Age of Empires, Civilization, Total War: Warhammer, StarCraft... Puede parecer lo contrario, pero existe una enorme variedad de juegos de estrategia. Los hay de corte histórico o de fantasía. Están los que se resuelven por turnos y aquellos que suceden en tiempo real. Incluso hemos visto curiosas mezclas entre géneros. Pero también existen denominadores comunes, y nos hemos propuesto que saques ventaja de ellos.
Continuando con la idea de sacar partido a la obra de Sun Tzu para mejorar tu racha de victorias en los juegos de lucha, en VidaExtra hemos adaptado siete consejos de El Arte de la Guerra a los títulos de estrategia. Un libro que, por cierto, inspiró y sirvió de manual a figuras históricas como Napoleón o Mao Tse Tung.
Una breve guía, sí, pero con siete sugerencias valiosas y esenciales que te ayudarán a priorizar tus objetivos en cada partida y -con suerte- aumentar tu racha de conquistas. Porque, como dejó escrito el general, estratega y filósofo hace literalmente miles de años, si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro.
Ahora bien, no se trata de trucos, sino de sacar ventaja de las enseñanzas del libro llevándolas al contexto de los juegos de estrategia bélica.
Eso sí, vamos a acotar el enorme abanico de opciones: aquí encontrarás consejos para juegos centrados en el componente bélico, como la trilogía de Warcraft o Command & Conquer, con lo que títulos como Football Manager, Two Point Hospital o Jurassic Park: Evolution se quedan fuera de la ecuación. Al menos, esta vez.
Somos conscientes de que el azar es un componente esencial en algunos juegos, y en otros la disciplina lo es todo. Y pese a que -según Sun Tzu- el supremo Arte de la Guerra es la capacidad de someter al enemigo sin tener que luchar, nuestro propósito final es que disfrutes al máximo de la experiencia y saques partido de ideas que siguen siendo completamente válidas 25 siglos después de ser escritas.
Ten establecido tu plan de batalla antes de que se cargue la partida
Sun Tzu dijo: Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después. Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes premeditados.
Tanto en los enfrentamientos online como en las campañas de juego, el camino más efectivo hacia la victoria es tener establecidos de antemano el mayor número de turnos y/o movimientos. Al menos, en la medida de lo posible. Es decir, estudiar cuáles serán los primeros objetivos de nuestras tropas, cuál será su cometido y los gastos que necesitaremos realizar al comienzo.
Si jugamos en un modo campaña los desarrolladores nos darán la mayoría la información que necesitaremos. De hecho, para más jugones las campañas son una suerte de tutorial extenso y con componentes narrativos. Así que aprovecha para evaluar el mapa, estima qué clase de recursos necesitaremos y -sobre todo- ten claro cómo establecer una línea defensiva en poco tiempo. Primero gana la partida y luego juégala.
O, como decía también Sun Tzu
Antiguamente, los guerreros expertos se hacían a sí mismos invencibles en primer lugar, y después aguardaban para descubrir la vulnerabilidad de sus adversarios. Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la vulnerabilidad del adversario significa conocer a los demás. La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario.
Se puede optar por rushear a las bravas, claro. Pero si el juego está debidamente equilibrado solo pillaremos desprevenidos a los jugadores menos experimentados. Ahora bien, que tengamos claros nuestros primeros compases de la partida no implica que no podamos ser flexibles.
No malgastes turnos ni recursos en unidades innecesarias
Sun Tzu dijo: En asuntos militares, no es necesariamente más beneficioso ser superior en fuerzas, sólo evitar actuar con violencia innecesaria; es suficiente con consolidar tu poder, hacer estimaciones sobre el enemigo y conseguir reunir tropas; eso es todo.
El enemigo que actúa aisladamente, que carece de estrategia y que toma a la ligera a sus adversarios, inevitablemente acabará siendo derrotado. Un verdadero maestro de las artes bélicas vence a otras fuerzas enemigas sin batalla, conquista otras ciudades sin asediarlas y destruye a otros ejércitos sin emplear mucho tiempo.
Al centrarnos en los juegos de estrategia con elementos bélicos podríamos entender que el primero en hacerse con la mayor fuerza de combate será el que acabará dominando la partida. Sin embargo, salvo una pésima gestión de nuestros enemigos, la realidad es que la victoria total reside en obtener un equilibrio perfecto entre recursos y tropas necesarias.
Es decir, en caso de enfrentarnos a varios jugadores a la vez, es posible limpiar el escenario llevándonos a algunos de ellos por delante a base de fuerza bruta. Pero si nos limitamos a atacar desde el inicio y sin un plan no tardaremos en darnos cuenta que nuestra tecnología ha quedado rápidamente desfasada o que no podemos sostener el ritmo de producción para improvisar una defensa.
¿La solución que te proponemos? Esta otra frase del Arte de la Guerra la expresa a la perfección.
Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar. Pero antes de lograrlo, tienes que realizar previamente tu propia labor. Esa labor consiste en desarrollar un ejército fuerte, un pueblo próspero, una sociedad armoniosa y una manera ordenada de vivir.
¿Y si solo nos enfrentamos a un ejército o facción? Bueno, tenemos el 50% de posibilidades de ganar. Pero de lo que se trata es aumentar ese porcentaje a base de consolidar nuestro poder y -gradualmente- nuestra posición dominante en la partida, destruyendo a otros ejércitos sin que el proceso nos deje desprotegidos o sin recursos. Sobre todo, si en la siguiente batalla dependeremos de las unidades supervivientes.
Cómo iniciar un asedio y llevar las pautas de una defensa
Sun Tzu dijo: Cuando quieras entrar en batalla, incluso si el adversario está atrincherado en una posición defensiva, no podrá evitar luchar si atacas en el lugar en el que debe acudir irremediablemente al rescate.
Cuando no quieras entrar en batalla, incluso si trazas una línea en el terreno que quieres conservar, el adversario no puede combatir contigo porque le das una falsa pista.
¿Alguna vez te has enfrentado a un enemigo especialmente persistente? Tanto si los adversarios siguen una patrón ofensivo constante como si establecen una línea de defensa férrea, la clave no está tanto en malgastar unidades y recursos en ellos, sino en forzarlos a realizar un cambio estratégico que les haga improvisar y -con suerte- los confunda.
Si llevamos nosotros la iniciativa, una manera interesante es incidir en un punto flaco de su formación o sus defensas, o asaltar sus fuentes de recursos de modo que queden atrincherados y en desgaste. Así, estarán obligados a efectuar una formación improvisada de la que puedes sacar ventaja.
¿Cómo llevarlos a tu terreno? Quédate con esta frase:
Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intenta desordenarlas. Si están unidas, siembra la disensión entre sus filas. Ataca al enemigo cuando no está preparado, y aparece cuando no te espera. Estas son las claves de la victoria para el estratega.
Por contra, si somos nosotros los que estamos siendo asediados, la manera más efectiva es fraccionar o dividir las unidades ofensivas rivales mientras ganamos el tiempo necesario para que tengan un desgaste que equilibre la balanza y, a la vez, poder disponer de unidades que estaban alejadas o en producción.
Pon a prueba todas las unidades y líderes al menos una vez con cada actualización.
Sun Tzu dijo: Siempre que quieras atacar a un ejército, asediar una ciudad o atacar a una persona, has de conocer previamente la identidad de los generales que la defienden, de sus aliados, sus visitantes, sus centinelas y de sus criados; así pues, haz que tus espías averigüen todo sobre ellos.
Siempre que vayas a atacar y a combatir, debes conocer primero los talentos de los servidores del enemigo, y así puedes enfrentarte a ellos según sus capacidades.
Todos tenemos un tipo de unidad o facción favorito, y el uso de héroes, unidades de élite o líderes con atributos y ventajas especiales está prácticamente instaurado en los juegos de estrategia actuales. Pero de poco nos servirá que nos sepamos al dedillo las posibilidades de nuestro ejército si no sabemos a qué lo estamos exponiendo.
Usa, en la medida de lo posible, todas las unidades del juego a tu disposición. Infórmate sobre los efectos, alcance y daño de aquellas que se incluyen como contenidos descargables y ten en cuenta sus puntos débiles y fortalezas para usarlos en tu beneficio. Porque incluso al invencible Aquiles le salió caro tener expuesto el Talón.
Cada vez que hay una actualización importante vuelve a jugar con cada facción. Se previsor. Una vez tengas claras las limitaciones y propiedades del resto de ejércitos podrás aclimatar mejor y de manera más eficiente tu manera de expandirte por el mapa y tus prioridades a la hora de invertir recursos en los árboles de mejores y tecnología.
El delicado equilibrio entre unidades y recursos
Sun Tzu dijo: Para ocupar un lugar, divide a tus tropas. Para expandir tu territorio, divide los beneficios. La regla general de las operaciones militares es desproveer de alimentos al enemigo todo lo que se pueda.
Sin embargo, en localidades donde la gente no tiene mucho, es necesario dividir a las tropas en grupos más pequeños para que puedan tomar en diversas partes lo que necesitan, ya que sólo así tendrán suficiente.
En la mayoría de juegos de estrategia el destino del mundo -o una fracción significativa- está en juego. Y está claro que habrá invasiones y conquistas en juego. Con suerte, serán nuestras tropas las que izarán las banderas en territorio enemigo. ¿Y ahora qué?
Lo más recomendable es usar un sistema de fracciones. Si el nuevo territorio no dispone de muchos recursos, algo que pudo ser un motivo de su derrota, lo más conveniente es acomodar nuestras unidades a las características de todo el territorio bajo nuestro control. De este modo, podemos abastecernos -o generarlas- cómodamente sin que mantener esta conquista nos salga más caro que no haberla tomado en posesión.
De hecho, lo mejor de arrebatar un entorno rico en recursos no está únicamente en el refuerzo que recibirán nuestras tropas, mejoras y expansiones, sino en el modo en el que esta pérdida afecta a nuestros enemigos. Eso sí, tenemos que ser conscientes de que, en determinados juegos, dominar un puesto lejano puede ser más un riesgo que una ventaja, especialmente cuando los recursos se han de transportar y las defensas tardan en llegar.
Si tomas los suministros de armas de tu propio país, pero quitas los alimentos al enemigo, puedes estar bien abastecido de armamento y de provisiones. Cuando un país se empobrece a causa de las operaciones militares, se debe al transporte de provisiones desde un lugar distante. Si las transportas desde un lugar distante, el pueblo se empobrecerá.
Adapta tus acciones ofensivas (y de defensa) en proporción a las unidades enemigas
Sun Tzu dijo: La regla de la utilización de la fuerza es la siguiente:
Si tus fuerzas son diez veces superiores a las del adversario, rodéalo.
Si son cinco veces superiores, atácalo.
Si son dos veces superiores, divídelo.
Si tus fuerzas son iguales en número, lucha si te es posible.
Si tus fuerzas son inferiores, manténte continuamente en guardia, pues el más pequeño fallo te acarrearía las peores consecuencias. Trata de mantenerte al abrigo y evita en lo posible un enfrentamiento abierto con él; la prudencia y la firmeza de un pequeño número de personas pueden llegar a cansar y a dominar incluso a numerosos ejércitos.
Al principio de cada partida multijugador todos los participantes parten más o menos con las mismas condiciones. Una vez comienzan a obtener recursos o pasar los turnos, habrá algunos que tengan más unidades, otros que dispongan de mejores unidades y otros que no hayan podido producir las suficientes.
Si en nuestro caso vamos holgados de personal y maquinaria, nuestra prioridad es desintegrar las fuerzas enemigas, de modo que no puedan reutilizarse de ningún modo. Acorralar en la medida de lo posible y garantizar nuestro éxito en caso de ligera superioridad fraccionando sus fuerzas.
En caso de una situación de empate en cuestión de cantidad y fuerza, y siempre que estemos preparados para reabastecernos, será mejor un enfrentamiento inmediato a dar pie a otro en el que podamos salir perdiendo.
¿Y si nos vemos diezmados? Sobre todo prudencia. Sacar ventaja del tipo de tropas, unidades y héroes para organizar una salida o una línea defensiva, aprovechar el tipo de terreno en caso de que influya en batalla e intentar buscar el desgaste del enemigo con vistas al peor de los escenarios.
Este consejo se aplica en los casos en que todos los factores son equivalentes. Si tus fuerzas están en orden mientras que las suyas están inmersas en el caos, si tú y tus fuerzas están con ánimo y ellos desmoralizados, entonces, aunque sean más numerosos, puedes entrar en batalla.
Si tus soldados, tus fuerzas, tu estrategia y tu valor son menores que las de tu adversario, entonces debes retirarte y buscar una salida.
El arte del despiste
Sun Tzu dijo: El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo.
Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo.
Si tienes un seguimiento fiable de las tropas enemigas, evita en todo momento que se organicen o preparen para una reorganización. Intenta desordenadas, confundidas con unidades que entren y salgan de su campo de visión. Al principio comentábamos la importancia de arrancar la partida con un plan establecido. Complícaselo sin tregua.
Si te enfrentas a varios enemigos, intenta que se desgasten y se enfrenten entre ellos, conduciendolos a sus respectivos bastiones usando tus unidades más aptas al propósito como enlace. Siembra la disensión entre sus facciones.
Y, por supuesto, si ves que tu enemigo no está preparado, aparece de imprevisto y llévatelo por delante. Hay otros rivales y desafíos que te esperan en la siguiente partida.
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