Con el anuncio de Xbox One queríamos una conferencia centrada en los juegos pese a que la propia Microsoft ya había comentado que esa parte del futuro no se desvelaría hasta el próximo E3. En vez de eso lo ofrecido ha sido contenido multimedia y, por encima de todo, Kinect.
La cámara de Microsoft se ha renovado para ser el pilar de la experiencia de Xbox One y, aunque la atención de los usuarios no ha aumentado un ápice, hay que reconocer que los cambios son sustanciales. Hace unas horas hablábamos acerca del miedo que tenemos los que jugamos en habitaciones pequeñas, un miedo que parece disiparse con las demostraciones de funcionalidades de Kinect.
Desde Microsoft aseguran, y muestran, que las nuevas cámaras 1080p ofrecen un campo de visión mucho más amplio y una mayor profundidad y reconocimiento. La precisión de sus ópticas leen hasta los pliegues de nuestra camiseta, pero no se quedan ahí.
La lectura de nuestro cuerpo se centra en articulaciones, giros de nuestra cabeza, brazos, hombros... e incluso es capaz de leer la presión que estamos ejerciendo sobre los músculos, por ejemplo al inclinarnos sobre una pierna liberando el peso de la otra.
Uno de los elementos que más ha impresionado a los asistentes a las demostraciones ha sido el del reconocimiento facial, que permite no sólo que Kinect reconozca quién está frente a la consola, sino también su estado de ánimo y, ojo al dato, incluso nuestra frecuencia cardiaca. Ese reconocimiento facial está estrechamente ligado a las acciones comandadas por voz, permitiendo que únicamente el jugador que está mirando directamente a la pantalla pueda ejecutar las órdenes.
El reconocimiento de comandos de voz estará siempre encendido (de ahí que Kinect sea imprescindible para el funcionamiento de Xbox One) y eso ha suscitado algunas dudas respecto a la privacidad del usuario. Microsoft intenta disiparlas asegurando que están completamente comprometidos con la seguridad de nuestra privacidad y que, pese a que Kinect siempre estará escuchando (que no grabando), sólo atenderá a los comandos que nombremos.
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