Puede que Epona se haya convertido en uno de los nombres más reconocibles de la industria del videojuego gracias al caballo -yegua, en realidad- de The Legend of Zelda, pero pese a que su figura es ahora mundialmente conocida por todos los aficionados a la franquicia de Nintendo, en realidad hubo una época en la que fue aún más famosa.
Para conocer su origen toca viajar al pasado, a otra época plagada de espadas, monstruos y brujería en la que España, como muchos otras regiones de Europa, le rendía culto a Epona, probablemente una de las divinidades más importantes de la mitología celta.
Una de las diosas más importantes de nuestra cultura
Impulsada por la mitología gala e irlandesa, la figura de Epona no tardó en convertirse en uno de los símbolos más importantes de nuestra región. La clave no sólo estaba en el culto a los caballos, sin duda alguna uno de los animales más importantes de la Edad de Hierro por su inestimable ayuda tanto en el campo como a la hora de desplazarse y librar batallas.
De hecho, su nombre viene precisamente de ahí, del término Epo con el que los galos nombraban al caballo antes de que el latín se instaurase por la influencia romana, pero lo cierto es que en la época el caballo era mucho más que un animal de carga y, por su majestuosidad y fuerza, también se le relacionaba con la muerte.
Mucho antes de que el barquero Caronte fuese el encargado de llevarse las almas de los difuntos al más allá, eran los caballos los que cumplían ese cometido, representándose en lápidas de la época con figuras de equinos y, posteriormente, con la figura de Epona rodeada de caballos como símbolo de la protección de esas mismas almas.
A menudo representada también sujetando un cuerno de la abundancia, Epona y los caballos que resultaban tan útiles en el día a día de las gentes de la época también acabó convertida en sinónimo de fertilidad, tanto sobre la tierra como en las mujeres, y por consiguiente también protectora del hogar y de la familia.
La única diosa indígena del Panteón de Roma
Fanáticos de llevar a su terreno todo aquello que pudiese acercarles a las tribus y pueblos que intentaban dominar, los romanos no tardaron en ver en Epona un filón para su causa, convirtiéndola así en la única diosa indígena en tener un hueco en el Panteón de Roma. No sólo eso, también tuvo su propio festival oficial en la capital del imperio, celebrándose el 18 de diciembre.
Tan importante fue su figura que las tropas romanas acabaron abrazando su imagen en caballerizas y estandartes y, como tributo a la hora de comerciar y relacionarse con los pueblos celtíberos, los romanos regalaban caballos a las tribus con las que se topaban en su expansión.
En España, la figura de Epona puede encontrarse aún en inscripciones y retablos de iglesias en Zamora, Burgos o Palencia, constatando así que el culto a la diosa de la fertilidad fue mucho más allá de una mera creencia de tribus paganas también en nuestro territorio.
Inspirado por su influencia, Yoshiaki Koizumi eligió el nombre de la diosa para nombrar a la yegua Epona en The Legend of Zelda: Ocarina of Time, donde durante gran parte del desarrollo hubo la posibilidad de modificar su nombre a placer por parte del jugador pero, antes del lanzamiento, esa opción fue completamente descartada.
Y precisamente fue esa decisión de rendirle culto hasta las últimas consecuencias lo que hizo que Epona, ahora con otra figura y significado, siga siendo un nombre reconocible tantos años después.
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