Por más vueltas que le dé, dudo que acabe encontrando un animal más característico del mundo del videojuego que el majestuoso Chocobo. El gigantesco pollo amarillo de Final Fantasy no es sólo uno de los únicos aspectos recurrentes de la saga, también uno de los personajes más achuchables y entrañables que nos ha legado el medio.
La carrera por conseguir el Chocobo dorado en Final Fantasy VII es también uno de los momentos más dulces que recuerdo de mi historia como jugador y, consciente de hasta qué punto el animal se ha ganado el corazón de otros jugadores, hemos decidido contar de dónde viene este simpático pollito.
El origen del Chocobo
En una de esas situaciones que muchos podemos dar como cercanas, un inocente niño llega a casa del colegio para descubrir con asombro que su mascota ha desaparecido. El animal, un pollito que consiguió en un festival y que le había acompañado durante los últimos meses, ya no formaba parte de la familia.
Consciente del tamaño que había adquirido el animal y de los problemas de limpieza que se venían encima conforme siguiese creciendo, su madre entregó el cada vez más desarrollado pollito a un vecino, lo que probablemente debió ser un eufemismo para otra acción bastante más traumática.
El desconsuelo de haber perdido a su pequeño amigo se anida en la memoria del chico y, con el paso de los años, la idea de cuidar y compartir momentos con su mascota se convierte en una fuente de inspiración en uno de sus primeros trabajos.
Koichi Ishii, diseñador y director de Square Enix al que le debemos la saga Mana, es el niño de esa historia. Y a aquella historia traumática de un crío y su desaparecida mascota, le debemos el origen del Chocobo.
Picoteando de otras ideas
Tras lanzar el primer Final Fantasy en 1987 y encarar el desarrollo de la segunda entrega, una tarde frente a la televisión consigue que la bombilla de la creatividad haga clic en su cabeza. En pantalla aparece el primer anuncio de una marca de chocolatinas cuyo personaje, Kyorochan, baila al son de pegadizas canciones.
El bichejo es un viejo conocido de los niños nipones desde que hiciese su debut 20 años atrás, un simpático pajarillo que, pese a no tener nada que ver con el diseño de lo que luego sería el pollo gigante de Final Fantasy, sí es el germen de la onomatopeya “kweh” que luego veríamos en el Chocobo. Suyo es también el nombre, heredado del Chocoball que daba nombre a aquellas bolas de chocolate que anunciaba Kyorochan.
A la idea de un animal que te acompañe y sirva de montura se le suma el éxito de Nausicaä del Valle del Viento, convertida en película de animación apenas unos años antes. Kai y Kui, los grandes pájaros que sirven de montura al Maestro Yupa, cerrarían el círculo alrededor del diseño del Chocobo.
Como era de esperar, el animalejo se convierte en una sensación y, tras su aparición en Final Fantasy II, seguiría haciendo acto de presencia en el resto de títulos de la saga, otras franquicias de Square, e incluso acabaría gozando de sus propios spin-off. Lo que más ilusión haría a Koichi Ishii, sin embargo, es la colaboración con las míticas Chocoball que llevaría brevemente sus Chocobos hasta las cajas de chocolatinas.
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