Los fans de 'Los Sims', que no son pocos, pedían un cambio de rumbo en la saga, una evolución en toda regla. Sin duda, los revolucionarios se van a quedar con las ganas. Claro que tampoco tendría sentido convertir una franquicia de éxito en algo completamente distinto. Sin embargo, a menudo los lavados de cara bien ejecutados producen una satisfacción muy superior a un cambio radical.
Por partes, el título lo dice todo: nos trasladamos de los barrios pijiburgueses a una isla desierta. Esta vez, sin modo libre. Te pliegas a la historia y punto. Pronto te topas con algo molesto si no tienes más de una Memory Card. Únicamente puedes grabar una partida. Además, y a diferencia de 'Los Sims 2', no puedes jugar a dos jugadores. Sólo modo Historia, sólo un jugador, ¿de acuerdo?
A la hora de elegir el personaje, nada ha cambiado, un árbol genealógico que se limita a tus padres y abuelos da como resultado tu personaje, al que puedes tunear como te dé la gana. Los detalles que varían son mínimos. Sólo un hecho destacable, desaparecen las aspiraciones de 'Los Sims 2', y puedes elegir la profesión a modo de juego de rol: guardabosques, cocinero, etc.
Luego, aterrizas en la isla y te las tienes que componer, porque apenas tendrás nada más que un par de objetos y una hoguera. A la hora de desenvolverte, cobrarán gran importancia los recursos. Esto no es nuevo, pero en 'Los Sims: Náufragos' es capital, tanto que consigue que la serie, en principio de simulación, tenga más elementos de gestión que nunca antes, acercándose al concepto que rigen los títulos de estrategia en tiempo real.
Maderas de varios tipos, plantas, alimentos, todo lo que hay en la isla se puede aprovechar. Pronto notarás una gran novedad: la capacidad de explorar la isla, y no sólo eso, que está muy bien, sino la oportunidad de descubrir nuevas plantas, frutas, peces, etc. Descuida, basta con observar bien los productos. A tu sim se le presupone una gran sabiduría.
Muy pronto, a través de unos libros tendrás tus objetivos: el primero contempla la construcción de un banco de trabajo, cocinar un pez, explorar la jungla y hacer un refugio. Todo por tu la supervivencia. Después, vendrán objetivos más civilizados, como la amistad, aunque paradójicamente empiezan por hacer migas con los simios..
Para conseguir un objetivo, puede que necesites objetos y habilidades. Por ejemplo, para construir una balsa, tendrás que conseguir herramientas, que tendrás que construir a su vez. ¿Lo entiendes?
No estás solo
Los primeros amigos, aparte de los peces que puedes pescar, claro, son de mentirijillas, y los obtienes en forma de muñecos de arena. Pronto, vendrán los monos a saludarte: ponles nombre, habla con ellos y dales plátanos. Ellos te lo agradecerán ayudándote.
Si has tenido la precaución de crear varios personajes (hasta seis) al principio de la partida, pronto conocerás al resto de náufragos. Antes de poder controlarlos, granjéate su amistad. Una vez controles a más de un sim, date el gustazo de organizar el trabajo. Fácilmente, junto a la hoguera, acude a la tiki que habrás construido y que marca el establecimiento de tu futuro hogar. Allí, con un par de clics podrás organizar a tus robinsones para buscar comida o recursos, pescar o cocinar.
A estas alturas, las necesidades de tus sims habrán ido creciendo paulatinamente hasta quedarse en las mismas que en Los Sims 2 (comunicación, vejiga, higiene, hambre, diversión, energía, comodidad y habitación). Como hecho reseñable, conviene destacar detalles muy interesantes como la forma de darse una ducha, que es, básicamente, nadar.
En cuanto a las habilidades sólo falta la limpieza respecto a 'Los Sims 2'. Los rasgos de personalidad sí coinciden uno por uno, por lo que seguirán tomando los signos del zodíaco como fuente (libre) de inspiración.
El inventario será clave en tu aventura: desde el principio vendrás armado con una esterilla y papel higiénico. Despliega la esterilla y dormirás allí donde estés. Saca el papel y haz tus necesidades. Poco a poco la cosa se complica, te crece la barba y el pelo, se te rasga la ropa (no del todo, lo siento) y, en menos de un abrir y cerrar de ojos, te juntas con varios sims en un pedazo de playa donde tienes que llevarte genial con tus compañeros, ir mejorando tus habilidades (a veces, currando en el banco de trabajo, cocinando o incluso subiéndote a los árboles) y, sobre todo, desarrollando tus bienes de consumo. Para acabarlo de arreglar, las cosas que construyes se pueden ir al traste tras una mala tormenta. Así que ojo a la predicción meteorológica… ¿No hay tele? Qué lástima.
Un pelín menos capitalista que sus predecesores, este Sims te deja a solas con unos personajes inspirados más en el film de Zemeckis, 'Náufrago', que en Lost, y que tienen que luchar por el pan de cada día. Además, la construcción de un hogar no se limita a pasearse por un catálogo virtual de Ikea. La ausencia de dinero, a su vez, es de lo más inspiradora a la hora de salir adelante.
Notable entrega con poco de revolucionaria
Lo más positivo del juego es la sensación de libertad que transmite y la cantidad de palos que debes tocar: gestión de recursos, relaciones personales, mejora personal, caza y pesca, exploración, etc. O sea, aburrirte es casi imposible, y eso elimina la sensación de ociosidad de los sims predecesores. Aparte, en esta entrega los sims son mucho menos melindrosos que antes, detalle que mi paciencia pedía a gritos.
Lo peor del juego tiene nombre y apellidos: tiempo de carga. Una espera desmesurada que tiene que ver más con las limitaciones de la PlayStation 2 que con la calidad técnica del juego. El nivel gráfico es simplemente aceptable y el apartado sonoro no sobresale, pero sí que varía respecto al hilo musical estilo “shopping center” del resto de la franquicia y, de paso, consigue trasladarte a una ambientación muy "new age", con sonidos que evocan al Orinoco, el Amazonas y todos esos tópicos de la selva virgen.
Muy en el fondo, el juego viene a ser lo mismo que siempre. Eso sí, sin hijitos y descendencia. Con todo, no te desanimes, porque hay juego para rato. En definitiva, sólo por su aire hippy, por su elevada complicación y sus posibilidades, merece la pena darle una oportunidad a una serie que, justo cuando en su vida consolera, podría mostrar síntomas de agotamiento ha sabido renovarse. ¿Cambio radical? No, ni hablar, pero sí un acertado golpe de timón. Vaya, que de naufragio sólo tiene el título. ¿Queréis nota? Ahí va, un notable sin paliativos.