Análisis de Potionomics: demos gracias por los juegos bonitos (y los que denuncian el capitalismo desmedido y las hipotecas abusivas)

Demasiadas decepciones recientes como para no querer refugiarme en algo como Potionomics, uno de esos juegos que te curan el alma y te abrazan con la calidez de un pijama de franela en el día más frío del año. Lo que no esperaba es que luego me pegase una patada en el culo y me lanzase al infierno sin posibilidad de ponerme algo más fresco.

Potionomics es uno de esos juegos que engañan a la vista y luego te la meten doblada. Una ácida crítica al capitalismo vestida de colores pastel y simpáticos personajes que, entre competencia encarnizada, publicidad engañosa y desestabilización del ecosistema por culpa de la industrialización, nos pondrá a gestionar una tienda de pociones. No, yo tampoco vi venir esta vaina ni un poquito.

El lado más tierno y entrañable de Potionomics

Acabas de heredar la destartalada tienda de pociones de tu tío y debes llevarla hasta lo más alto a base de crear pociones, venderlas y aprovechar las ganancias para conseguir ingredientes y mejorar el aspecto y las posibilidades del negocio. Colocar bayas en un caldero, decorar el escaparate para atraer más clientes, renovar el suelo y las paredes para darle un aspecto más acogedor…

Desde fuera parece la viva imagen de un juego de diseño acogedor, una idea preconcebida que termina de grabar a fuego en tu cabeza un impresionante estilo visual que, pese a lo mucho que puedas llegar a disfrutarlo, siempre estará un punto por encima de todo lo demás. Ya quisieran muchos triples A tener la calidad que atesoran los diseños y animaciones de Potionomics.

Sobre la siempre entretenida tarea de gestionar una tienda, más aún si es de pociones destinadas a mandar héroes a salvar el mundo, se apoyan dos grupos de mecánicas más. Por un lado están las cartas, una colección de tiras y aflojas que utilizaremos contra los clientes que acudan a la tienda con la intención de aumentar el precio de cada poción a base de venderles la moto.

Lo que empieza como una mecánica secundaria acaba ganándose toda nuestra atención con un sistema de lo más entretenido en el que luchar contra las críticas, la mala educación de la gente y la frustración de trabajar de cara al público, a base de bufos y habilidades especiales que aumenten su deseo de comprar cosas de forma compulsiva.

Por el otro, un sistema de amistad en el que, a base de pasar tiempo y hacer crecer los negocios de otros personajes del mapeado como un fauno hippie o unos gatos piratas, podremos impulsar la economía del lugar.

Enviar héroes en busca de ingredientes apoyándolos con las pociones que hemos creado, invertir en empresas locales para aumentar su catálogo de compras, ampliar nuestra tienda, crear encantamientos y campañas de marketing que nos ayuden a seguir vendiendo de la mejor forma posible... Y a todo eso deberás sumarle el flirtear y comerle la oreja al personal para, a base de aumentar tu amistad con cada uno de ellos, también conseguir nuevas cartas para ampliar tu colección de estrategias comerciales.

Una crítica al capitalismo vestida de Pixar

Hasta aquí es fácil que a más de uno le hayan hecho chiribitas los ojos imaginándose lo que tiene por delante, pero sería injusto dejaros sólo con esa idea y no intentar mitigar el guantazo que terminé llevándome yo. Potionomics es, bajo esa entrañable y apetecible fachada, un juego jodido de narices.

La tienda que has heredado no estaba en la mierda más absoluta por pura casualidad. A tu tío se le estaban comiendo vivo las deudas y, aceptando cuidar de su negocio, ahora todas aquellas son tuyas. Tu única salvación en Potionomics es currar caso las 24 horas del día, aprovechando cada minuto como si fuese el último para que, con algo de maña y también un poco de suerte, puedas llegar al día de pago sin terminar viviendo en una caja.

La clave está en un concurso de pociones con jugosos premios que se celebra cada cuatro días y demandará tres pociones de un tipo y nivel de calidad muy concretas que, por descontado, tendrás que defender ante el jurado utilizando el mismo sistema de combate con cartas que mencionábamos unas líneas más arriba.

Conseguir los ingredientes necesarios no es fácil, pero equilibrar la balanza entre hacer crecer la tienda, hacer crecer tus amistades y llegar al día del concurso con el trabajo bien hecho, es aún más complicado. Y si pierdes el concurso y no consigues el dinero para pagar la deuda, hasta luego Mari Carmen. Fin de la partida y a buscar una partida guardada que pueda salvarte de la quema entre las automáticas de los 10 días anteriores.

Cruzarte con un sistema de muerte permanente está lejos de lo que probablemente tenías en mente al ver las imágenes que acompañan al texto, pero termina siendo lo más determinante en un juego que plantea dos corrientes muy distintas.

Por un lado está la del reto que no has visto venir y que puedes terminar abrazando con una mueca desafiante. Por el otro, el de chocar contra el deseo de disfrutar de todos sus otros sistemas sin presiones como si sus colores pastel viniesen acompañados de un modo en el que el mundo del capitalismo sea uno de unicornios y piruletas. Dependiendo de en qué lado caigas, amarás u odiarás este juego.

La opinión de VidaExtra

Por lo divertido de sus mecánicas, lo desafiante de su propuesta y lo cuidadas que están sus posibilidades jugables, Potionomics es uno de esos juegos a los que acudes por lo bien que te entra por los ojos y te quedas por el desafío que termina planteándote. Un reto mucho más complicado y profundo de lo que cualquiera podría llegar a imaginar cuando está embelesado por la inmensa calidad de sus personajes y animaciones.

Que entres o no en esa dinámica será clave para que el juego se convierta para ti en una pequeña joya o que lo abandones superados los 10 primeros días. Mi mensaje, si terminas cayendo, es que vayas más allá y descubras todo lo que ofrece superado ese primer escalón. Lo que tienes por delante cambia lo suficiente como para que merezca la pena el esfuerzo y, de hecho, ha conseguido que Potionomics se cuele entre mis indies favoritos de este año.