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'Final Fantasy XIII' y el camino más corto entre dos puntos

¿Recordáis la mecánica de ‘Shadow of the Colossus’? Nuestro personaje debía escalar el cuerpo de un ser gigantesco y clavar en su cabeza la espada que le quitaría la vida. Pues bien, imaginad ahora. ‘Final Fantasy XIII’ es el coloso que la prensa especializada ha ido escalando e hiriendo con cuchillos en forma de reviews. EDGE, el guerrero más respetado de la tribu, ha clavado una espada en su frente en forma de cinco.

Y es que todos sabemos que las matemáticas en este medio funcionan de manera caprichosa y cruel. Un diez encumbra para siempre a las obras maestras, el nueve marca a los imprescindibles del año, el ocho puede condenarte a las estanterías de alquiler, el seis y el siete al olvido, ¿el cinco? El cinco convierte a tu producto en algo poco menos que despreciable.

Hay que reconocer que en los últimos años Square Enix se ha dedicado de forma sistemática a hundir su reputación. Juegos sin alma han saturado el mercado prostituyendo a ojos del aficionado la, en otros tiempos, sagrada franquicia. Pero claro, ‘Final Fantasy XIII’ aparecería con todo su poderío y se dedicaría a callar todas las bocas.

Las críticas a la saga siempre han sido algo habitual. Si miramos atrás, salvo el VI y el VII, tótems habitualmente intocables, el resto ha sufrido algún que otro varapalo. Fijándonos en los últimos: El VIII, por nacer bajo la sombra del VII; El IX, a pesar de su exquisita ambientación, por la estética infantil de los personajes; El X, por su terrible versión pal; El XII porque el arco de transformación de sus personajes simplemente no existía.

Lo que ocurre con FFXIII es distinto. Nos encontramos en plena crisis del rol japonés, con una industria agotada, parca en ideas y criticada desde dentro por sus propios integrantes. Occidente mira por encima del hombro a la otrora poderosa maquinaria nipona. FFXIII adquiría así el dudoso honor de ser el salvador de una tradición en general y de un género en particular. El resultado ya lo hemos visto, FFXIII no ha salvado nada, por el contrario, se ha convertido en cabeza de turco.

Los puntos que más se han criticado ponen también en evidencia la virulencia y el ensañamiento de los que ha sido objeto el juego. El enfoque lineal de FFXIII ya lo hemos encontrado otras veces en la franquicia, el problema es que aquí está muy poco disimulado y no se contrarresta con la exploración masiva de los otros capítulos (por no hablar del choque frontal con la tendencia al MMO de la anterior entrega).

No hay un Sephiroth ni nada que se le parezca en FFXIII, pero tampoco lo había por ejemplo en FFX, lo que ocurre es que en el X la historia lo sustentaba todo y aquí la historia es un galimatías difícilmente descifrable. Desde el principio no sabemos con claridad lo que ocurre a no ser que miremos las continuas actualizaciones de la base de datos. El arranque es además muy lento y pone a prueba la paciencia del jugador.

FFXIII me parece un juego valiente pero estructuralmente mal planificado. No podemos hablar de la dejadez de Square/Enix antes comentada porque el mimo y el trabajo invertidos aquí se ve en cada fotograma. El equipo ha parido un lujoso y bellísimo artefacto que se enfrenta de lleno, no sólo al rol occidental, ese gigante que además está en uno de sus mejores momentos, sino a su propia tradición.

Volviendo a la comparación que hacíamos al principio del post. Creo que hay una diferencia sustancial entre los jugadores de ‘Shadow of the Colossus’ y ese redactor de EDGE. Tras matar al gigante, los primeros intentan convencerse de que han hecho lo correcto a la vez que en su interior comienza a anidar una tremenda tristeza. El segundo seguramente muestra orgulloso la cabeza de su presa colgada en el salón de su casa. Juzgad vosotros mismos.

Sitio oficial | Final Fantasy XIII
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