Existe un enorme mercado de venta -y reventa- de claves de juegos a nivel mundial, y no es para menos: es posible encontrar títulos a precio de rebaja pasadas apenas 24 horas desde su lanzamiento. Una actividad comercial que, desde ahora, será ilegal en Japón.
El gobierno nipón ha revisado su Ley de Prevención de Competencia Desleal añadiendo una serie de ajustes y enmiendas enfocados al sector del videojuego. Dentro de estas novedades encontramos la prohibición de revender claves de juegos sin el consentimiento del autor.
Curiosamente, en el viejo continente se llegó a una serie de conclusiones opuestas en 2012, de modo que un autor de software no puede oponerse a la reventa de sus licencias. Es decir, según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea:
El derecho exclusivo de distribución de una copia de un programa informático cubierto por dicha licencia se agota en su primera venta.
De hecho, según apunta GamesIndustry, las enmiendas introducidas en la Ley también hacen hincapié otro aspecto realmente interesante dentro de la autoría del software, prohibiendo también la venta de software para alterar los datos guardados, así como ofrecer servicios que modifiquen guardar datos en nombre del cliente.
Dicho de otro modo: no es ilegal que un usuario modifique -o truque- sus partidas, pero sí lo es distribuir herramientas o programas con los que lo pueda hacer.
La base legal de ambas iniciativas del gobierno japonés parte desde el reconocimiento de la autoría del videojuego, entendiendo en el segundo caso que los propios datos, es decir la información grabada en el registro electromagnético, está dentro del ámbito de la protección de la renovada ley.
Las consecuencias de esta segunda medida -quizás no tan extendida como la primera- es que, por un lado se ha descontinuado la producción y venta de software como Cyber Save Editor para PS4. Por otro lado, las multas pueden ascender a cinco millones de yenes, hasta cinco años de prisión, e incluso ambas penas.
La reventa de claves se considera una especie de mercado gris, y pese a que muchos portales y plataformas trabajan de manera directa con las propias editoras y creadores, a muchos desarrolladores -especialmente los más modestos- les supone pérdidas muy severas al no poder monetizar sus propios juegos.
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