Por fin he probado Dragon's Dogma 2: Capcom ha conseguido crear el mundo de rol y fantasía que llevo 25 años esperando

Por fin he probado Dragon's Dogma 2: Capcom ha conseguido crear el mundo de rol y fantasía que llevo 25 años esperando

De la mano de Hideaki Itsuno, el equipo nipón se libera de las limitaciones de su anterior entrega con potencia

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Imagen de Dragons Dogma 2 (Capcom)

Recuerdo la primera vez que vi el primer Dragon's Dogma en movimiento como si fuese ayer. Siempre había soñado con un RPG que tuviese la libertad como bandera: libertad para explorar, libertad para moverme, y libertad para pelear. Pese a sus restricciones (lógicas teniendo en cuenta la época), eso fue exactamente lo que me inspiró el primer RPG de Hideaki Itsuno. Ahora, más de una década después, he podido probar Dragon's Dogma 2 y creo que nunca había estado tan cerca de ese juego de rol de ensueño.

Está claro que la jugabilidad emergente está a la orden del día. Exitazos de 2023 como The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom y Baldur's Gate 3 demuestran que cuando los desarrolladores sueltan de la mano a sus jugadores, la pirotecnia jugable que puede salir de ahí da lugar a una experiencia que parece casi mágica. Mi hora jugando a Dragon's Dogma 2 apunta en una dirección similar, y es que lo nuevo de Capcom tiene una misión: conservar todo lo bueno de su predecesor, pero darle unas alas solo posibles gracias a las nuevas generaciones de hardware que potencian a los videojuegos actuales.

Dragon's Dogma 2, el juego soñado de Itsuno... y el mío

¿En qué se traduce esto a la hora de tener el mando en las manos? En un juego extremadamente orgánico, y no solo en cuanto a los resultados de nuestras acciones, sino también en lo que a los sentimientos que genera su mundo, algo que simplemente no habría sido posible hace una década.

En mi sesión con Dragon's Dogma 2, pude comprobar hasta qué punto el juego es tan continuista como rompedor. Con tres clases a elegir (no te preocupes, hay más que todavía no han desvelado), lo jugable se siente exactamente como lo que cabría esperar: una evolución de lo que tenía para ofrecernos su precuela. Por mis manos pasaron el arquero, el luchador y el pícaro, tres profesiones muy diferentes entre que sí y un ejemplo perfecto de lo diversificada que está la acción dentro del título. De nuevo, situándose a medio camino entre un RPG más pausado y un título de accíón ultrafrenético, no se ha perdido ni una pizca de lo esencial en la transición a las nuevas generaciones. Los ataques pesados tienen contundencia, los ligeros son ágiles y las diferentes técnicas y habilidades de las clases tienen un peso tanto físico como estratégico, marcando verdaderamente la diferencia a la hora de usarlas.

Imagen de Dragons Dogma 2 (Capcom)

Continuista, y no por eso menos potente

Las cosas como son, Dragon's Dogma no ha dejado de ser Dragon's Dogma, y el ejemplo más palpable de ello viene en forma de su jugabilidad. Si el primer juego ya era una base potente, aquí el flujo de la acción ha sido ajustado al milímetro, pero no ha sido deformado hasta ser irreconocible. Es, en todos los aspectos, una evolución más fluida, ágil y espectacular de un sistema que ya era sólido como el acero, combinando con gracia golpes con ataques especiales y la ya clásica manera de relacionarnos con nuestros contrincantes. Más allá de los golpes, hay una cierta corporeidad detrás de nuestros enemigos, algo que permite agarrarlos o treparlos como en el primer título.

No se ha perdido el sentimiento de estar más presente en este mundo de fantasía medieval que en otros similares, y esa es parte del alma del juego. A esto, obviamente, hay que sumarle el retorno de los Peones, NPC especiales con diferentes clases y habilidades que te ayudarán en todas las batallas y que sirven para que puedas equilibrar tu equipo. En general, estos cumplieron con su cometido y consiguieron que los enfrentamientos fuesen tan dinámicos como orgánicos en mi travesía, aunque, en lo personal, siguen siendo figuras de cartón que contrastan con los grandes compañeros que hemos tenido en otros juegos de rol este año. Aun así, esa es exactamente su razón de ser, y eso no significa que no vayamos a hallar personajes memorables en nuestras aventuras.

Imagen de Dragons Dogma 2 (Capcom)

El mundo de rol y fantasía que llevo 25 años esperando

Pero no todo es el combate en un RPG, y es que el mundo y la manera en la que se interactúa con él en lo nuevo de Capcom también es una delicia. Si el primer Dragon's Dogma ya de por sí era un buen título para explorar y perderse, los paisajes de esta secuela son para quitar el hipo. El RE Engine demuestra que no solo sirve para hacer survival horrors y juegos de pelea, sino también mundos abiertos impactantes. Con una densidad y frondosidad que me ha enamorado, pocas son las veces en las que he podido olvidarme de que estaba en un videojuego de mundo abierto para sentir, de verdad, que me había trasladado a una tierra de fantasía. Se puede sentir en la vegetación, en la iluminación y en los gráficos una atención y mimo espectaculares que alejan al videojuego de tener simples "niveles" y los acercan a ser "lugares" en los que estar digitalmente.

Desde enormes acantilados y preciosos bosques hasta cuevas oscuras y malrrolleras, la ambientación del título es exquisita y verdaderamente vende la ilusión de que estás en una aventura. Lejos de hacer que estas localizaciones sean decorados acartonados de muy alta resolución, lo que sí que me encontré en mi sesión fueron resultados emergentes. Utilizar parte del mobiliario para lanzarlo contra los enemigos, volver sus trampas contra ellos o incluso destruir mis internos (como un puente colgante) para acabar con mis adversarios me dejaron claro que este RPG recompensa al observador. Hablando con el representante de Capcom, me contó que ha llegado a ver presas destruidas a propósito para usar los torrentes de agua que acumulan en contra de los enemigos que hay en el paso.

Dragon’s Dogma 2 es, desde ya, una de mis mayores esperanzas para 2024

La impresión que me ha dejado esta hora con Dragon's Dogma 2 puede parecer muy rotunda para el tiempo que he pasado a los mandos, pero no es poco merecida. Es un RPG, sí, pero también diría que es casi un simulador de aventuras. Sin librarse de los números, los encargos típicos del género y las multitudes de menús, de lo que sí que se ha deshecho, es de los límites planteados por la tecnología que constreñían su premisa hace una década.

Ahora mismo, no puedo más que pensar en el buen sabor de boca que me ha dejado sentirme tan presente dentro del título. A sabiendas de que hay más clases y sinergias que probar, todo un mundo que no he visto y una trama de llena de misterios cuyos detalles no quiero spoilear, lo nuevo de Capcom se ha convertido con estos 60 minutos en uno de mis videojuegos más esperados para 2024.

En VidaExtra | Todo sobre Dragon's Dogma 2, la esperada secuela del RPG de acción de Capcom con un formidable mundo de fantasía

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