Nada podría haberme preparado para la locura que es Paper Beast. El nuevo juego VR de PS4 es una de esas experiencias que no ves venir. El tráiler te vende una experiencia onírica con animalejos y físicas que, pese a mantener en cierto sentido ese espíritu, a los pocos minutos se convierte en un sueño surrealista que debe parecerse bastante a ir puesto de ayahuasca hasta las trancas.
He navegado entre el miedo, la sorpresa y el cariño a bichos virtuales en cuestión de minutos. He vivido un videoclip psicodélico, frenado ríos, congelado a monstruos, creado bancos de arena para ayudar a una familia de bichos a reunirse y presenciado un desfile propio de un circo. Paper Beast puede no ser un juegazo, pero es una de esas locuras que vale la pena probar.
Una locura muy recomendable
Lo que empieza como una aparente simulación de ordenador pronto te lleva a un mundo que parece vivo. Los animales de papel que lo pueblan crean un safari en el que el grande se come al chico y todos buscan la forma de sobrevivir a las inclemencias del tiempo y sus depredadores naturales.
Superada su demencial introducción y ya en el desierto de Paper Beast, lo primero que haces es acojonarte por tener un bicho enorme persiguiéndote. Una suerte de bestia gigante que se acerca a ti más de lo que mandan los cánones de espacio personal y que, pese a su forma surrealista o tal vez por ella, infunde pavor con cada paso que da hacia ti.
Tras perderle el miedo y seguirlo brevemente, una devastadora tormenta desvela su lado más tierno. El bicho te invita a entrar en una cueva y la sella con una piedra para evitar que te hagas daño, como si estuviese cuidando de una cría. La diferencia entre el pavor inicial y la ternura que ocurre pocos momentos después es una de esas emociones que hacen grande a Paper Beast.
No es ningún juegazo, resulta bastante corto y más a menudo de lo que nos gustaría se pierde entre sus fumadas en busca de un mensaje que no consigue hacer mella, pero borda cada una de esas sensaciones que se propone grabarte a fuego, y sólo por eso ya merece una oportunidad.
La esencia de Paper Beast
Jugando a Paper Beast me he acordado muchísimo de From Dust, aquél juego de Ubisoft que nos pedía jugar con las físicas de tierra, arena y agua para proteger a una tribu. Cambiando a aquellos por animales y la figura de una deidad por la de un ente virtual capaz de controlar su entorno, la mayoría de sus niveles persigue una finalidad similar.
Absorber la arena de un sitio para crear un hueco por el que fluya el agua y convierta un páramo en una cuna de la vida, congelar un lago para que los animales puedan cruzar hacia el otro lado en su particular migración, intentar frenar los envites de un río para que los animales puedan cruzar de un lado al otro sin caer por una cascada, crear una presa para que el agua llene un hueco en vez de perderse por un sumidero natural…
La diferencia con el citado juego del 2011 está en que tu poder se limita a manipular los animales, pero no el terreno de forma directa. Hay, por ejemplo, repulsivos gusanos que comen por un lado y sueltan por el otro, permitiendo así crear una manguera que lleve la arena de abajo a arriba de una montaña. Hay escarabajos peloteros que crean bolas de arena que luego puedes trasladar a otros sitios para cubrir una zona resbaladiza. Hay bolas de fuego que permiten derretir el hielo para hacer crecer el curso de un río…
Constantemente se vale de lo orgánico y las físicas a base de pequeños puzles lo suficientemente complejos para que no sea difícil averiguar qué debes hacer, pero también lo bastante laboriosos para que cumplir esa idea que tienes en la cabeza no sea cuestión de segundos, sino de un trabajo manual con ensayo y error que poco a poco te va acercando a tu objetivo.
Más allá del juego
En la mezcla de ambas experiencias, en el miedo a ver una suerte de araña que corretea entre tus pies para poco después ver lo valiosa que es, y en los puzles que entrañan cuidar y dominar los instintos de esos mismos animales, donde Paper Beast demuestra ser un viaje tan interesante como entrañable.
El resto de locuras que van apareciendo aquí y allá no gozan de la misma fuerza, pero es innegable que tiene momentos para enmarcar y que superarlo de cabo a rabo es una auténtica gozada. Lástima que a nivel visual resulte justito por vacío y simplista. Más allá de los animales, no hay muchos momentos que inviten a quedarnos embobados.
Su escasa duración se compensa con la posibilidad de encontrar distintos coleccionables. Ellos serán los encargados de ampliar el catálogo de opciones que ofrece el modo sandbox, desde el que juguetear con las posibilidades de los bichos y los terrenos, así como las diferentes opciones climáticas que ofrece el juego.
Por lo limitado de la idea, juguetear con cómo los animales corretean o el agua arrastra la arena da para pocos minutos. Menos aún cuando vienes de jugar a la campaña y disfrutar de creaciones lo suficientemente curradas para que todo eso tenga sentido, pero no está de más reconocer que esa opción también está ahí.
La opinión de VidaExtra
Puede que Paper Beast no sea uno de esos juegos que te vende un casco de realidad virtual, pero sin duda alguna es una de esas experiencias que justifica su uso. Es un juego que no gozaría de la misma fuerza si lo probases de otro modo, sin sentir que estás ahí frente a todos esos peligros y animales de papel.
Tampoco hace nada especialmente nuevo u original, pero funciona a las mil maravillas y las vueltas de tuerca que propone a los ya manidos puzles de físicas son más que suficientes para que el paseo sea agradable e interesante constantemente. Paper Beast es una de esas experiencias que probablemente no volverás a jugar tras darla por terminada, pero que desearías no haber experimentado para poder vivirlas como si fuese la primera vez.
Paper Beast
Plataformas | PS4 |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Pixel Reef |
Compañía | Pixel Reef |
Lanzamiento | 24 de marzo |
Precio | Por determinar |
Lo mejor
- Un viaje onírico alucinante
- Puzles de físicas muy divertidos
- Momentos para enmarcar que aprovechan la realidad virtual
Lo peor
- A veces se pasa de loco e incomprensible
- Puede resultar algo corto
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