¿Eres una de esas personas que tienen un videojuego (película, serie o libro) que no suele mencionar en sus Tops y comparaciones porque sencillamente está a otro nivel? El clásico "ese ni lo cuento porque juega en otra liga". Esto no entiende de contrastes. Como el poema de Lope de Vega: "Quien lo probó, lo sabe".
Mi juego es The Witcher 3: Wild Hunt. Puedo afirmar sin una unidad de duda que hoy no estaría escribiendo en VidaExtra de no ser por la obra de CD Projekt Red. Así de fuerte va el rollo esta semana. Quiero contarte una historia que he contado pocas veces. Siéntate conmigo junto a esta fogata virtual a las afueras de Huerto Blanco.
The Witcher 3: Wild Hunt, un regreso lleno de nostalgia
Me costaría bastantes líneas expresar lo que sentí cuando Alex, gran jefe del equipo de VidaExtra, me escribió para preguntarme si me interesaba cubrir el análisis de la versión Next Gen de The Witcher 3: Wild Hunt. La semana estaba muy cuesta arriba y la gala The Game Awards 2022 no estaba precisamente lejos, pero fui incapaz de decirle que no.
Hacía años que no jugaba a The Witcher 3. En enero de 2020 empecé a jugar una partida que no llegó a las 5 horas. Antes de eso, mi última sesión se remonta entre 2017, cuando completé el juego base + DLCs en dificultad La Marcha de la Muerte + Nivel Elevado de Enemigos. Una completa locura. No te maltrates de esa forma.
A medida que pasaban las primeras horas en mi “partida de análisis” (la borro al acabar el análisis), venían a mi mente más y más recuerdos. Es increíble la salvajada de información que tengo de este juego en mi mente que ni sabía que todavía tenía. Y seguí recordando…
Mi mundo se vino abajo…
Como puedes intuir, me he pasado The Witcher 3 varias veces. La cuestión es que yo no supe de su existencia hasta meses antes de su lanzamiento. Y si lo vi, no me acuerdo y/o lo ignoré. ¡Pero tengo una excusa! No sé si buena o mala, pero es una excusa.
Allá por 2014-2015 (más o menos, está todo borroso), cursaba mi segundo año en la carrera de filosofía. Estaba completamente enajenado y los videojuegos eran algo secundario. Estaban ahí, pero los libros y los debates en el bar de la facultad solían ocuparme todo mi tiempo. Todo lo opuesto que en la actualidad.
Sin enrollarme más. El segundo año abandoné la carrera por motivos personales. Fue una decisión visceral, casi improvisada. Días después, me di cuenta de la realidad: ¡¿Qué puñetas iba a hacer ahora?! El mundo se me vino encima y estoy casi seguro de que pasé por una depresión de las gordas.
Semanas después, me puse a trabajar con un amigo que era (y es) diseñador gráfico: aprendí mientras trabajaba. Me tiró al lado profundo de la piscina. Al mismo tiempo, me centraba cada vez más en los videojuegos. Un día me dijo que tenía que reservar The Witcher 3: Wild Hunt, que iba a ser un juegazo. Yo soy muy especialito: cuanto más me recomiendes algo, es menos probable que me acerque a lo que me recomiendas.
No hice caso. The Witcher 3 se lanzó. Una noche puso el juego en mi PS4 y me pidió que jugase. Un “pedir” que rozaba la obligación. Estaba pasando por uno de los peores momentos de mi vida, inseguro y triste, pero hice caso y jugué. Al día siguiente fuimos a por mi copia física.
… Y entonces el mundo se llenó de color
The Witcher 3: Wild Hunt me enganchó como las Espadas del Caos a Kratos: llegó para no irse nunca. Mi tiempo se dividía entre trabajar y jugar con pequeñas paradas para comer. Y a veces ni siquiera paraba.
Conocer a Geralt de Rivia, Jaskier, Ciri, Vesemir, Zoltan, Yennefer y Triss me llenó de vida; y vivir las historias de The Witcher 3, tan llenas de decisiones y consecuencias, hizo que volviese a sentirme animado, motivado y feliz. Las historias y los diálogos cuentan con mucha sabiduría, algo que me hizo reflexionar tras apagar mi PS4 y tumbarme en la cama a comer techo.
Esta aventura caballeresca de fantasía, cruda y sensible, con tantos momentos épicos como triviales, hizo que levantarme por las mañanas para trabajar y jugar fuese algo mucho más satisfactorio. La tristeza y la apatía se fueron desvaneciendo casi sin darme cuenta. Y además, mi amigo se convirtió en mi mejor amigo.
He pasado algo más de 453 horas jugando a The Witcher 3 desde que lo jugué por primera vez. Muchas de esas horas en momentos muy malos y otras tantas muy felices. Siempre ha estado conmigo. Fue el detonante de mi inmersión TOTAL en los videojuegos y la chispa que encendió el motor de mi motivación de dedicarme a lo que hoy me dedico: escribir en un medio de videojuegos.
Mucho más que un videojuego, un símbolo
Creo que ahora puedes hacerte una idea del cosquilleo que sentí cuando me propusieron escribir el análisis de la versión next gen de The Witcher 3: Wild Hunt. Mi trabajo consiste en hablar de videojuegos, que ya es emocionante por sí solo, pero ahora es hablar de ESTE juego.
Para mí, The Witcher 3 juega en otra liga por todo lo que hace, por sus virtudes y defectos, y porque me ayudó a levantarme cuando todo estaba gris, a seguir adelante y a buscar mi senda más allá del plan de vida que me habían machacado en el colegio durante años.
Estamos en 2022. Voy a pasar las navidades jugando a The Witcher 3 y Destiny 2 (que la expansión Eclipse no se prepara sola), y mientras en VidaExtra estaré realizando guías y publicaciones semanales como esta (dejamos Minecraft) de The Witcher 3. Y esto me da una felicidad que nada ni nadie puede arrebatarme…
Si quieres compartir mis aventuras en The Witcher 3 y/o resolver cualquier duda sobre tu aventura, soy tu brujo. Hasta entonces, me gustaría saber si tú tienes un juego así en tu vida. Cuéntame tu historia en comentarios. ¡Te leo!
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