Mi primer día en el universo de Star Citizen fue una montaña rusa de absurdos: problemas burocráticos, batallas épicas y clases de piloto

Mi primer día en el universo de Star Citizen fue una montaña rusa de absurdos: problemas burocráticos, batallas épicas y clases de piloto

Iniciarse como piloto en Star Citizen está a años luz de hacerlo en otros juegos como Starfield, No Man's Sky y Elite Dangerous

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Star Citizen

Hace tiempo que conozco Star Citizen, desde lo increíble que resulta la envergadura del proyecto hasta las pegas que ponen todos sus detractores. Ser un mero espectador tenía fecha de caducidad y más teniendo a un amigo que está completamente dentro. Tras varios días charlando y ojeando vídeos hasta las tantas de la mañana, finalmente llegó la oportunidad que esperaba: los Free Fly, un acceso gratis.

Uno de esos fines de semana gratis fue mi oportunidad para jugar hasta reventarlo... pero un día antes de comenzar acabé en cama con fiebre y deseando que me cayese encima la nave más grande de todo el juego. Sin embargo, logré sacar fuerzas para levantarme y jugar hasta que me permitieron mis ojos... ¡Y qué aventura viví!

Mi primer día en Star Citizen: una montaña rusa de absurdos

Lo primero que recuerdo como personaje de Star Citizen es despertar en una habitación de New Babbage en plena noche. Estaba bastante desordenada y no había demasiado que ver, así que salí al vestíbulo. Llamé a un ascensor y elegí el piso "Lobby", asumiendo que el resto de pisos serían más habitaciones.

La primera zona pública que vi era enorme. Había decenas de NPCs haciendo sus cosas, puestos de información, pantallas por aquí y allá... Todo tenía un aspecto futurista con un blanco predominante. Pasé media hora de reloj dando vueltas y explorando el lugar hasta que decidí poner rumbo a los hangares.

Consulté el típico mapa de "Usted está aquí". No me enteré de un carajo porque estaba demasiado ansioso y despistado como para prestar atención más de dos segundos a una cosa entre tanta novedad. Opté por ir a la aventura y tirar de sentido común: buscar un metro. En el camino, fui aprendiendo más sobre los controles.

Suerte del principiante que llegué al metro y leí "Spaceport" hacia la izquierda. "¡Del tirón!", me dije. El viaje en tren duró varios minutos, pero finalmente llegué al Puerto Espacial, donde había varias secciones: renting o alquiler de naves, hangares y un puesto con comida, bebida y juguetes. Me tomé un agua y fui a la zona de hangares.

Mi experiencia en directos me ha enseñado que la nave se pide por las pantallas, te asignan un hangar y despegas desde allí... así que seguí los pasos. Una vez sentado en la cabina de una de las naves que te cedía el juego para la prueba (Nomad), me enfrenté a la realidad de mis circunstancias: "¿cómo se pilota en este juego?"

Sc New Babbage

Las autoridades lanzaron un aviso en pantalla: tenía menos de 30 segundos para despegar porque estaba obstruyendo el hangar. Al final, me trasladaron al lobby del Puerto Espacial. Y así comenzó mi aventura roguelike en Star Citizen.

  • Segundo intento: aprendí a encender la nave, pero no tenía ni idea de cómo elevarla.
  • Tercer intento: aprendí a elevar la nave y los controles de movimiento básicos, pero la puerta no se abría.
  • Cuarto intento: aprendí a recoger el tren de aterrizaje y que definitivamente la puerta no se abría sola... aunque te acerques mucho con la nave.
  • Quinto intento: tras ver un vídeo en YouTube, solicité que me abriesen la puerta y salí disparado con mi nave hacia las estrellas.

Y entonces volví a enfrentarme con la realidad de mis circunstancias: no tenía ni idea de dónde ir, ni de cómo buscar trabajos, ni cómo se navega por el espacio... por no saber, ni siquiera sabía cómo aterrizar la nave otra vez en el hangar. Tenía ciertas ideas tras haber jugado a Elite Dangerous, pero aquí las cosas eran un poquitín más complejas.

Resumen: terminé por desactivar los motores de mi Nomad para orbitar alrededor de New Babbage. Mi ineptitud espacial había logrado sacarme del planeta, pero ahora solo era un trozo de metal dando vueltas sin rumbo. Hacía mucho que no me sentía tan inútil en un videojuego. Y no por el juego, sino por mí.

Y llega el plot twist espacial...

Justo cuando iba a rendirme, como si fuese una voz que sale por la radio de la nave, mi amigo me preguntó dónde estaba y anunció que le quedaba poco para llegar a New Babbage. Le conté mi situación y trató de calmarme. Nos agregamos y, gracias a Odín, aparecí de nuevo en mi cama al unirme a su partida. ¡Gracias!

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Nos reunimos en el Spaceport de la base, me enseñó algunas naves, aprendí lo básico para despegar, pilotar y aterrizar sin morir en el intento, y finalmente pronunció las palabras más bellas del mundo: "vamos a trabajar de cazarrecompensas". Me tocó ir en la torreta. Este momento, este violento y frenético momento, se llama "Felicidad".

No tardé demasiado en pillarle el rollo a la torreta: fijar enemigos, tipos de municiones y escudos... Y pocos minutos después abatimos las primeras naves con relativa facilidad. Tras media hora de combates, mi amigo me advirtió que íbamos a por un contrato muy complicado y que esta vez podríamos no contarlo. "¡Qué dices, hombre de poca fe!", le dije.

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El último combate fue realmente duro y hubo un par de momentos en el que ambos creímos que nos íbamos a tomar por saco, pero finalmente logramos mantener el tipo... al menos un servidor. Estoy seguro de que mi amigo lo estaba haciendo todo correctamente. No teníamos escudos en la parte trasera de la nave y sí bastantes daños en la zona interna. Decidimos volver a la base.

Antes de acabar, mi amigo me prestó una nave de lujo para darme algunos consejos sobre cómo pilotar. El aterrizaje se me complicó un poco porque la base no quería darme autorización para aterrizar, así que opté dejarla fuera y entrar por una zona secundaria... pero justo cuando logré posarla en el suelo, nos dieron la autorización. Resistí mis ganas de estampar la nave contra la oficina del hangar.

Finalicé nuestra aventura charlando en la zona de souvenirs con un par de zumos. Suficientes aventuras espaciales por un día para una persona que le ha costado hasta cinco intentos sacar su nave del hangar. Me gusta mucho Star Citizen, pero haber jugado me ha demostrado que quizás requiere mucho más compromiso del que imaginaba. Por desgracia, el Free Fly casi había terminado.

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