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El grupo de coleccionistas que descubrió y recuperó más de 50 máquinas recreativas que fueron abandonadas hace décadas en un barco

Los salones de máquinas recreativas se han convertido con el paso de los años en algo extremadamente raro de encontrar en cualquier ciudad, para desgracia de cualquier aficionado de estas joyas arcade. Aun así, en algunas partes del mundo existen personas que tratan de localizar algunas de estas máquinas que nos han hecho pasar tantas horas de diversión con el fin de restaurarlas, conservarlas y, en definitiva, mantenerlas vivas.

Por ejemplo, en Estados Unidos existen varios grupos así, pero en el Reino Unido no es algo tan frecuente en absoluto. No obstante, hace unos cuantos años salió a la luz una historia muy interesante de un grupo llamado UKVAC que logró hacerse con la joya de la corona, porque consiguió encontrar más de 50 máquinas recreativas que se encontraban abandonadas desde hace décadas en un barco que pasó a mejor vida a finales de los años 70.

El barco marítimo que se convirtió en un lugar de ocio

En la década de los años 50 se construyó en Belfast el llamado Duque de Lancaster, un ferry de vapor que en un principio hizo la función de transportar pasajeros y vehículos desde 1956 hasta 1978. Un total de 22 años durante los que se dedicó a surcar los mares con viajes que iban por Irlanda, Escocia y toda Europa, además de tratarse de un barco equipado con toda clase de lujos.

Eso fue hasta que en 1978 realizó su último viaje y fue entonces cuando se vendió a una empresa que tenía una sede en Liverpool, cuyo único objetivo era el de reabrirlo para convertirlo en un lugar de ocio puro y duro. Para ello las habitaciones se modificaron para transformarlas en un hotel (algo que finalmente no sucedió), con un bar, un lugar para pescar y hasta su propio salón de máquinas recreativas, que es por lo que merece la pena hacer mención a su trayectoria.

Fue entonces, en 1979, cuando abrió sus puertas nuevamente con el nombre de The Fun Ship, es decir, El Barco de la Diversión. El responsable detrás de todo esto tuvo la idea de colocar en uno de sus salones más de 50 máquinas arcade, entre las que había algunos clásicos de la talla de Space Invaders, Asteroids, Galaxia o Missile Command, entre otras. Sin duda este fue el mayor atractivo del reformado barco y no tardó en pasar a ser una atracción turística popular.

Lamentablemente, pese al éxito que tuvo en ese momento, su andadura fue relativamente corta y no tardó en ser cerrado al público. El motivo se debió a que su acceso estaba instalado a través de un puente debajo de la línea ferroviaria de Gales. Esto generó una serie de problemas legales con el gobierno local que al final concluyó con la clausura del barco y, por lo tanto, que las decenas de máquinas se quedaran completamente solas sin que a nadie les importara, hasta hace unos cuantos años.

El grupo de coleccionista que salió al rescate de las máquinas

Como os decíamos al principio, existen grupos de coleccionistas cuya mayor afición es la de dedicarse a localizar estas máquinas que han sido abandonadas para recuperarlas. De este modo, en 2009 un grupo de exploradores urbanos se encontró con este barco y descubrió todas las máquinas que albergaba, publicando en la red unas fotos de todo lo que se encontraba en su interior.

Fue entonces cuando Oliver Moazzezi, uno de los integrantes del grupo y de los mayores coleccionistas del Reino Unido, se encontró con estas fotos, así que no dudó en tratar de ponerse en contacto con el dueño del barco con el fin de negociar y llegar a un acuerdo. Eso sí, la tarea no fue sencilla en absoluto, pero finalmente localizó a la persona detrás de todo esto para negociar con el objetivo de que se pudiesen llevar las máquinas de allí.

Exactamente le llevó ocho meses dar con los dueños hasta que en enero de 20211 les llamó. La buena noticia es que las máquinas estaban a la venta y podía ir a verlas. Ahí fue cuando se enteró realmente de la historia de por qué el barco se quedó varado, y es que la ley no permitía que las zonas de ocio abriesen los domingos, pero esta no englobaba a los barcos y tampoco se indicaba dónde debía de estar.

Como podéis ver en el vídeo o en las imágenes que acompañan a estas líneas, no cabe duda de que este lugar habría sido el sueño de muchos de nosotros para pasar las tardes, donde encontraron además auténticas reliquias. Tras unos cuantos meses de negociaciones en las que originalmente el propietario pedía una cantidad de dinero desorbitada, al final se alcanzó un acuerdo.

A pesar de todo, el tiempo no jugó a favor de Oliver y el resto, debido a que ciertas personas se dedicaron a robar los materiales de las ventanas del barco para venderlas como chatarra, lo que permitió que después de más de 30 años el agua entrase dentro del barco. El peligro de todo esto es que se podía correr el riesgo de que el agua dañara gravemente a las máquinas, así que al grupo no le quedó otra que actuar rápidamente.

Sobre todo porque el dueño les advirtió de que tan solo les concedía diez días para extraer todas las máquinas del barco, así que Oliver y sus compañeros debían de darse prisa. Para lograr la tarea, a causa de lo tremendamente complicado que era sacarlas de allí, sumado a su peso, se vieron obligados a traer camiones, pedir ayuda a multitud de personas de diferentes países con la misma afición y hasta contrataron una grúa para recuperarlas desde la cubierta.

Después de tantísimo esfuerzo, en febrero de 2012 todo acabó en buenas noticias y con un final feliz. Las más de 50 máquinas recreativas se pusieron a salvo en manos de coleccionistas de toda Europa para elaborar un proceso de restauración. Así pues, quién sabe, quizás la próxima vez que te encuentres una máquina recreativa puede que pertenezca a este barco que fue abandonado hace más de 40 años.

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