El final de una era para Final Fantasy y, a la vez, un homenaje intachable a todo el legado clásico. Final Fantasy IX exprimió al máximo el hardware de la primera PlayStation conservando la esencia, la excelencia y los valores fundacionales de toda la saga de Squaresoft para ofrecer una historia y unos personajes inolvidables. De hecho, ¿sabías que se incluyó multijugador? Quizás no lo ponía en el manual del juego, pero tampoco fue la primera entrega en ofrecerlo.
Quizás toque recordar, antes de entrar en detalles, que Final Fantasy IX seguía la línea de los primeros juegos ofreciendo una narrativa y sistema de exploración exquisitamente aderezados por su propio sistema de combates por turnos. Batallas en las que los protagonistas se podían lucir a través de elementos de RPG y toques de estrategia y que en las versiones modernas del juego se pueden agilizar con toda clase de facilidades. Sin embargo, en el proceso se perdió la posibilidad de jugar con un amigo y un segundo mando. ¿Por qué?
La historia del multijugador de Final Fantasy IX viene de atrás. Concretamente, de los tiempos del Cerebro de la Bestia. En Final Fantasy IV se habilitó que cualquiera que tuviese en sus manos un mando conectado al segundo puerto de la consola pudiese controlar también a los miembros de nuestro equipo en combate. A cualquiera. La versión japonesa, sin embargo, sabía que esto podía resultar en caos y decidió que cada jugador eligiese a quién quería controlar desde los menús.
Esta idea se mantuvo tanto en Final Fantasy V como en Final Fantasy VI tanto en sus versiones de Super Nintendo como sus posteriores relanzamientos en PlayStation. Y pese a que las entregas posteriores, ya creadas con modelos 3D y fondos prerrenderizados, decidieron ir en nuevas direcciones, Hironobu Sakaguchi decidió recuperar para la gran aventura de Yitán (o Zidane) la posibilidad de compartir el viaje del héroe a través de un multijugador hecho a medida.
Siendo justos, el tema del multijugador en Final Fantasy IX no era precisamente un gran secreto o se activaba mediante truco como en el mítico GTA San Andreas: simplemente no estaba a la vista. Había que curiosear un poco entre las opciones del juego y desde ahí estaba una pestaña en la que se podían asignar el control de cada personaje de nuestro equipo de manera individual.
De hecho, el segundo jugador podía elegir si jugar con un solo personaje o más, dejando que el que tuviese el mando enchufado en el primer puerto se encargase por completo de la experiencia narrativa. Entre otras cosas, porque este primer jugador era el que controlaba la historia.
¿Y qué pasa con las versiones modernas? Square Enix las ha pulido en muchos aspectos, tanto en lo visual y lo jugable, para los sistemas actuales. Ha mantenido su estética, sus menús, la mayoría de las opciones y, no lo vamos a negar, ha hecho que Final Fantasy IX sea más dinámico introduciendo ventajas como dinero infinito, acelerar el tiempo o potenciar al máximo a nuestros aventureros. Sin embargo, como podrás ver, en el proceso el multijugador se pierde por el camino eliminando su correspondiente pestaña.
Final Fantasy IX siempre fue un juego excepcional. Se renunció a ese estilo tan estilizado de las dos entregas anteriores y se aproximó mucho más a los clásicos condensando todo lo aprendido y aquello que encantó a los jugadores en las ocho entregas anteriores, pero también innovando en elementos muy concretos. Su excelencia, a diferencia de su multijugador, siguen presente e intachable en las versiones modernas. ¿Volveremos a ver algo similar? Eso depende del interés de Square Enix por anunciar un remake. Uno que, con un extra de suerte, recupere el cooperativo.
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