‘Ode’ no podría calificarse como juego y, de hacerse, sería teniendo en cuenta que todo en él está reducido a la mínima expresión. Ni UI, ni objetivos apabullando, ni nombres, ni enemigos, ni coleccionables, sólo un pequeño ser encerrado en una burbuja en la que se mueve de aquí para allí mientras la música suena siguiendo sus movimientos.
Sí se encontraría cómodo en el cajón de los experimentos, en este caso uno que busca unir las plataformas con la música, las dos señas de identidad del título desarrollado por Ubisoft Reflections tras el éxito de ‘Grow Home’. Como en el juego del robot, aquí lo que prima es la sorpresa y la innovación, pero donde el escalador de plantas triunfaba, la bola de hámster sólo se preocupa de cumplir.
¿Qué es Ode?
La idea me llamó la atención desde el minuto uno. Explorar siempre ha sido lo mío, el botón de saltar lleva conmigo desde que tengo uso de consciencia y manipular el entorno para crear música me parece un concepto tan relajante como divertido. Es todo lo que harás en ‘Ode’, una propuesta de poco más de media hora de duración que acaba antes de que haya el mínimo atisbo de cansancio.
Saltar de un nivel a otro de los cuatro disponibles (más una fase bonus) es tan simple como recoger ciertos orbes que pululan por el suelo y polinizar una serie de plantas que hagan a gran escala lo que tú llevas haciendo paso a paso. Esto es activar todas las plantas de la zona, cada una con un ritmo y sonido que se activa al pasar por su lado.
Una seta que suena a tambor, una alga que reproduce un coro, un árbol que simula el sonido de un sintetizador… Basta con que tu personaje o uno de los orbes recogidos se acerque a él para que su tonadilla empiece a sonar, generando así un ritmo pegadizo y psicodélico que irá creciendo conforme avances por cada escenario hasta llegar a su clímax final.
Con uno de los gatillos podrás acercar los orbes a tu burbuja para que giren a tu alrededor. Con el otro podrás lanzarlos disparados activando todo lo que encuentren a su paso, a menudo activando varias plantas a la vez y ofreciendo una sensación la mar de satisfactoria.
Conforme avanzan los niveles se abren nuevas vías de actuación. Llega el momento en el que no todo es saltar y correr, también puedes engancharte a vainas que cuelgan del techo para balancearte y saltar más lejos o, si así lo prefieres, aprovechar la inercia del vaivén para lanzar tus orbes lo más lejos posible.
Una gran idea que no sabe exprimirse
Pronto verás que zonas de ciertos colores modifican tus movimientos. Está la que amplía tu salto pero reduce tu velocidad al rodar, la que te transforma en una rueda con la que cubrir grandes saltos sin despeinarte, o la que transforma tus orbes en una especie de piernas con las que atravesar huecos y plataformas con más seguridad.
‘Ode’ coje una idea y juega con ella antes de que te canses de hacer lo mismo, pero lo hace sin experimentar demasiado con sus posibilidades, reduciéndolo a algo tan simple como entendible, pero también tan fugaz como poco aprovechado.
La activación de los núcleos que generan una explosión de música y colorines a veces requieren de ciertos puzles para ser completadas, ninguno lo suficiente sesudo para suponer un reto o un impedimento, sólo colocados ahí para que brinques un poco más y, si el juego ha conseguido ganarse tu atención, disfrutes con la idea de ver cómo tus orbes echan a rodar colina abajo mientras despiertan la música escondida en lo que te rodea.
Tanto huele a conceptual que, cuando degustas su tramo final y vuelves a la pantalla de título, acabas teniendo la sensación de que ‘Ode’ es como una demo técnica que en algún momento pasó a ser un proyecto descartado. Una idea fantástica que en buenas manos podría haber sido un gran juego y que, por no querer o saber exprimirse más, se lanza al mercado como curioso experimento. Suficiente divertido y agradable para desear que hubiese tenido la aspiración de ser algo más que un proyecto estudiantil de gran factura.
A favor
- Un plataformas musical original y divertido
- Sólido a nivel técnico
- Una belleza visual y auditiva
En contra
- Excesivamente corto
- Ideas muy poco aprovechadas
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