AVISO: este artículo contiene imágenes de la Luna y Marte en Starfield
El comienzo de mi aventura en Starfield fue tan emocionante, lento y caótico como en caso del resto de exploradores. Tras una introducción muy misteriosa y una creación de personaje que se extendió a lo largo de 40 minutos de reloj, mi mente estaba absorbiendo toda la información que podía de los tutoriales. Y sin darme cuenta ya estaba metido hasta el fondo en la historia.
Considero que es demasiado pronto para relatar historias de este universo, aunque lleve dos semanas jugando y tenga mucho material que contaros. Starfield acaba de salir y no procede. Quiero hablaros de una experiencia que he vivido (y continúo viviendo) que mezcla un acopio de emociones: serenidad, tristeza, alegría, soledad, nostalgia... No he sentido algo tan intenso e introspectivo jugando a un videojuego desde Death Stranding.
La soledad en Starfield
La soledad es una faceta de Starfield al que ningún análisis puede hacerle justicia, pero es muy real y formará parte de la experiencia de muchas personas. La mayoría del contenido que hemos visto, ya sea durante las presentaciones o en las primeras horas de juego, induce a pensar que el universo está muy poblado y que vamos a interactuar con personas todo el tiempo. Y puede ser así, pero es solo un matiz de una verdad mucho más grande.
He jugado en solitario el 90% de las horas que he acumulado y una gran parte de las mismas ha sido totalmente solo en planetas/lunas olvidados y/o abandonados. Starfield ofrece la posibilidad de no elegir compañeros de viaje. ¿Recordáis cuando la gente se molestó y burló porque la mayoría de planetas no iban a estar habitados? Y hay quien todavía lo hace. Pues a mi parecer es la mejor parte del videojuego.
Mis momentos favoritos han sido explorando planetas y lunas, sin importar que estuviesen cargados de localizaciones y vida o totalmente desolados. Descubrir lugares nuevos con el escáner desde la lejanía siempre es muy emocionante, al fin y al cabo todo es nuevo y no sabes qué esperar hasta que llevas bastantes horas... y aun así el juego sigue sorprendiendo más de lo que imaginas.
No puedo contar las horas que he pasado escaneando la fauna, flora y los recursos de los planetas y lunas que he visitado. Reunir toda la información posible y recolectar materiales son los únicos motivantes que necesito para pegarme 5 horas dando vueltas sin rumbo por un planeta olvidado.
Y admito que tengo un problema severo con el escáner: lo llevo siempre activo para que no se me escape nada, pero hay ocasiones que merece la pena desactivarlo. Por ejemplo, para observar los horizontes y percibir el juego de luces a medida que el planeta realiza su rotación.
Otro casi interesante son los animales. Me explico. Muchas veces he optado por esconderme tras un árbol o subirme a una piedra para observar a los animales. Solo observar. Solo. Sin más. ¿Sabíais que algunos van en manada? Se desperdigan para buscar alimento, pero se juntan cuando hay una amenaza. Otros son depredadores y se pasan el día buscando presas... y se piensan dos veces atacar a las manadas. Otros son carroñeros y esperan a que acabe la acción.
Los comportamientos que más me ha gustado son “Cauteloso” o “Defensivo”. Mientras que los “Pacíficos” suelen huir cuando pasamos cerca y los “Agresivos” te atacan sin más, los primeros dedican unos segundos a analizar la situación. Si mantenemos cierta distancia y no atacamos (ni a ellos o a otros), retroceden y nos dejan en paz. Podemos corretear cerca de ellos para observarlos/escanearlos y/o hacer nuestras cosas de minería sin peligro.
El conjunto de emociones que siento durante la vida de explorador en Starfield, como errante o nómada, solo la he sentido en Death Stranding. Sé que hay diferencias evidentes, pero el trasfondo no es tan diferente. Alcanzas cimas para mirar la inmensidad del mundo, sabiendo que puedes ir a cualquier lugar y que en cualquier momento puedes encontrar algo que llame tu atención... o no.
Juegos como Starfield, No Man's Sky y Death Stranding me han ayudado mucho a la hora de reflexionar sobre la soledad. Es muy estimulante hacerlo mientras exploras sitios y dicen que las tareas más simples (como escanear y minar) ayudan a la hora de desarrollar pensamientos. No sé cuánta verdad científica hay en ello, pero ciertamente funciona.
Y precisamente Starfield me ha recordado un aspecto de la soledad al que di muchas vueltas mientras transportaba paquetes con Sam Porter: la diferencia abismal entre estar solo y sentirse solo. Comprender sus significados, diferencias y semejanzas forma parte del crecimiento de cualquier persona... aunque aceptarlas y convivir con ellas es una tarea que muchos días se pone bastante cuesta arriba.
La Desolación del Universo de Starfield
El universo de Starfield y el real (hasta donde sabemos) es hostil, solitario, salvaje y está completamente devastado. En otras palabras: rara vez es amistoso y siempre tiende a desgastarlo todo hasta enterrarlo... aunque suele ser a un ritmo agónico. Los sitios habitados no suponen ni una cuarta parte de la inmensidad que podemos explorar. El mejor ejemplo es Marte en el Sistema Solar.
Marte es el primer paso de expansión de la humanidad en la realidad y lo fue en Starfield. Basta darse un paseo por el planeta rojo para ver que en su momento fue el centro de nuestro universo, pero el tiempo ha pulido todo lo sobrante hasta mostrarlo como aquello que fue realmente: un trampolín a otros sistemas. El Sistema Solar, nuestra parcela en el universo, está completamente abandonada. Su única función es la explotación minera.
La Tierra, Marte y el resto de planetas/lunas de nuestro Sol son un vago recuerdo para la humanidad, un lugar a medio camino entre un trastero viejo y un yacimiento arqueológico. Muchos de los que viven allí se consideran a sí mismos "la vieja guardia" y sienten que deben proteger lo poco que queda, como una deuda de todo lo que nos dio en su momento. En lo personal, esto me provoca un gran miedo y no menos ansiedad.
La Desolación del Universo de Starfield. Así llamo a esa belleza indómita de su espacio: todos los lugares inexplorados y abandonados que adornan los horizontes con toques postapocalípticos similares a Marte y la Luna en un océano de cuerpos celestes que parece no tener fin. Estoy seguro de que a muchas personas les resultará complicado no poner de fondo la BSO de Interstellar en versión extendida mientras pasean por los mundos de Starfield y se replantean mil cuestiones.
Es muy complicado transmitir la pasión por la exploración sin más en Starfield (y otros videojuegos) y el acopio de emociones que nos hace sentir a cada paso. Alegría, tristeza, melancolía, miedo y todas nuestras circunstancias vitales (personales) entran en juego y se agitan como un océano embravecido mientras buscamos un orden en nuestra mente. Quizás una forma de aceptar la realidad... o comprender cosas que se nos escapan.
Mis lugares favoritos de Starfield son los que odian la mayoría de jugadores. Aquellos en los que no suele pasar gran cosa. No hay mil alertas en el HUD o voces taladrándonos con información. Todo lo contrario. La calma es el tema principal y dicha calma puede ser tanto amiga como torturadora. El peligro radica en el camino que escojamos... tanto en nuestra mente como en el videojuego.
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