divertido si llegas a él consciente de dónde están sus límites, pero no es menos cierto que es carne de rebajas de Steam y no de tirarte de cabeza a por él.
El Sniper Elite 3 que soñaba con la gloria
Pintaba bien lo de escenarios más abiertos y tiene muestras de ello, dejes en la mayoría de los casos, pero sí más libertad a la hora de escoger rutas, posiciones y encarar el ataque a cada nivel como quieras. Lo importante es actuar como un fantasma y levantar la menor atención posible.
Lamentablemente en muchas ocasiones acaba siendo un "o por aquí o por allí" sin muchas más opciones, y sólo cuando entras a un nivel y te alcanza la vista de todo tienes la sensación de estar ante lo que esperabas, por pocas dimensiones que tenga el mapeado.
Puede que en ocasiones te veas corriendo hacia el punto de control pasando olímpicamente de limpiar el nivel de enemigos, pero viendo que eso acaba siendo más efectivo que tirarte media hora planeando y elaborando una estrategia casi perfecta que acaba con tu vida por un error tonto, acabas por no poder evitarlo.
Estaréis pensando que ahí la culpa es mía, por ser un manco a los mandos y, bueno, podría darse el caso en un momento puntual, pero las mayores pérdidas de tiempo al frente de 'Sniper Elite 3' las he vivido por culpa del juego. Imagino que lo veréis más claro con un caso práctico, un ejemplo de cómo el juego se abofetea a sí mismo sin miramientos.
El día a día de un francotirador bug
Nos encontramos en una zona desértica con una estructura plagado de nazis y varios objetivos por delante. El principal es encontrar a un oficial que debería llevarnos a una fuente de información sobre los planes del eje, así que como hemos hecho en niveles anteriores nos acercamos a la zona para ver qué se cuece.
Marcamos a los enemigos con los prismáticos, no todos porque nuestra memoria tiene un límite, pero los suficientes para ir limpiando el escenario y que el trabajo sea más fácil. Un disparo de pistola por aquí, un estrangulamiento por allá, una pequeña hoguera frente a un depósito de combustible para llevarnos por delante a dos o tres soldados...
No todo va a salirnos siempre bien, y una mala sincronización entre el disparo de nuestro rifle y el ruido de un avión que debía silenciarlo enciende la alarma. No hay problema porque sólo quedan dos o tres soldados por allí y pasada la fase de atención máxima vuelven a lo suyo como si no hubiese pasado nada.
Los eliminamos y nos dirigimos a la torre que nos marca el objetivo. Hay que subir a lo más alto y escuchar desde allí una conversación entre tres oficiales para averiguar cuál de ellos será nuestro objetivo.
Acaba siendo más fácil de lo que pensábamos porque mientras los tres se dirigen a la reunión y sin que tengan tiempo de articular palabra, marcamos a dos y el segundo resulta ser el que, a posteriori, se declarará apto para recoger los papeles que buscamos.
Bueno, eso que nos ahorramos, así que mientras pasan los segundos y ellos van hablando de sus cosas, nosotros esperamos. Terminada la conversación seguimos con los prismáticos a los tres y, como se separan, decidimos liquidar a los dos que no nos interesan con el rifle francotirador valiéndonos del ruido de un motor averiado para que nadie se entere de nada.
Perfecta sincronización de disparo y ruido, la bala vuela a través del escenario e impacta en la parte trasera del cráneo abriéndose paso entre los sesos y reventándole la mandíbula en la salida. Misión fallida. ¿Qué? ¿Por qué? Porque sí.
Volvemos al último punto de control y, por arte de magia y con el escenario completamente vacío, el sistema de alarma permanece en modo alerta. Como ni nos va ni nos viene porque no hay nadie que nos haya visto y es un error del juego, nos vamos para la torre. Subimos hasta arriba. Deshazte de la amenaza antes de poder saltar al siguiente objetivo. Eh, señor juego, que no hay ninguna amenaza, que salgan ya los oficiales. Pues nada, baja otra vez las escaleras y, cuando llegues abajo: amenaza eliminada, vuelve a subir acordándote de la madre de alguien.
Soldados con paciencia de acero
¿Reacción exagerada? Puede que la primera vez lo sea, pero cuando tras ese incidente ocurre otro y tienes que volver a pasar por el mismo trámite algo hay que no acaba de funcionar bien. Por suerte el fallo en los checkpoints, capaces de guardar la partida tras dos objetivos estúpidos pero obviando esa posibilidad cuando has realizado dos proezas distintas, se salva pudiendo guardar la partida en todo momento.
Si no te acuerdas de hacerlo a menudo, tranquilo, el juego se encargará de que lo hagas para evitar la frustración. Es entonces cuando decides que, ya que el juego pone unas normas, yo pondré las mías, y pasas olímpicamente de las patrullas soporíferas y aprovechas la inteligencia artificial de chiste para correr como un John Rambo que ha cambiado la ametralladora por un rifle de francotirador.
Os parecerá bastante de coña, pero dado que aquí lo divertido es jugar con el francotirador, es en esos momentos en los que me he vuelto completamente loco cuando más he disfrutado del juego. Ahí y cuando la superioridad de un fantasma agazapado entre la hierba es real, cuando los enemigos corren como pollo sin cabeza y calculas la trayectoria de la bala para hacer que el dicho se convierta en algo literal.
Soldado muerto por aquí, camión volando en mil pedazos por allá y tanque convirtiéndose en pasto de las llamas tras dos disparos certeros como guinda al pastel. Alguno se llevará las manos a la cabeza pensando que así no se juega, y no le faltará razón, pero de lo contrario estás ante un juego que por repetitivo y falto de ideas se te va a hacer tremendamente largo.
Sigue intentándolo, Sniper Elite
Si quieres un juego sobre el papel del francotirador, es lo que hay, y lo cierto es que tampoco encontrarás en el mercado otra joya capaz de hacerle sombra provocando sonrojo en la cara de los desarrolladores. Al menos aquí incluso se han currado un divertido modo cooperativo y multijugador en el que repartir perdigonazos contra otros usuarios.
Hablando en plata, el juego es así porque ser francotirador es así, ya lo dijeron Sniper Wolf y The End, pero los errores y la falta de un sistema más orientado a la simulación, más acorde a lo que significa estar entre esta clase de soldados, lo convierte en un batiburrillo a medio camino entre un shooter más y lo que debería ser para hacer honor a su nombre.
Si te llama la propuesta, eres fan de los headshot y de ver cómo una bala es capaz de atravesar corazones y testículos a través de rayos X, dale una oportunidad. Ya sabes lo que te espera, para bien y para mal, así que ahora que tienes controladas tus expectativas lo acabes disfrutando sin muchas pretensiones que empañen el sabor final. Por lo demás, otra vez será.
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A favor
- La cámara de rayos X sigue siendo un puntazo
- Si te gusta el sigilo puedes sacarle mucho partido
- El multijugador es original y divertido
En contra
- Los errores campan a sus anchas
- Acaba haciéndose bastante repetitivo
- Los escenarios son más grandes, pero sólo para pasear
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