Según los últimos datos registrados, el consumo de videojuegos en España durante 2014 ascendió a 996 millones de euros, un aumento de casi el 7% con respecto al periodo previo. A falta de obtener las cifras relativas a 2015, está claro que hay mucho dinero en juego aquí.
A nivel mundial, hablamos de un negocio que ya hace sombra al cine, poderosa industria del entretenimiento donde las haya, y que con el auge de los e-sports aún tiene margen para llegar a alcanzar cotas económicas más estratosféricas. Dadas las circunstancias, se antoja un sector difícil de ignorar.
Políticos y videojuegos han sido, tradicionalmente, dos conceptos que en la misma frase han traído pocas alegrías: desde los que han usado esta afición como instrumento para el ataque partidista, hasta los que simplemente ignoran su existencia, y por tanto su potencial como motor económico. Hay de todo, ya se sabe.
Tímida aparición en programas electorales
Echando un vistazo a los programas electorales de los diferentes partidos concurrentes en las últimas Elecciones Generales, encontramos ciertas menciones y propuestas deliberadamente ambiguas para dar vida a este sector que tanto bien podría hacer a nuestra maltrecha economía.
Podemos es la formación que más se mojaba en ese sentido, dedicando dentro de su programa para cultura y comunicación casi dos páginas de medidas específicas de videojuegos. La formación hablaba de apoyar con inversión pública la internacionalización de este sector:
Apoyaremos e impulsaremos la producción española de videojuegos y su exportación. El sector tiene un enorme potencial de crecimiento y con el apoyo adecuado podemos lograr ser un referente en la producción de videojuegos en Europa, generando empleo estable y cualificado.
Su plan de medidas contemplaba la apuesta por títulos que cumplan con unos criterios de calidad, originalidad y contribución cultural, de apoyar a pymes vinculadas a los videojuegos y de fomentar las plataformas de acceso legal a estos contenidos. Es más, hasta proponía la creación de una Agencia del Videojuego:
La Agencia del Videojuego será un organismo vinculado a la Dirección General de Cultura Digital y dependiente del Ministerio de Cultura y Comunicación. Desarrollará planes conjuntos con el Ministerio de Industria. Su objetivo será unificar las políticas públicas dirigidas a fomentar y visibilizar el sector del videojuego, atraer inversión extranjera y potenciar la exportación.
El PSOE lanzaba también una referencia relativamente directa la industria del videojuego en su programa, dentro de su apartado de iniciativas culturales. Sus propuestas textuales son las siguientes:
- Establecer un plan Específico de desarrollo de la creación y producción del Videojuego en España. Llevar a cabo incentivos para desarrollar videojuegos adaptados para las personas que necesiten un sistema aumentativo/alternativo de comunicación o tengan movilidad reducida.
- Establecer y fortalecer el crecimiento en la especialización de los estudios aplicables a este sector.
- Impulsar la densidad e internacionalización del sector considerándolo fundamental para la digitalización de nuestra economía y de especial importancia para el fomento de la creatividad.
El PP también hablaba del sector en lo que denomina su agenda digital dentro del programa presentado para las pasadas elecciones, aunque dedicando aún menos líneas al tema que el PSOE y sin mojarse casi nada, algo que ambas fuerzas políticas comparten. Su propuesta es la siguiente:
Potenciar campos de expresión artística y cultural como la animación o la industria del videojuego.
Dentro de su agenda de intenciones y promesas, Ciudadanos incluía a la industria del videojuego en el saco de otros negocios culturales y, de nuevo sin arriesgar demasiado, prometía su apoyo llegado el momento:
Apoyar las industrias audiovisuales, desde el cine a la animación, los efectos audiovisuales y el videojuego.
No he encontrado referencias al sector en las propuestas de otras formaciones nacionales como UPyD (enlace al programa), más allá de las clásicas declaraciones de amor a la industria audiovisual en general. IU por su parte sí hacía mención a los videojuegos, pero dentro de sus propuestas de igualdad con la idea de fomentar "la producción de juegos no sexistas".
Declaraciones para cubrir el expediente
Obviamente, el videojuego y su entorno no tuvo presencia alguna en los debates previos a las elecciones, ni tampoco en estos tiempos de negociaciones que probablemente nos acaben llevando a unas nuevas votaciones, pero la relevancia del tema no debería ser infravalorada por ello.
Algún movimiento sí se ha producido: en el marco del pasado Mobile World Congress, Ciudadanos se reunió con la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), asegurando que para ellos es una prioridad fomentar el desarrollo de esta industria en nuestro país. Inés Arrimadas, en representación de esta fuerza política, hablaba de "incentivos fiscales y avales financieros".
Aunque suenen a las clásicas declaraciones para cubrir el expediente, la reunión de un partido de peso nacional con la AEVI demuestra al menos cierto interés por el mercado del videojuego, tanto desde las izquierdas, como desde las derechas. Los hechos, como siempre, los dejamos para otro momento.
Qué se requiere realmente
A poco que indaguemos, queda claro que España hay talento y técnica de sobra para aspirar a consolidar una industria del videojuego potente, capaz de mover cifras realmente serias. Estudios patrios como Tequila Works, Fictiorama Studios, Nexus Game Studios, Over The Top Games, MercurySteam o Deconstructeam así lo demuestran. Y la lista continúa.
Pero solo de buenas intenciones y talento no se construye un sector puntero a nivel mundial. Obviamente, aquí podemos entrar en el eterno debate de lo conveniente o no de las subvenciones al sector cultural, y cómo éstas pueden convertirse en un arma de doble filo que termine penalizando más que sumando. El problema, pienso yo, no está tanto en las propias subvenciones, como en los estándares seguidos para su entrega y en los sistemas de control subsiguientes.
Solo de buenas intenciones y talento no se construye un sector puntero
La AEVI publicaba el año pasado, precisamente en mitad de la tormenta de la campaña electoral, una serie de medidas de apoyo divididas en el fomento a las inversiones, el apoyo al I+D+i, el soporte financiero, la internacionalización que tanto gusta y el empuje al consumo con una reducción del IVA al 18%, como parte de su consideración cultural.
Aunque pocos partidos hayan escuchado esta reclamación, no soy tan necio de pensar que un paquete de medidas económicas es suficiente para convertir a España en un referente mundial del videojuego. No obstante, por algo se empieza, y esta clase de soportes son los que permiten que emprendedores con ganas de arriesgarse puedan intentarlo. Hay que tener en cuenta que serán necesarios muchos fracasos para lograr al menos un auténtico éxito.
Junto a todo ello, y esto es de capital importancia, hace falta añadir igualmente medidas educativas que permitan contar con profesionales preparados a largo plazo. También la AEVI hacía algunas reclamaciones en ese sentido, pidiendo más presencia de la programación y los videojuegos desde la educación primaria hasta la universitaria.
Son aspectos que no han tenido apenas relevancia en los antes mencionados programas electorales, y mucho me temo, tendrán poco protagonismo práctico en los próximos años de acciones políticas, salvo que algo cambie realmente. Hablamos, no lo olvidemos, de mucho dinero, de puestos de trabajo (eso que tanto gusta a los políticos defender en sus discursos), de difusión cultural y de vanguardia tecnológica. Sería una pena desaprovechar todo el potencial que tenemos y quedarnos también atrás en esto.
Imágenes | Pony Bravo, Evercom, Code.org, Wikimedia Commons
Ver 8 comentarios