Espadas samuráis, demonios japoneses y apoteósicas batallas en clave de anime. La genuina esencia del chambara llevada a la animación digital tiene nombre propio en Netflix: Onimusha. Sus raíces nos llevan hasta la saga de videojuegos homónima y se sostienen sobre el mito de un héroe legendario: Musashi Miyamoto. Una figura histórica que, hasta ahora, solo había hecho un par de pequeños cameos en ella. Y eso que se trata del mejor espadachín de la historia de Japón. Lo cual deriva en una premisa irresistible: ¿y si el invencible samurái errante luchase con el guantelete de los Oni?
Lo primero es lo primero: no te preocupes si el nombre del ronin por antonomasia te suena a chino (o japonés en este caso) o ese cachivache con lucecitas que lleva en el brazo no te dice nada: la serie de Onimusha transcurre de forma paralela a los juegos de Capcom y las pocas nociones que puedas tener sobre el prolongado periodo feudal del país del sol naciente sirven para enriquecer tu experiencia como espectador, pero no son un requisito previo. Dicho lo cual, si te gusta el cine de samuráis vas a alucinar.
El anime de Onimusha da exactamente lo que promete. Intercalando clichés y leyendas del folklore japonés con elementos que solo existen en el universo de los videojuegos de Capcom. Y lo hace de maravilla. Si reducimos la propuesta a una frase, basta con decir que veremos el complicado viaje de Musashi Miyamoto junto con otros samuráis mientras siguen el rastro de demonios y viejos enemigos. Sencillo, ¿no?
Ahora bien, lo verdaderamente interesante viene al añadir los elementos de la saga de videojuegos. Y es que Musashi no sospechaba al aceptar el encargo que acabaría rebasando sus propios límites como maestro de las dos espadas; ni tampoco que experimentará su combate definitivo a una escala demoníaca. No solo contra su máximo rival, que también, sino contra él mismo.
Es decir, la serie Onimusha se atreve a mostrar cómo el guerrero, filósofo y estudioso de las artes marciales trasciende a la propia humanidad. Lo hace regando cada episodio de licencias de cara al personaje principal para apoyarse más y mejor en el universo de fantasía oscura de los juegos de Capcom. Y, en el proceso, nos lleva hasta un nuevo rincón que lleva demasiado tiempo pidiendo una nueva entrega.
Y pese a que este retrato de Miyamoto no tiene mucho que ver con el visto en otras obras como Vagabond y hereda elementos sueltos y a conveniencia de El Libro de los Cinco anillos, acierta de pleno en algo: ya que es imposible ver dónde acaba el samurái y empieza el mito, Onimusha explora ese área llena de posibilidades barriendo siempre para casa.
El combate definitivo de Musashi Miyamoto
Siete siluetas atraviesan un feudo con un propósito: limpiarlo de demonios. Cinco de ellos son poderosos samuráis especializados en diferentes áreas de la estrategia y el combate. Otro es un monje cuya misión es proteger un artefacto peligroso capaz de erradicar el mal. La última figura es la que marcará la diferencia. Y no es para menos: se trata de Musashi Miyamoto, el mejor espadachín de Japón.
Musashi aparenta ser poco serio y desaliñado, pero es plenamente consciente de que el paso a través del feudo es traicionero. Sus días de juventud quedaron atrás, pero el cansancio de su cuerpo se contrasta con la experiencia adquirida en sus combates y la búsqueda de la perfección en las artes marciales. ¿Es posible que haya llegado al límite de un ser humano con el arte de las espadas? Esta nueva misión le dará la respuesta.
Tras varios contratiempos y revelaciones, el grupo llega a un pequeño pueblo aparentemente abandonado. En él descubren que solo queda una niña y, pese a ser puro carácter, hace bien en no confiar en nadie: el mal que arrasó su hogar sigue latente y lo que es peor: quienes una vez habitaron las casas vacías ahora son muertos en vida al servicio de los demonios Genma. ¿Qué está pasando?
Iemon, quien se instruyó junto a los acompañantes de Musashi, ha empezado su propia revolución para poner fin a los días de los samuráis y el sistema de lealtad feudal. Para lograrlo, ha comenzado a emplear artes oscuras combinadas con el poder de los demonios. Esclavizando civiles para su causa y resucitando a los rivales de Musashi Miyamoto, quienes están más que entusiasmados de tener una revancha con él y mostrarle sus nuevas y monstruosas habilidades infernales.
Ante esto, y viendo que no bastará con su habilidad con las espadas, Musashi toma una determinación. Como recurso desesperado, dará uso al artefacto que custodia el grupo: un guantelete de los Oni, un clan de poderosos ogros, capaz de atrapar los demonios en su interior. ¿El precio a pagar? Además de un notable desgaste físico, es posible que el guantelete se cobre su propia humanidad y acabe convertido en el Onimusha.
La serie de Netflix se divide en ocho episodios de más de media hora cada uno. Todos ellos contundentes, garantizando al menos dos grandes batallas con unas coreografías espectaculares, más inspiradas en el cine de samuráis que en las sensaciones jugables de los títulos de la saga de Capcom. Y esto no es un punto en contra, que conste, ya que al final lo que aportan los videojuegos es el contexto y nunca se pierde la perspectiva del proyecto: llevar a Musashi Miyamoto al universo de Onimusha y, desde ahí, ponerlo contra las cuerdas.
¿Cuánto hay del videojuego de Capcom en Onimusha?
Netflix y Capcom revalidan su alianza con el estudio Sublimation y su personal clave tras acertar de pleno con su espectacular adaptación de Dragon’s Dogma: Shinya Sugai repite como director y se ficha a Hideyuki Kurata (Goblin Slayer, Made in Abyss) para dar forma a un libreto que encaja como un guante ofrecernos una historia jamás contada completamente integrada dentro del universo de los juegos de Onimusha. Logrando que la participación de Musashi Miyamoto no sea solo un reclamo para el espectador, sino una pieza clave para el desarrollo de la trama original.
En lo que respecta a la animación, toca volver a quitarse el sombrero con Sublimation difuminando más y mejor la línea que separa el anime tradicional y la animación digital. Y pese a que en reposo es posible que las posturas o la gesticulación corporal delate que los personajes no han sido dibujados, en los momentos de tensión y acción se obra la magia y nos topamos con una serie que capta la esencia del anime atemporal y se apega con maestría al cine de samuráis del que tanto bebe.
De hecho, parte de estos aciertos provienen de un acertadísimo diseño de personajes que llevan la firma del fallecido Kim Jung Gi (artista que fascinó a Blizzard o CD Projekt RED) con una única excepción: la voz japonesa de Musashi Miyamoto pertenece a Akio Otsuka; pero su rostro se inspira en el también legendario actor Toshiro Mifune, lo cual es un acierto épico: además de colaborar con Akira Kurosawa en películas como Los Siete Samurais de (1954), Mifune interpretó al personaje titular de Samurai I: Musashi Miyamoto y sus secuelas.
Entonces, ¿Cuánto hay del videojuego de Capcom en la serie de Onimusha? Técnicamente, el personaje de Musashi Miyamoto ya había asomado en la saga como luchador secreto en Onimusha: Blade Warriors y habíamos visto una versión joven de él mismo en el manga Onimusha: Night of Genesis. Pero al final no se puede decir que hay una conexión con sus apariciones anteriores en los juegos, sino una iniciativa por acomodar al personaje al universo en el que éstos transcurren. Cosa que se borda capítulo a capítulo.
Musashi Miyamoto blande el Guantelete de los Oni como ya hizo Samanosuke Akechi en el juego original, y al final tiene esa relación simbiótica con los Oni a la hora de extraer su enorme poder para sumarlo a su técnica y habilidad sin rival; pero en Sublimation son plenamente conscientes de que lo que están dando forma no es la adaptación de un juego que ya existe, sino una historia original para un medio diferente y un formato episódico. Y conjugan esos elementos en favor del resultado final para complacer a los fans y, ya puestos, a quienes desean ver una serie de samuráis y fantasía oscura.
Eso no quiere decir que haya cierta estructura narrativa de videojuego o de anime basado en un manga Shonen (el protagonista y sus aliados ponen rumbo a la fortaleza del enemigo enfrentándose a rivales cada vez más fuertes) pero el uso de los clichés siempre está bien fundamentado y atado a la figura de su protagonista. Regalándonos, en última instancia, un final abierto a interpretaciones que eleva el mito de Musashi Miyamoto mientras se reaviva su duelo definitivo. Tanto con su mayor rival Sasaki Kojiro, que también existió, como contra si mismo.
La opinión de VidaExtra
Capcom nos ha dado más disgustos que alegrías en el cine a la hora de llevar sus personajes más allá de los videojuegos, pero hay que reconocer que (con alguna bochornosa excepción) ha encontrado en Netflix un socio de ensueño a la hora de convertir sus éxitos en franquicias. Tanto con Dragon's Dogma, como con Monster Hunter y, de manera selectiva, hasta con Resident Evil.
El caso de Onimusha es un siguiente buen paso en la dirección correcta con un aliciente extra: la saga de juegos lleva desde 2006 sin una entrega numerada y más de una década sin ofrecer un nuevo título más allá de remasters. Si el gran plan era lanzar una sonda para resucitar su universo de fantasía de corte nipón, ha acertado de pleno con la idea y los ingredientes.
Como serie, Onimusha sabe ofrecer algo nuevo a todo el mundo partiendo de los clichés. Usándolos a su favor. A los que han visto muchas películas de samuráis les da esos momentos épicos que solo se han visto en el anime y los videojuegos; y a los que vienen atraídos por el recuerdo de la saga de Capcom una historia nueva con un protagonista que siempre ha pedido a gritos ser mucho más que un secundario en ese retorcido japón feudal dominado por demonios.
A nivel artístico, Onimusha revalida esa tendencia por ofrecer lo mejor de la animación tradicional y digital, combinando escenarios dibujados artesanalmente con personajes que aguantan el tipo en combates formidables, coreografías complejas, habilidades sobrehumanas y, además, mantener la compostura y la tensión a base de expresiones cuidadas que delantan intenciones. Lo cual no es fácil cuando se trata de producciones de animación digital para la pequeña pantalla.
Por cierto, siguiendo la tradición de Netflix, el tema principal de esta nueva adaptación se delega a una banda que apenas necesita presentaciones: THE LONELIEST está interpretado nada menos que por Måneskin. consolidando un auténtico Dream Team para dar nueva vida a ese universo de fantasía oscura nipona que nos deslumbró hace ya más de 20 años en los videojuegos.
En un año en el que los enamorados de los videojuegos hemos tenido montones de alegrías en lo que respecta a las adaptaciones para la pequeña y la gran pantalla, Onimusha se posiciona como un nuevo triunfo para los fans de Capcom y para los suscriptores del catálogo de Netflix. Pero, sobre todo, como una prueba de que a las purgas demoníacas de Capcom a golpe de espada todavía le quedan grandes alegrías por dar. Sobre todo, tras ver cómo las invencibles katanas de Musashi Miyamoto reivindican nueva vida para una saga que triunfó en PS2 y se resiste a ser olvidada.
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