Lo bueno de soñar con un día en el que las dimensiones alternativas sean una realidad, entre muchas otras cosas con dirigibles y mundos steampunk, será saber qué demonios habría pasado si Microsoft hubiese hecho caso omiso a los usuarios con Xbox One. Los planes, según comenta Phil Spencer, eran muy distintos.
Xbox One estaba destinada a ser una consola sin discos, el salto de Microsoft a la lucha por un mercado digital del que Steam controla la mayor parte del pastel y, más pronto que tarde, acabará por zamparse entero. Las críticas y los problemas llevaron el futuro de la máquina por otro camino.
Después del anuncio y el E3 había bastante feedback sobre lo que quería cambiar la gente. Había una discusión sobre si debíamos tener un lector de discos en Xbox One o podíamos enfocarla a una consola sin discos, pero cuando empiezas a mirar el ancho de banda y el tamaño de los juegos, eso crea problemas.
La respuesta acabó siendo lo que hoy tenemos en las tiendas, una máquina con una unidad Blu-ray que permita volcar una gran cantidad de datos en las instalaciones sin tener que lidiar con esperas interminables. Los que hayáis probado ambas opciones con una conexión modesta ya conoceréis la diferencia, que resulta pasar de menos de cinco minutos a varias horas antes de poder iniciar un juego.
Vía | OXM
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