Creo de todo corazón que la mejor filosofía para ser feliz es la siguiente: espera lo mejor y prepárate para lo peor. No solo funciona, sino que me ha permitido disfrutar de muchas cosas que en otras circunstancias no habría podido, como Gotham Knights. Y quizás seguiría disfrutando de Palworld con la misma pasión de haberla mantenido durante mi viaje al gran árbol, alias árbol yggdrasil.
El sábado pasado os conté cómo fue mi primera semana de aventuras y dividí la publicación en diferentes eras. Os prometí que esta semana trataría la Era Oscura y que retomaría el viaje al dichoso árbol. Y voy a añadir otro capítulo llamado Era de la Mudanza. Todo transcurre durante el pasado fin de semana.
Horrores, nuevos comienzos y decepciones en Palworld
Si sigo el orden cronológico de sucesos, la Era de Piedra (última de la semana pasada) dio paso a la Era Oscura. Fue uno de esos tantos momentos turbios que he tenido en videojuegos y durante los cuales agradezco no ganarme la vida como streamer o YouTuber. Mis canales estarían baneados de por vida.
La Era Oscura comienza después de que unos invasores me quemasen la casa hasta los cimientos, poco antes de entrar en la Era de Piedra. Tras matar a todos los energúmenos que vinieron, contemplé impotente cómo mi casa era consumida por las llamas y se iba cayendo pedazo a pedazo. Este evento canónico marcó un claro "Nunca más" y el nacimiento de un villano.
Volví a montar mi casa con piedra. Cuando todo estuvo más o menos en su sitio, fabriqué el cuchillo en la mesa de fabricación y un buen montón de Esferas en su correspondiente mesa. Y esperé mientras ultimaba algunos detalles en casa. Sobra decir que la siguiente Invasión no tardó en llegar. Ordené a mis Pals que no atacasen e intercepté al grupo en el cuello de botella de mi muralla. No quería matarlos. Intenté capturar a todos los humanos. Solo pude hacerme con 5.
Esferas, humanos, cuchillo... Seguro que muchos veis por donde voy. Descuarticé a todos los humanos atrapados en esferas. Repetí el proceso durante un par de horas y finalmente lo adopté como una tradición: cada vez que viene una invasión, capturo a dos o tres enemigos para pasarlos por el cuchillo como venganza por venir a tocar la moral. No tiene impacto en Palworld, es puro roleo.
Era de la Mudanza
Vivir durante 30 horas en la misma localización es tiempo suficiente para aburrirme y buscar nuevos horizontes. Encontré un sitio muy interesante durante mi primer viaje al gran árbol, así que desmonté por completo mi base y eché 2 o 3 horas trasladando materiales a la nueva zona con viajes rápidos y montando mi nuevo hogar.
No escogí el lugar al azar. Debía cumplir dos requisitos: tener línea de visión directa con el gran árbol y estar muy protegida por el terreno de forma natural. Volví a decantarme por un lugar estrecho, similar a las Termópilas. A un lado, norte y sur defendidos por el mar y un barranco respectivamente; y este y oeste abierto, pero solo accesible mediante una bajada muy larga por el acantilado. Las invasiones tardan mucho en llegar, así que tengo tiempo para prepararme.
Quizás es un poco presuntuoso por mi parte, pero creo que me quedó una base sublime y perfecta a nivel estratégico. Creo que esta localización será definitiva y que la única posibilidad de que cambie es que pueda establecerme en la base del gran árbol... aunque todo apunta a que eso no va a pasar en mucho tiempo.
Era del Viaje al Árbol Yggdrasil
Ahora que la Era Oscura era cosa del pasado (más o menos) y que la nueva base estaba totalmente automatizaba, tocaba retomar el gran viaje que dejé a medias. Al final de la publicación os he dejado un par de mapas con todo el recorrido que hice a lo largo de las 4-5 horas que viajé hacia el norte.
Comencé mi viaje en una de las zonas más al norte que había explorado. Primero fui el este porque había leído en una guía sobre un punto rico en minerales y quería dejarlo marcado en mi mapa. Luego, avancé hacia el norte sin muchas dificultades. Estaba a nivel 23, así que sobra decir que los enemigos cada vez me sacaban más niveles. Mi filosofía era no molestarlos y ceñirme a la exploración.
Todo fue relativamente bien durante mi exploración en la isla de partida. Subía a una montaña, buscaba el siguiente viaje rápido hacia el norte (entre otros puntos de interés), adquiría el viaje rápido y vuelta a empezar. Siempre tratando de mantener la brújula apuntando al norte.
Fue al cruzar un río hacia la isla más al norte del mapa cuando las cosas comenzaron a torcerse a base de bien. Ya no bastaba con no buscar problemas. Los enemigos eran de nivel 40 y los Pals muy agresivos. El sigilo y la noche se convirtieron en mis mejores amigos... hasta que llegué a la nieve. Llevaba mi armadura, así que tuve que tomar un desvío a casa para equiparme ropa de frío.
Incluso con las vestimentas (no armadura) de frío, solo podría andar libremente por la zona nevada durante el día. Al caer la noche, tenía que sacar un Pal de fuego para reducir levemente el frío y llevar la aguja en el marcador casi al límite. Era obvio que no debía estar allí, pero no se puede poner fronteras a la curiosidad de un explorador. Los descubrimientos del camino (Pals, estructuras, enemigos...) me estaban haciendo muy feliz.
Al llegar al meridiano de la isla nevada, decidí girar hacia el este. La razón: una montaña enorme llega de huesos de Pals gigantes y una torre de Sindicato en lo alto. Un sentimiento muy primigenio despertó en mí: quería subir, aunque eso supusiese complicarme la vida a unos niveles absurdos.
Morí 5 veces casi habiendo llegado a la cima. Hasta 3 veces me vi obligado a subir por la montaña sin pistola, paralela ni equipamiento para recuperar la bolsa que cae cuando mueres. Había llegado a un punto muerto. Me faltaba equipo para subir el último impulso. Podría haber buscado otro camino, pero subir por ese lugar ya era un asunto personal. La última vez que morí no subí sin equipo, sino volando con un Pal. Para chulo Palworld, chulo yo. Fue muy emocionante.
El descenso hacia el este, dirección agua, fue muy sencillo. Saqué mi Pal de agua y nadamos juntos hacia el gran árbol. Era la recta final. ¡Al fin iba a llegar a mi objetivo tras tantas penurias! Y en los últimos metros me bloqueó un muro invisible de color rojo. Creo que hay muy pocas palabras para expresar la ira y decepción que sentí en ese momento. El anticlimax fue tal que decidí volver a casa y cerrar el juego. No he vuelto a abrirlo desde entonces.
Sé lo que muchos pensáis y vais a escribir en comentarios: es normal porque esa zona no aparece en los mapas, el juego está inacabado porque es un early access y claro que con Nivel 23 no es el momento para ir a ese lugar. Todo esto lo pensé cuando se me pasó el sentimiento de decepción.
Soy consciente de que es un early access y no me molesta que la zona del árbol sea un descampado sin nada (algunos ya han sorteado el muro), sé a lo que me apunté cuando compré Palworld. Lo que me molesta sobremanera no es el qué, sino el cómo. Me parece una cutrez como una catedral que en 2024 se sigan usando los muros invisibles dentro del mapa, sin tener en cuenta los límites del mismo.
Si los desarrolladores no están dispuestos a dejarme llegar a un sitio, que lo justifiquen de algún modo. Creo que un Pal guardián o una tormenta hubiesen sido muros más integrados y por ende mejores. Un megalodón que te coma si vas por agua y un rayo que te fulmine si vas por aire. Es una forma directa e interactiva de decirte: "Hic sunt dracones" (Aquí hay dragones), que es una frase utilizada en mapas antiguos para determinar zonas peligrosas o inexploradas. Me juego lo que queráis a que es una zona para hacer las nuevas raids que van a llegar.
Puedo empatizar con el uso del muro invisible (rápido y fácil), pero eso no quita que me parezca una cutrez. Mi intención no es tanto criticar Palworld como transmitiros la desilusión que tuve tras tantas horas de viaje y la patada en la entrepierna que fue a nivel de inmersión. Por el momento, he decidido darle un descanso y volver cuando me apetezca. Ahora estoy en Diablo IV mientras hago tiempo hasta Skull and Bones.
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