El gigante de los snacks hizo una campaña tan perturbadora que hoy no podría hacerse
Lo creas o no, la mezcla más rara del gigante patatero Frito-Lay fue combinar el terror de los videojuegos y su archiconocida marca de tortilla chip para crear algo diferente: Hotel 626. Una descaradísima acción publicitaria de Doritos, desde luego, pero también un formato transgresor para un 2008 en el que medios como Twitch estaban todavía en pañales y YouTube o Twitter estaban todavía despegando. Y pese a sus limitaciones, era una experiencia en sí misma.
¿Qué es Hotel 626? Si nos ponemos técnicos, se trataba un juego de terror diseñado para navegadores web en el jugabas tanto con la pantalla de tu PC como con el micrófono y la WebCam. Apenas duraba unos 15 minutos o menos si vamos a tiro fijo, pero da igual lo que hicieses, ya que hicieses lo que hicieses quedabas atrapado en su mundo. Y que escribamos en pasado no es casualidad, ya que el juego desapareció totalmente de internet. Ya llegaremos a ello.
El juego fue lanzado justo a tiempo para Halloween y desde el principio quedaba claro que Doritos estaba detrás de la iniciativa de. Sin embargo, lejos de promover el sabor de sus snacks, resultaba una soberbia mezcla entre los actuales juegos de terror en primera persona con elementos ingeniosos de los modernos Scape Rooms, fomentando que como jugadores rompamos la cuarta pared y usemos nuestro ordenador como una herramienta para jugar. Para tratar de sobrevivir a sus horrores.
Tanto, que el juego usaba fotografías nuestras al jugar, las entremezclaba con las de otros jugadores reales y solo es al avanzar durante la partida, entre sustos, cuando nos damos cuenta de ello. De que nos las han hecho. Aquello hoy se habría visto con otros ojos y habría repercusiones legales, pero si nos ponemos en contexto ese experimento lograba exactamente lo que se proponía: dejarnos intranquilos. Sobre todo, cuando tras aquella experiencia tan particular, recibíamos una llamada de teléfono.
Hotel 626, la alucinante experiencia de terror perpetrada por Doritos
A diferencia de otros juegos hechos con Flash o para navegadores, Hotel 626 tenía dos requisitos previos para jugar: el primero era reservar una habitación del Hotel, lo cual era una excusa para que aportásemos nuestro email y número de teléfono, creásemos una cuenta y habilitásemos lo necesario, incluyendo algún que otro consentimiento. Entre otros, para acceder al micrófono y la webcam.
El segundo requisito era mucho más interesante ya que, como se indicaba por su nombre, solo se podía acceder a Hotel 626 a las horas en las que estaba activa la experiencia: de las 6 de la tarde a las 6 de la mañana. ¿El motivo de esto último? Había que jugar de noche sí o sí. A ser posible, a oscuras.
Lógicamente, no se esperó a que se crease una viralidad (o lo más parecido a ese contexto en 2008) para promover la iniciativa. SnackStrong, los creadores del proyecto, crearon su propio falso documental. Dejando claro que aquello no tenía nada que ver con las anteriores iniciativas de Doritos.
A nivel visual, Hotel 626 se trataba de un recorrido más o menos preestablecido a través de un hotel maldito que arrancaba con clichés de las películas y los videojuegos de entonces. Desde la soberbia película 1408 estrenada apenas un año antes en los cines a The Ring o la saga de juegos Project Zero. Adelantándose a ese estilo de terror ambiental en primera persona que quedaría consolidado de manera definitiva con el exitoso y también retirado P.T. de Kojima o el más reciente Silent Hill: The Short Message.
De hecho, al principio hay algo más que una ambientación tenebrosa: debemos tomar la fotografía de una silueta truculenta que busca el jumpscare (o el sustito gritón) en una habitación cerrada. Todo un cliché. Sin embargo, conforme avanzamos en Hotel vemos que los puzles se vuelven cada vez más retorcidos:
- Debemos usar el micrófono de nuestro PC para cantarle una nada a una niña dormida en mitad de la nada.
- Tenemos que aumentar intencionadamente el volumen del sonido del PC para escuchar entre los susurros la combinación para escapar de una habitación en la que estamos junto con un loco atado.
- Posteriormente, deberemos encontrar nuestra propia fotografía entre una sala llena de Polaroids con los retratos de otros jugadores. Es más, la foto la tomaba el propio juego sin previo avisto.
- Y por si eso fuese poco, en un momento de la partida antes de completar la experiencia seremos llamados al teléfono para recibir instrucciones para escapar siguiendo instrucciones precisas.
Como comentamos, muchas de esas ideas hoy no se podrían hacer. No sin autorizaciones más específicas. En cierto modo Hotel 626 es un tipo de terror que solo podría hacerse en el año 2008, dónde existían los medios, pero no tantos límites por parte de los usuarios. Y, sin embargo, la experiencia no acababa ahí. Semanas después, tras un margen de tiempo en el que posiblemente te olvidases de haberlo jugado, un día a las 6 de la tarde recibes una nueva llamada que te dice:
"Nunca podrás salir del hotel. Y no hay escapatoria alguna para sus horrores."
¿Te parece surrealista la propuesta de Doritos? Para muestra, aquí tienes una partida completa de Hotel 626 jugada por DrossRotzank
Y, si prefieres los jumpscares en inglés, otra en la que PewDiePie se registró en el Hotel y dejó las orejas coloradas a quienes le escucharon con auriculares.
Como es de esperar, aquella acción publicitaria no tardó en convertirse en un fenómeno que, desafortunadamente, ha quedado más o menos en el olvido décadas después. Y eso que SnackStrong le dió su propia secuela todavía más retorcida: Asylum 626.
Asylum 626: mucho más terror, pero mucho más comercial
La iniciativa de Hotel 626 tuvo suficiente calado como para llevar aquella idea al siguiente nivel, de modo que SnackStrong elevó la apuesta partiendo de dos bases todavía más prometedoras: en lugar de un hotel maldito, en Asylum 626 quedaríamos encerrados e indefensos en un manicomio y el procedimiento para entrar en él era simplemente conceder el permiso y autorizaciones desde un Facebook que se había estandarizado en buena medida entre los usuarios de internet. Sobra decir que aquello último era darle una llave maestra a los creadores de esta nueva pesadilla.
Podría parecer que los que regresaban a esta experiencia iban curados de espantos, Pero Asylum 626 sabía darle nuevas perspectivas a la misma premisa: usaba fotos de nuestros contactos de Facebook en determinados puzles y también jugaba con lo próximos que estamos frente a la cámara para generar sustos. Además, claro, de una trama mucho más retorcida y visceral que sacaba provecho de nuestra visita al manicomio. Y, sin embargo, esta secuela tiró por tierra toda la genialidad del juego original.
Para completar un puzzle sustancial para continuar en Asylum 626 no bastaba con nuestro ingenio y nuestro valor: se requería que comprásemos una bolsita de Doritos y que usásemos el código promocional que se incluía en esta. Lejos de resultar un recurso efectivo para llevar la inmersión más allá de la pantalla, lo que se lograba era sacar al jugador de toda la experiencia.
Sobra decir que actualmente no es posible acceder a ninguna de estas experiencias. Tanto las direcciones de Hotel 626 como Asylum 626 no llevan a nada y, dados los controles de privacidad actuales, es muy poco probable o directamente imposible que se puedan recrear ambos juegos. Ambos son hijos de su tiempo y salieron cuando tenían que salir. Ni antes, ni después.
Desde entonces hemos visto cómo ha evolucionado la industria del entretenimiento, se ha cercado más y mejor el tipo de información que se comparte y, no lo vamos a negar, sigue habiendo snacks y bebidas que dan contenidos para videojuegos de éxito. ¿Volveremos a ver sustos así? Por si acaso, tapa siempre tu webcam cuando no la uses.
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