No sé por dónde empezar... después de las primeras 6 horas junto a God of War II todavía tengo la mandíbula algo desencajada. Y no es broma. Kratos vuelve a estar entre nosotros y lo hace con más mala leche que nunca.
Aviso de spoilers: en los próximos tres párrafos voy a explicar algunos detalles de la trama del juego (algunos incluso haciendo referencia al final de la primera parte) que probablemente algunos no queráis conocer, así que si seguís leyendo que sea bajo vuestra propia responsabilidad. Después de esos tres párrafos se acabaron los spoilers.
Como ya sabéis los que os habéis pasado el original, Kratos acababa convirtiéndose en Dios de la Guerra después de darle su merecido a Ares. Así pues en esta segunda entrega empezamos nuestra aventura con nuestras cuchilllas y habilidades al máximo nivel. Pero tranquilos, pronto nos veremos despojados de todo ello.
Los primeros 20 o 30 minutos de juego son de verdadero infarto. Zeus decide que ya le hemos tocado bastante las narices, así que nos prepara una especie de emboscada para arrebatarnos nuestra condición de dios y devolvernos a nuestra forma humana. ¿Cómo? Poniéndonos a un coloso en mitad de nuestro camino. Y con él nos vamos a tener que enfrentar en 3 o 4 ocasiones seguidas durante la primera media hora de juego en una batalla que quita el hipo. La única forma de vencerlo es usando una espada... y el truco está en que al hacernos con ella es cuando perderemos todos nuestros poderes, volviendo a ser mortales.
Una vez que acabemos con él vendrá Zeus y acabará con nosotros... menos mal que Gaia, personificación de La Tierra y madre de todos los Titanes, quiere dársela con queso a Zeus con lo que decide que no debemos morir y nos ofrece una oportunidad más. A partir de aquí volvemos a controlar a un Kratos mortal, privado de todos sus poderes divinos, armado solamente con sus cuchillas... y comienza la verdadera aventura: encontrar a las Hermanas del Destino para poder ir atrás en el tiempo hasta el momento donde Zeus acabó con nosotros y así poder darle la vuelta a la tortilla.
Fin de spoilers: ea, ya podéis leer tranquilos. A partir de aquí no desvelaré nada relevante acerca de la trama del juego.
Desde el primer momento notaremos que gráficamente, aunque cueste creerlo, está por encima del título original. Esto no hace más que acompañar perfectamente a la espectacular jugabilidad de la que hace gala God of War II. Porque es de los juegos de acción más directos y disfrutables que he podido jugar en mi PS2.
En el original, si la memoria no me falla, la única forma que teníamos para ir del punto A al punto B era con la ayuda de nuestras piernas y nuestros brazos. En esta segunda entrega, como ya sabéis, vamos a disponer de otras formas para desplazarnos.
Durante estas primeras horas de juego deberemos subir a lomos de Pegaso en un par de ocasiones realmente espectaculares. Y no se trata de dar un paseo, no. Hay que luchar en el aire. Y vaya combates, con sus Quick Time Events incluidos.
Y hablando de los Quick Time Events: hasta ahora he podido ver muchos y todos son exageradamente brutales. Algunos ya los pudimos ver en la primera parte, con los enemigos que también repiten, pero para los nuevos se ha vuelto a poner sobre la mesa un buen puñado de imaginación.
Los puzzles, por supuesto, vuelven a repetir. Son sencillos y no nos harán sufrir demasiado, pero son la excusa perfecta para dejar de machacar botones por un rato.
En definitiva, y aunque todavía me quedan unas cuantas horas de juego por delante, puedo asegurar que supera al original en todos los sentidos y que, por supuesto, se convierte en una compra imprescindible.
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