Filtrar el tráiler de GTA 6 sale barato. ¿Hasta qué punto saltarse un NDA puede transformarse en multas, despidos o incluso la cárcel?

Filtrar el tráiler de GTA 6 sale barato. ¿Hasta qué punto saltarse un NDA puede transformarse en multas, despidos o incluso la cárcel?

Lo ocurrido con el juego de Rockstar Games no es nuevo, pero el problema no es el peso de la ley

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Pese a pasar años guardando como oro en paño cualquier información sobre el nuevo GTA 6, la expectación por el próximo gran juego de Rockstar les ha jugado una mala pasada no una, sino en hasta tres ocasiones.

Desde el hackeo de los servidores, hasta la filtración del tráiler de GTA 6 horas antes de lo previsto, pasando por el hijo de un empleado que nos mostró la ciudad antes de tiempo de la forma más anticlimática posible, pero... ¿Qué consecuencias hay detrás de filtraciones como estas? ¿Quién en su sano juicio se atrevería a buscarle las cosquillas a un gigante como Rockstar?

GTA 6 no ha sido el primero, y tampoco será el último

Los que llevéis por aquí una buena temporada sabréis que las filtraciones no son algo puntual dentro de la industria. Lo de conocer o ver juegos mucho antes de que las propias compañías los presenten de forma oficial es más habitual de lo que le gustaría reconocer a compañías como Ubisoft, que parece ser una de las que peor suerte ha tenido en este sentido desde hace ya varios años.

La idea que se suele extraer de esto es que en realidad estamos detrás de maniobras publicitarias muy controladas que, con la excusa de la filtración, aprovechan para generar ruido con un contenido que, salvo en el caso de gigantes como GTA 6, podría tener las patas muy cortas.

La verdad es que normalmente estas situaciones suelen ser mucho más tontas que el guión peliculero que nos montamos en la cabeza. La realidad suele ser bastante más aburrida de lo que solemos creer y, como en el caso del hijo del director de arte de GTA 6, los descuidos más tontos pueden arrastrar consecuencias escandalosas.

Rise of the Tomb Raider apareció en la red después de que un desarrollador se pusiese a trabajar en el metro en una presentación como si nadie fuese a percatarse de ello. Y compañías como Volition reconocieron en su día que gran parte de sus filtraciones se debían a que eran algo descuidados con lo que se podía ver desde el otro lado de la calle a través de sus ventanas.

El NDA y el cuento de Pedro y el lobo

Desde que se empezó a hablar de filtraciones, la gran aliada contra ellas suele ser la firma de un NDA, del inglés Non-Disclosure Agreement, un documento legal entre varias partes en el que se acuerda no airear cierta información a terceros.

La idea detrás de estos contratos firmados suele ser evitar precisamente eso, que detalles clave de un producto o empresa puedan compartirse con facilidad, y limitando la posibilidad de ver cómo estrategias de negocio, nuevas propiedades intelectuales o demás secretos puedan difundirse sin causas.

Dichos documentos, a menudo enormes mamotretos de acuerdos legales que se suelen leer con el mismo en entusiasmo con el que se saltan los documentos en los que pulsamos aceptar sin pensárnoslo dos veces cada vez que iniciamos un juego hoy en día por primera vez, a menudo nos indican a qué nos enfrentamos si nos saltamos sus reglas.

Aunque la gran mayoría de ellos simplemente se limitan a afirmar que la compañía tiene derecho a tomar acciones legales si la parte firmante del NDA rompe el acuerdo, pocas veces se especifica con un ahínco especial a qué tipo de castigos se refieren.

100.000 euros por romper un embargo

Aunque en prensa estamos acostumbrados a firmar NDA casi de forma semanal, pocas veces se detallan qué implicaciones tendría saltarse, por ejemplo, el embargo para ofrecer al público un tráiler que nosotros podemos ver con antelación de cara a poder preparar contenidos sobre el mismo.

De hecho, si tuviese que pensar en el embargo más escandaloso que me he encontrado en más de 15 años, pese a no poder hablar de nombres concretos porque para eso están precisamente los NDA, creo que lo más llamativo que he visto ha sido la amenaza de enfrentarte a 100.000 euros de multa por ofrecer detalles anticipados de algún juego.

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Hablando con relaciones públicas de España, varias personas me reconocen de forma extraoficial que nunca se han enfrentado a la necesidad de tener que tomar acciones legales contra nadie de la prensa y que, incluso en el caso de algún creador de contenido que en su día se tomaba la libertad de publicar cosas antes de tiempo, como mucho se ha llegado a no facilitarle cosas con antelación. Romper un NDA no suele ir más allá.

La cosa cambia, y mucho, cuando el que filtra la información es un empleado de la propia compañía, lo que implica no sólo despidos y multas, sino también entrar en una suerte de lista negra del sector en la que se le puede complicar volver a trabajar con una empresa grande el día de mañana. ¿Quién en su sano juicio se iba a arriesgar a perder su trabajo por rascar cuatro likes?

Sin embargo, más allá de documentos NDA o trabajadores kamikazes, el principal problema al que se enfrentan las compañías como Rockstar cuando se filtra algo como el tráiler de GTA 6 no es dar con el castigo perfecto, sino dar con el auténtico responsable en una red en la que, cada vez más, encontrar a un culpable anónimo es prácticamente imposible si ha jugado bien sus cartas.

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