En el género de los FPS lo más habitual es encontrarnos con juegos en los que los tiroteos son constantes, con combates brutales en los que las balas vuelan de aquí para allá, aunque también hay otros títulos que plantean desafíos más elevados y nos obligan a demostrar nuestra capacidad de supervivencia. Dentro de este último grupo de encuentra la saga Metro.
La serie de videojuegos inspirada en las novelas del mismo nombre y escritas por el autor ruso Dmitri Glukhovsky se divide entres entregas diferentes, pero sobre la que os vamos a hablar hoy es la última de ellas: Metro Exodus. Más que nada porque cualquiera que esté suscrito a PlayStation Plus Extra y Premium puede acceder a su correspondiente descarga en PlayStation Store.
Además, es uno de esos juegos que será mejor que lo pilléis cuanto antes y os lo paséis, porque está previsto que abandone el catálogo el 21 de febrero. Por suerte, tenéis tiempo más que de sobra para pasároslo y comprobar por vuestra propia cuenta lo que le hace tan especial a este FPS.
Unos despiadados escenarios en forma de mundos abiertos
La tercera parte de la franquicia continúa con los sucesos que tuvieron lugar en Metro: Last Light. Artyom vuelve a ser el protagonista una vez más y no os preocupéis si sois de los que no habéis jugado a los Metro anteriores, porque la propia aventura os pone al día de todo lo sucedido y tampoco es que sea realmente indispensable. En cualquier caso, en esta ocasión por fin se abandonan los oscuros y tétricos túneles del metro de Moscú para salir al aire libre.
Se decía que la guerra nuclear que había tenido lugar en todo el mundo había arrasado con toda la población, pero Artyom estaba convencido de que todavía había vida en el exterior. De ahí que junto con un grupo de compañeros se sube en la Aurora, un tren con el que viajan por las vías de todo el país para descubrir que efectivamente no estaban solos, aunque con lo que no contaban es que a las afueras del metro las cosas no eran más sencillas en absoluto.
Todo esto deja la pueta abierta a visitar unos escenarios inmensos en forma de mundos abiertos, entre los que hay una zona nevada, un desierto o un bosque, entre otros tantos. Lo mejor de todo es la libertad que ofrecen a la hora de explorarlos, algo nunca visto hasta ese momento en la saga. A su vez, cada uno de los lugares que se pueden visitar se caracterizan por contar con desafíos completamente distintos entre sí.
A pesar de todo, el hecho de que la mayor parte de la acción transcurra en el exterior no quita que haya zonas radioactivas o contaminadas que requieren que siempre tengamos a mano nuestra máscara de gas para no morir al instante. Aun así, no es el mayor peligro a tener en cuenta, porque tampoco faltan los bandidos, así como los mutantes y otras criaturas abominables que nos lo hacen pasar realmente mal.
La exploración es fundamental, porque en ningún momento te libras de la escasez de recursos, lo que te obliga a examinar hasta el lugar más recóndito en busca de cualquier material que pueda servir de ayuda. Sin embargo, hay zonas que recuerdan más a los primeros Metro por su oscuridad o por ser más cerradas en las que salir con vida de ellas no será coser y cantar, aunque a veces no te queda más remedio que atravesarlas.
Ya no solo por llevar a cabo las misiones principales, sino también por las secundarias que van facilitando los personajes, aunque también hay que reconocer que estas no son nada del otro mundo y pueden dar la sensación de relleno para alargar más todavía la duración de la campaña, que puede ser fácilmente de unas 15-20 horas dependiendo del tiempo que dediquéis a cada escenario.
Por su parte, el argumento es magnífico y va cobrando más peso a medida que va progresando, con un buen nivel que no decae a medida que se van completando los distintos capítulos.
Buscando la forma de sobrevivir
El hecho de que Metro Exodus se trate de un FPS de supervivencia implica que cada bala cuenta y hay que administrarlas a conciencia. De nada sirve ponerse a disparar como loco a cualquier cosa que se mueva porque a la larga puede acabar siendo demasiado perjudicial por no disponer de las herramientas necesarias para eliminar a los enemigos. Es por ello que también hay que apuntar perfectamente para que al menos los impactos causen estragos de verdad.
Al menos Artyom puede empuñar varias armas diferentes, entre las que hay pistolas, escopetas, rifles de francotirador, etc., a las que se les puede modificar sus componentes para alterar sus estadísticas y efectos, aparte de su diseño. No obstante, las armas se pueden estropear si se usan demasiado o si se mojan, provocando que la suciedad haga que empeoren o incluso se rompan del todo.
Las mesas de trabajo son esenciales para fabricar artículos, filtros para las máscaras, para reparar el cristal de estas y por supuesto para devolver a su estado normal todas las armas, aunque en este sentido también habrá que tener muy presente los recursos de los que disponemos para no usarlos con cualquier cosa así sin más. Estas mesas se encuentran en lugares de descanso que también se pueden aprovechar para dormir y así cambiar el ciclo del día por si alguien prefiere que sea por la mañana o de noche.
Esto también afecta a las amenazas con las que toca lidiar, porque por el día los bandidos son más propensos a atacar o permanecerán más alerta en sus fortalezas, mientras que por la noche es más probable cruzarse con los espeluznantes mutantes. Sea como sea, la experiencia es fácil que te mantenga en tensión por el temor a lo que te puedas encontrar y sobre todo por la incertidumbre de no saber si dispondrás de los materiales suficientes para sobrevivir.
En resumidas cuentas, Metro Exodus es el capítulo más completo de toda la saga y un FPS que, pese a no ser perfecto, os mantendrá bien enganchados a los mandos si sois de los que gustan las experiencias que no se limiten a acribillar a enemigos sin parar.
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