Tengo un problema con Balatro: las horas jugadas suben sin parar. ¡Suélteme el brazo!

Tengo un problema con Balatro: las horas jugadas suben sin parar. ¡Suélteme el brazo!

El deckbuilder roguelike de Localthunk es una maravilla que se merece todos los elogios posibles

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Balatro

A lo largo de 2024 he tenido la inmensa fortuna de degustar las mieles de No Rest for the Wicked y Hades 2, dos indies absolutamente fabulosos que deben estar nominados en The Game Awards 2024. Mi apuesta, mi all-in absoluto era el roguelike basado en el Olimpo, pero esa visión se ha desmoronado desde hace apenas unas semanas.

Balatro ha llegado a mi vida, tras una multitud de comentarios elogiando el trabajo del desarrollador Localthunk, al mismo tiempo que era advertido continuamente de que la ruina a mi productividad se encontraba en el interior de la obra. En mi deber como periodista dedicado al terreno de los videojuegos, debía comprobar semejantes afirmaciones de primera mano y he descubierto que teniáis todos razón.

Barajas tiene, póker no es

Desde que John Marston me enseñó a jugar al póker en Red Dead Redemption hace 14 años, he de reconocer que le he cogido bastante gusto al tema de crear manos. Ya sea recurriendo a viles trampas o no aceptando la derrota con una buena lluvia de balazos, lo cierto es que nunca digo que no a disfrutar de tener unas cuantas cartas entre los dedos.

Si bien es fundamental entender la idiosincrasia del póker para poder jugar a Balatro, lo cierto es que su creador ha optado por una extraña variación, el Big Two. Concretamente la que jugaba la clase obrera en la ciudad de Hong Kong durante los años 80 y lo que no debían imaginar aquellas personas es que las partidas que echaban en los descansos se convertiría en una trituradora de tiempo 40 años más tarde.

Como si de algún tipo de episodio apocalíptico se tratase, Charlie Brooker, el creador de Black Mirror, ya avisó de que el desembarco en móviles sería catastrófico para la raza humana.

"Esto va a sonar muy trágico, pero ahora mismo hay un juego llamado Balatro. Es como el póker, y es posiblemente la cosa más adictiva jamás creada. Actualmente está en Nintendo Switch y Steam Deck, pero va a salir en dispositivos móviles, y en ese momento creo que la actividad de la humanidad va a caer un 25%. Lo juego en partidas cortas cuando estoy escribiendo para recompensarme."
Balatro

No es para menos, pues mi primera sesión consistió en algo más de dos horas frente a la pantalla acostumbrándome a las sinergias del juego. Notaba que la dinámica de controlar cada mano enganchaba y que las posibilidades de los multis y los comodines abrían límites que desconocía, pero hasta ese momento no sentí el cosquilleo. Cuando dejé de jugar, escribí un par de noticias para VidaExtra y me dispuse a apagar el PC para irme a dormir... y tuve que resistir la brutal tentación.

Una sola partida con las cartas y mi mente ya había activado esa zona del cerebro que te genera una adicción sin igual. Aquella noche no me traicioné a mí mismo, por lo que decidí irme a dormir, aunque durante los días siguientes la historia fue muy distinta. Comencé a preparar con antelación mi trabajo para poder disfrutar de un tiempo extra dirimiendo si debería usar una reina o un rey en cada turno.

Al igual que ha hecho Booker, yo también me recompenso con partidas esporádicas a Balatro. La rapidez con la que se decide una ronda -especialmente después de haber activado la velocidad x4- permite calmar las ganas de jugar de forma muy sencilla. Con todo, las alegrías tardaron mucho más de la cuenta en llegar.

Balatro

Puntos, puntos everywhere

Como buen deckbuilder roguelike, la suerte en Balatro posee un componente esencial a la hora de determinar el éxito, aunque la grandísima mayoría del porcentaje corresponde a quien maneja las cartas. Si juegas una partida completa, son 24 ciegas las que hay que superar, y hay que tener especial cuidado con las jefe.

No me resultó nada sencillo ganar por primera vez y en algo más de una decena de horas solo sumaba un par de barajas conquistadas en las dificultades más básicas. Llegado a ese punto, parecía que simplemente me debía someter a los azares del destino, esperando a que la fortuna me sonriese. Daba igual que los 150 comodines con habilidades únicas, las 22 cartas de tarot, las 11 cartas planetarias o los 32 cupones ayudasen en la tarea; estaba perdido en un círculo de derrotas.

Por muy obvio que me pueda parecer a estas alturas, la clave que cambió radicalmente mi forma de interpretar Balatro fue la posibilidad de saltarse las ciegas. Me parece una mecánica absurdamente rota que ofrece, en muchos casos, unas recompensas tan jugosas que ponerse a jugar contra la cifra marcada por Localthunk se convierte en un absurdo. Comodín polícromo, negativo o doblar la suma de dólares en un santiamén es imperativo, sobre todo con las dos ciegas iniciales.

Balatro

De esta forma comencé a desbloquear una buena cantidad de opciones entre los comodines y, oh, Dios, existen combinaciones apoteósicas. Nada está más roto que el comodín que copia la habilidad de la derecha, pero rindo pleitesía en el momento en que el creador decidió incluir multiplicadores de multi que escalan con cada carta potenciadora. Es una fórmula sencilla de seguir, pero no la única, pues el abanico de Balatro es inmenso, el cual se ve reforzado por romper el orden natural del póker. Las barajas pueden prescindir de figuras, se pueden quemar cartas, incorporar nuevas o limitarlo todo a dos palos. Una fantasía repleta de caminos nuevos.

De las 15 barajas disponibles, cada una de ellas contiene un buen puñado de pozos con diversas dificultades. Me parece casi inabordable conseguir el 100% de lo que ofrece la obra y ese es un elogio para un videojuego que se mueve como pocos en el terreno del minimalismo. Adoro que la banda sonora synthwave funcione tan bien como hilo musical, sin estridencias, con una monotonía absolutamente necesaria para el formato de póker.

Balatro

Qué decir de los diseños de las cartas al estilo pixel art y con homenajes a otras franquicias como The Witcher 3, Dave the Diver, Vampire Survivors y Among Us. Todo ello tiene valor por sí mismo, pero aumenta exponencialmente si tenemos en cuenta que proviene del ingenio de una única persona. Al igual que sucedió con Eric Barone en su día, son esta clase de proyectos los que demuestran la confianza en el mercado indie; ese lugar donde la innovación y la originalidad jamás se perderán.

Ya he superado las 36 horas jugando a Balatro y he desbloqueado más de la mitad de las barajas. En los roguelike yo decido cuándo considero que he terminado el juego y para esta ocasión he marcado la meta de conseguir el acceso a todas ellas. No sé cuántas horas quedan por delante para lograr el objetivo, pero lo que tengo muy claro es que restan años hasta que lo desinstale de mi cuenta de Steam.

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