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Xbox Game Pass después de seis años: lo bueno, lo no tan bueno y lo malo

De Loop Hero al futuro Forza Motorsport, pasando por la nueva etapa de Assassin's Creed. El Xbox Game Pass de Microsoft se fija en los modelos de Netflix o Spotify y lo adapta a los videojuegos en Xbox, PC, móviles y hasta navegadores web. La gracia no es solo el catálogo presente y venidero, que también, sino el hecho de reducir el trámite a la hora de retomar tu partida a abrir una ventana de casi cualquier cosa que tengas conectada a internet. Aunque, claro, esto no fue siempre así: en estos seis años el servicio ha evolucionado una barbaridad, y pese a lo logrado y lo avanzado, todavía le quedan promesas por cumplir.

El Xbox Game Pass es mucho más que un servicio. Es un ariete con el que Microsoft pretende reposicionar su marca Xbox en la industria del entretenimiento. Algo que está haciendo de manera escalonada, aunque con enormes concesiones. Sin embargo, incluso siendo una prioridad, quizás la mayor de la actual Xbox, también es un complemento al modelo tradicional. Un paso que de un modo u otro redefine la relación del jugador con el medio.

Dicho de otro modo: la opción de comprar los videojuegos no desaparece. Puedes comprar Age of Empires o Return to Monkey Island y tenerlo en tu biblioteca en propiedad. Pero es complicado resistirse a un catálogo propio en el que, por cierto, se incluyen todos los estrenos de la casa desde el día de lanzamiento. Y pese a que hay títulos de terceros que se retiran de manera quinquenal, siempre hay margen para exprimirlos al máximo y la posibilidad de adquirirlos tras el aviso a precio rebajado juega a favor del jugador y de sus creadores.

Un modelo que encaja con un perfil de jugador cada vez más común y que garantiza que paguemos por lo que sabemos de antemano que nos gusta. O mejor incluso: por lo que sabemos que queremos tener o a lo que nos vemos jugando las próximas 10, 50 o 100 horas.

Y, sin embargo, no todo son notas alegres. Hay muchos elementos que definitivamente hacen que el engranaje detrás de esta iniciativa se tropiece, empezando por cómo se están planteando los lanzamientos: Microsoft canceló el anunciado cooperativo a pantalla partida de Halo Infinite, Sea of Thieves salió a la mar con mucho por hacer y Redfall nos hará esperar para jugar a 60 fps en consolas. Eso no debería ser así.

Seis años después, el Game Pass ha pasado de ser una alternativa a EA Access y el extinto (o reconvertido) PS Now a integrar el primero y añadir elementos clave del segundo imponiéndose como la vara de medir de los servicios de videojuegos actuales. Una carrera en la que hasta Netflix compite por ser el "Netflix de los videojuegos" y en la que la integración de nuevos estudios y compañías es uno de los pocos denominadores en común de este proceso compartido por todos los aspirantes.

Un servicio con sus alegrías y sus muchos aspectos por terminar de pulir; y en VidaExtra te vamos a poner todas las cartas sobre la mesa.

Cómo era el Game Pass en 2017

Imagen la tienda de Xbox en 2017

Como casi todo lo lanzado por parte de Microsoft en lo relativo al software (incluyendo algún que otro juego) el Xbox Game Pass comenzó a llegar a los hogares el 1 de junio de 2017. Eso sí, tras varias fases de testeo y con acceso anticipado para los suscriptores de un Xbox Live Gold. Entre otras cosas, porque originalmente solo era posible jugar al Game Pass en las consolas Xbox One.

Por ponernos en situación, el Xbox Game Pass no fue el primer servicio en ofrecer videojuegos en consolas, ni mucho menos. Y no nos referimos ni a PlayStation Now ni tampoco a un EA Access que por entonces sólo estaba disponible en Xbox: desde los tiempos de la Mega Drive y la SNES ya se ofrecían alternativas vía satélite. En PC, ya puestos, aquello ya ocurría mucho antes, vía analógica y a través de cassettes y disquetes. Incluso cuando la distribución de la membresía era acompañada de un folleto o revista, aunque dado el formato -y salvo que fuesen demos- te quedabas con el software.

Con todo, Game Pass se convirtió en el complemento perfecto de Xbox Live Gold, siendo dos servicios separados pero que cada vez casan mejor: a partir de 2018 todos los juegos producidos por los estudios de Microsoft estaban presentes de lanzamiento y no serán retirados, siendo buena parte de los mismos experiencias multijugador.

Xbox Game Pass en 2017

Pero es que, además, había una variedad impresionante de salida: además de juegos clásicos y recientes, exclusivos de la casa como la colección de Halo y, no lo vamos a negar, la retrocompatibilidad con Xbox 360 fue un severo impulso.

Eso sí, casi todo el catálogo de lanzamiento de terceros ya no forma parte del catálogo de Xbox: la colección de juegos es dinámica, de modo que cada nueva remesa de juegos está precedida por una tirada que abandona el servicio. Y ahí es dónde salen a relucir las otras ventajas: los juegos y sus complementos que son parte del Game Pass tienen un descuento directo permanente, más el que tengan de manera promocional, con lo que todos (jugadores, desarrolladores y Microsoft) se benefician.

La evolución del servicio de juegos hasta 2023

En junio de 2019, dos años después del debut del servicio y con un catálogo cada vez más fuerte, se establecerá el siguiente gran paso del plan de Microsoft: el Game Pass llegará también a PC con un catálogo de juegos con títulos compartidos y otros completamente originales. Básicamente, porque faltarán cuatro años para que la saga Age of Empires llegue a consolas Xbox. Eso sí, la visión de Microsoft iba dos pasos por delante con este plan:

  • De primeras, Microsoft comenzó a fusionar la comunidad de jugadores de consola y PC. Una extensión de las iniciativas como Play Anywhere y que tenía muchos más matices con Game Pass Ultimate, la suscripción de Game Pass con las versiones de sobremesa, escritorios y además Xbox Gold.
  • Por otro lado, en la segunda mitad de 2020 llegarán las consolas de nueva generación (Xbox Series X y Xbox Series S) con lo que, dado su compromiso con la retrocompatibilidad, confirmada con meses de antelación frente a la de PS5, no solo sería posible empezar a los juegos que luego tendrás a mano en la novena generación, sino que el Game Pass facilitó de manera intachable dar el salto directamente de PC a consola Xbox.

El último gran paso comenzará a darse desde verano de 2020 con la llegada de Xbox Cloud Gaming. En esencia, la capacidad de jugar al catálogo de Game Pass en la nube, o al menos a parte del mismo habilitado como una tercera plataforma junto con consolas y PCs. Primero a móviles y posteriormente, de manera escalonada, a consolas, PCs, navegadores web. Alcanzando dos hitos realmente significativos en el proceso:

  • Ofrecer los juegos de Microsoft en Android con su aplicación y en iOS a través de navegadores, saltándose de manera ingeniosa la restricción de Apple con la Appstore.
  • Permitir que los jugadores de Xbox One, la cual ya había dejado de fabricarse, disfrutasen de los juegos de Game Pass de nueva generación a través de la nube. Rompiendo la baraja sobre la dependencia de hardware para disfrutar del software.

Todas estas iniciativas quedarían en nada sin un sólido catálogo de juegos en el que todas las grandes compañía tienen una presencia muy especial, incluyendo los bombazos de Capcom, las sagas roleras de Square Enix o las superproducciones de Ubisoft junto con las pequeñas grandes joyas de Devolver Digital o Humble Games.

Integrando los juegos de EA Play  dentro de la suscripción Game Pass Ultimate y, sobre todo, ofreciendo de lanzamiento bombazos de terceros y todos los juegos publicados bajo el sello Xbox Game Studios, sin cerrar la puerta a adquirirlos, incluso en Steam. Algo imposible de imaginar cuando Game Pass se estrenó.

Lógicamente, desde entonces Microsoft también ha realizado un gran movimiento en paralelo para sostener la iniciativa: los estudios de Xbox han creado o adquirido estudios y compañías de todos los tamaños, incluyendo Obsidian, Double Fine o todo lo relacionado con Bethesda, incluyendo cada una de sus sagas. Una manera muy eficaz de garantizar novedades para el Game Pass y asegurarse títulos propios que revaliden el valor de la plataforma.

El Game Pass entre las bambalinas: el presente y el futuro del servicio

El próximo gran objetivo de Xbox Game Studios: la adquisición de Activision Blizzard. No solo por el valor de su cartera de franquicias, sino por el hecho de llevar sagas como  Call of Duty, Crash Bandicoot o Warcraft al Game Pass de lanzamiento o lo antes posible que se lo permitan a nivel contractual, pero también siendo un sólido paso en una de las nuevas direcciones a las que está derivando la industria: el mercado de los juegos para móviles. Algo que King, los creadores de Candy crush, dominan.

Eso sí, Microsoft ya ha comenzado a mover ficha en esa dirección por su cuenta.

La manera en la que funciona Game Pass es sencilla: al igual que los juegos que se ofrecen con PS Plus o Epic Games, Microsoft llega a acuerdos prorrogables para ofrecer los juegos en el Game Pass (del mismo modo que otros servicios de suscripción). Un trato que ofrece visibilidad, compras añadidas y hasta compras directas, y que resulta beneficioso para curiosear con títulos recién estrenados, ya sea en consola, PC o nube.

En VidaExtra nos consta que esta estrategia funciona. A través de entrevistas con desarrolladores nos han dado impresiones positivas de la iniciativa, aunque cada caso es único. Sin embargo, existe un esfuerzo adicional del que hablaremos un poquito más tarde: Microsoft tiene que barajar estos acuerdos con la creación de grandes proyectos como Forza Motorsport o Starfield.

En cualquier caso, al Game Pass todavía le quedan enormes pasos por dar. El juego en la nube está lejos de ofrecer una experiencia equiparable a la instalación tradicional y hace menos de una semana que el Game Pass de PC llegó a 40 nuevos países, incluyendo nuevas regiones del centro y el sur de América o del centro y el este de Europa.

¿Qué pasará cuando Xbox Game Pass entre al mercado chino, dónde hoy es una notable ausencia? Bueno, depende de la acogida que tenga, pero que los juegos de Riot Games se jueguen en el Pass agilizarán muchos trámites.

Xbox Game Pass en 2023: lo bueno, lo no tan bueno y lo malo

Con las cartas sobre la mesa toca hacer balance del Xbox Game Pass sopesando lo logrado y lo que necesita mejorar. O dicho de manera más directa: lo bueno que nos ha dado el servicio, lo no tan bueno y lo malo.

Lo bueno del Game Pass: juega dónde quieras a exitazos y rarezas a un precio extremadamente competitivo

El gran hito del Xbox Game Pass es su manera de ofrecer un catálogo realmente variado y contundente de videojuegos por un precio extremadamente competitivo: a cambio del equivalente a únicamente dos grandes lanzamientos de nueva generación tenemos acceso anual a todos los nuevos lanzamientos de Xbox Game Studios, superproducciones de terceros, indies y lanzamientos de primer día. En cada tanda siempre hay, al menos, dos nuevos títulos de interés y otros dos que no han pasado desapercibidos.

Lo anterior no es algo que sea exclusivo del servicio de Microsoft, que conste. La alternativa Premium de EA Play y Ubisoft +, ambas disponibles en Xbox y PC, también apuestan por esa idea de disfrutar de los juegos de lanzamiento desde el día uno, aunque con un matiz: el primero solo ofrece lanzamientos en escritorio y el segundo no ofrece la opción de juego y progresos en diferentes plataformas como la nube, salvo a través del propio Game Pass.

En este aspecto, el Game Pass es muy amortizable y ofrece una variedad enorme, tanto si nos gustan las experiencias multijugador como Sea of Thieves, como el rol de Persona 5 Royale. Y es una de las pocas plataformas que también cuenta con su propia oferta infantil muy bien planteada para hacerlo todavía más interesante. Sobre todo, de cara a la gradual implementación de la suscripción familiar. Algo que, de momento, solo ofrece Nintendo y que ya está tardando en extenderse.

Sin embargo, y esto es importante, el modelo de Game Pass no se apoya en la exclusividad ni tampoco solapa el modelo tradicional de venta: los mismos juegos publicados por Xbox Game Studios aparecen en otros sistemas, como Steam, Epic o Nintendo Switch. El recién estrenado Minecraft Legends hasta cuenta con una versión para PlayStation, aunque estos últimos casos son más la excepción que la regla. Otra cosa es que decidamos emplear el mismo dinero con el que estaríamos suscritos tres meses en un juego que ya está incluido y ofrece unas 20 horas de juego.

En resumidas cuentas, el gran avance del Game Pass es su modo de convertir la marca Xbox en una plataforma de juego universal, atractiva, asequible y capaz de llegar a todo el mundo y no tanto en una máquina que conectar a la televisión.

Y la mejor prueba de ello es que incluso si tienes una Xbox One o un ordenador modesto con una buena conexión de internet podrás jugar al catálogo de nueva generación. Algo que llega en un momento clave: se ha estandarizado el precio de las grandes producciones actuales entre los 70 y 80 euros. Eso sí, hablando en futuro, porque no todos los juegos van igual de finos.

Lo no tan bueno: la dependencia al catálogo integrado y las promesas por llegar

Desafortunadamente, no todo son flores para los usuarios de Game Pass. Microsoft es plenamente consciente de que se trata de un servicio en expansión, pero el tiempo que tardan en llegar aspectos esenciales debe ser una prioridad para asentarse como el genuino Netflix de los videojuegos. Empezando por la dependencia al catálogo integrado a la hora de jugar en la nube, pero vayamos por partes.

Lo primero es que no todo el catálogo de PC y de consola está plenamente integrado entre sí. En los juegos de Microsoft y los que ofrecen Xbox Play Anywhere no hay problema ninguno, y son una cantidad enorme a considerar, pero Minecraft tardó una barbaridad en llegar al Game Pass de PC, y lo mismo pasa en el sentido contrario en consolas con Age of Empires o Flight Simulator. Lo bueno es que, pese al margen de tiempo, la manera de adaptarse es intachable.

La manera de sortear ese obstáculo pasa por Xbox Cloud Gaming, aunque de momento está en una fase de beta a la que le queda bastante por pulir. En consolas los controles son imprecisos y la imagen se muestra empañada en varios Triple A de terceros, mientras que en las experiencias competitivas el tiempo de respuesta nos pone en desventaja. En las producciones medianas o pequeñas apenas lo notaremos, como Hi-Fi Rush, que conste.

Hay excepciones muy notables, que conste: gracias a Xbox Game Pass fue posible jugar a Fortnite a través de la nube cuando Epic se topó con Apple y Google. Todo suma. De hecho, y de manera literal, Game Pass salvó la caída de beneficios de juegos como Fortnite según  el último informe financiero de Xbox

Sin embargo, volvemos a lo de antes: para jugar en nube tanto en la app de Xbox de (incluyendo la de PC) como en navegadores web el requisito es un mando. Al menos, en lo que respecta a móviles muchos de los títulos se han acomodado ofreciendo funciones táctiles, pero aquí pasa algo curioso: cuando al juego le toca abandonar el servicio, incluso si luego lo compramos no se puede jugar en la nube.

Al menos, Microsoft se comprometió a introducir un sistema para jugar en la nube a lo que queramos y lo que tengamos en propiedad, aunque seguimos esperando su llegada, como la del ratón y el teclado a Xbox Cloud Gaming.

Y en este sentido, también nos encontramos con otra barrera curiosa: tener una suscripción de Game Pass, a secas, tiene sus propias limitaciones. De entrada porque necesitas también una cuenta de Gold para jugar online. Pero es que, además, solo los usuarios de Xbox Game Pass Ultimate lo tienen todo incluido más la exclusividad del juego en la nube. Con todo, el precio de esta suscripción todo incluido (con hasta EA Play) es igual a la membresía estándar de Netflix.

Dicho de otro modo: Game Pass lleva seis años entre nosotros, que no son pocos. En cierto modo, es casi el equivalente a más de media generación, pero todavía le quedan muchos aspectos por mejorar de cara a ofrecer el mejor servicio más allá de su propio catálogo. Al menos, sabemos que muchos de estos aspectos están tomando forma o, en su defecto, fueron oficialmente anunciados.

Lo malo: nos estamos acostumbrando demasiado a lanzar contenidos a medias

Con todo lo anterior por delante, toca hacerse una pregunta obligada: ¿Xbox se está centrando demasiado en el Game Pass? Siendo justos, puedes comprar una Xbox, hacerte con Resident Evil 4,  Elden Ring o Star Wars Jedi: Survivor  olvidarte de que existe este servicio. Pero si nos fijamos detenidamente, el grueso de sus juegos propios son experiencias multijugador y a largo plazo.

Juegos como Age of Empires, Gears o Minecraft se han construido para crecer de manera progresiva. Y eso no es malo. Sin embargo, la campaña de Halo Infinite es prácticamente el modo secundario, de manera que cuando se canceló el multijugador cooperativo a pantalla partida no nos pilló muy de sorpresa. Y esto es solo el penúltimo síntoma de un mal mayor.

Eso sí, que conste que no es algo que le pase únicamente a Xbox Game Studios: se trata de una tendencia que logra que colosos como Ubisoft o Electronic Arts se mantengan a flote pese a sus presupuestos mastodónticos. Dicho lo cual, y esto es esencial, estar incluido sin coste adicional en un servicio repleto de juegazos y pequeñas grandes joyas no es ni puede ser excusa para que Starfield alcance la excelencia o que se lance con la promesa de que en un futuro será más completo y se verá mejor.

Los fans del rol hecho por Bethesda nos se van a conformar con nada que no sea un juego de sobresaliente.

Pero retomando los ejemplos con nombres propios, en Sea of Thieves puedes salir a la mar por tu cuenta, pero esa no es la gran experiencia que se nos plantea. Cuando salió era una experiencia entretenida pero tuvo que pasar un año para ofrecer lo que verdaderamente tenía que ser de lanzamiento.

Los retrasos más sonados y la carencia de elementos clave se han vuelto una constante para los estudios de Microsoft, y no se trata de casos aislados: la llegada de Redfall a menos de 60 fps a consolas y tras su retraso hace que nos cuestionemos si realmente merece la pena esperar un poquito más hasta que el juego llegue realmente terminado y en las condiciones óptimas para la que es la consola más potente jamás ensamblada.

Puedes lanzar un juego a medias, si realmente la experiencia te va a tener enganchado de manera ilimitada. Vampire Survivor (incluido en Game Pass) no necesita mucho para enganchar como pocos. Pero cuando esto se vuelve la regla en lugar de la excepción es que hay que afrontar lo que ocurre de manera directa y replantear si merece la pena lanzar juegos propios de cualquier manera o superar las expectativas puestas en ellos.

Esto no se aplica a todos los juegos de Xbox Game Studios, que conste: ahí tenemos un Hi.Fi Rush que fue la primera sorpresa de 2023 o un Battletoads que, incluso sin multijugador online, irradia diversión. Pero el ritmo de lanzamientos de Game Pass no debe ni condicionar ni atropellar juegos del calibre de Forza, Perfect Dark o el futuro The Elder Scrolls. Starfield debe estar al nivel de Skyrim independientemente de que llegue sin coste adicional al Game Pass y los planes que haya después.

Lo que llegará al Game Pass

Lo bueno del servicio, las promesas de mejora y todo un conjunto de grandes proyectos anunciados y por anunciar revalidarán el modelo de Xbox Game Pass de aquí a los próximos años. De efectuarse la compra de Activision Blizzard, no solo recibirá un enorme empujón de licencias y jugadores, sino una amplia expansión en territorio móvil. Y, sin embargo, nos quedamos con la visión general: la ambición por ser el servicio definitivo de videojuegos.

Algo que solo puede lograrse, de hecho, ofreciendo los juegos más exitosos. Y, por margen de jugadores, Minecraft, FIFA, o esa versión en la nube de Fortnite que llegó en el momento clave revalidan esa idea, y muy posiblemente Call of Duty acabe cimentándola.

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