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Ni 'FIFA 10' ni 'PES 2010', este año paso del fútbol electrónico y me vuelvo al 'PES 6'

He necesitado dos días de reflexión para llegar a escribir esto y espero que lo comprendáis. Quiero aclarar que se trata de una opinión personal y que puede no compartir la mayoría de la gente pero después de más de 50 partidas a las demos de los dos juegos más esperados del momento he tenido que exlplotar.

Este año paso del fútbol electrónico, paso de ‘FIFA 10’ y de ‘PES 2010’, se acabó. Quizá es culpa mía por haberme quedado anclado en el pasado o puede ser que mantenga unas expectativas tan altas que, a la hora de la verdad, nadie puede cumplir. Pero empecemos por el principio para que quede todo claro.

Siempre he sido fan de los juegos de fútbol y cada año he ido disfrutando, a veces más y a veces menos, de lo que las diferentes compañías nos han dejado. Hoy quiero centrarme en las dos franquicias que sobreviven, las que acabaron con las demás alternativas (aún recuerdo la que lió ‘Libero Grande’) y las que han convertido el género en un monopolio para EA y Konami.

Los viejos y buenos tiempos

Recuerdo cientos de partidas a ‘Italia 90’, goleadas por 19 goles a favor y la cara de alucinados que se nos quedó a toda la pandilla cuando llegó aquel revolucionario FIFA 94’. Era la época de MegaDrive y SuperNintendo y por primera vez aparecía un juego serio (con aspiraciones a simular) de fútbol. Nosotros, aún mocosos que ignoraban lo que el mundo puede llegar a apestar, ya intuimos que aquello sería el inicio de algo.

Unos meses más tarde el destino nos deparaba otra sorpresa, un juego japonés acaparaba el centro de atención de los jugones, su nombre era ‘International Super Star Soccer’ y representaba el lado más divertido del deporte rey. Una simulación con tintes arcade que lograba que las horas tuviesen menos minutos y que nos impedía estudiar con dedicación para el examen del siguiente lunes.

Fue el inicio de algo, el inicio de un bipartidismo en el mundo del fútbol digital que sigue manteniéndose hasta hoy, llegando al extremo de una entrega anual de cada uno de los simuladores.

Dos estilos diferentes

Un título apuesta por una simulación dura, impactante y directa. Partidos de corre calles que intentan condensar en 10 minutos todo lo bueno que debería tener el deporte rey. Goles, regates, paredes, pases al hueco, cortes… la final soñada de la Champions League que todos sabemos que jamás podría ocurrir. El partido perfecto para los que quieren espectáculo.

El otro juego, no voy a desvelar cual, apuesta por el lado más técnico y realista. Partidos más lentos y abruptos o jugadores que trazan desmarques increíbles, infinitas posibilidades estratégicas, animaciones ultra realistas, una física más acorde con la realidad y esa sensación, igualmente válida, de que debes marcar en las dos ocasiones que el juego te va a permitir llegar al área rival.

Dos maneras muy diferentes de entender el deporte rey que intentan, año tras año, reinventarse y demostrar que además de actualizar plantillas con los nuevos fichajes, aportan algo más.

Hace unos años, cuando todos éramos más inocentes, recibíamos cada nueva entrega del ‘PES’ como agua de mayo. Deseábamos saber qué cosas nuevas aportaba la visión de Shingo Seabass a la versión anual y, por normal general, no decepcionaba.

Tuvimos versiones del ‘Pro’ (se llama oficialmente ‘PES’ pero el que no le llame ‘Pro’ que levante la mano) más arcades, otras que eran un correcalles, alguno en la que se optó por algo más táctico y las actuales que son un verdadero desastre.

‘FIFA’ por su parte sufrió un duro traspiés después del exitoso ‘FIFA 98’ y anduvo buscando su camino hasta bien entrada esta generación de consolas. Con ‘FIFA 08’ , paradójico que llegase 10 años después de su mejor versión, se volvía a la senda de saber hacer las cosas bien o, como mínimo, saber a que aspirar. ‘FIFA 09’ representó una mejora sobre la base del 08 y corrigió la mayoría de “defectos” que presentaba. Ahora debemos enfrentarnos a ‘FIFA 10’ y las cosas siguen sin estar claras.

FIFA 10’, la confirmación del buen momento de la franquicia, y ‘PES 2010’, la confirmación de que Shingo Seabass y su equipo han conseguido recuperar el espíritu genial que ellos mismos crearon y mataron después. ¿Cumplen las expectativas? En mi modesta opinión no (no hablo a nivel visual ya que los dos son excelentes), ninguno de los dos títulos parece tener la magia de antaño, o eso, o es que directamente el recuerdo de lo que fueron o el anhelo de lo que deberían ser, nubla mi vista.

Siempre he defendido y defenderé que una entrega anual del mismo juego es una tomadura de pelo. Es imposible que se consigan suficientes argumentos de venta y nuevas características de un año a otro, asegurándose además de no involucionar la franquicia en lugar de hacerla avanzar.

Quizá alguno de vosotros esté de acuerdo conmigo.

PES 2010’

Al jugar al nuevo ‘PES 2010’ sólo siento tristeza. Tristeza de ver como en Konami se han olvidado de hacer las cosas bien. Tristeza de pensar que fueron ellos mismos los que me entregaron verdaderas joyas del entretenimiento y son ellos mismos los que parecen empeñados en dispararles a bocajarro hasta acabar con ellas.

Las animaciones son de chiste, los jugadores corren acartonados, en muchas ocasiones no hay ni transición entre unas y otras (es una locura, parece que hayan retrocedido años en este aspecto), se producen bugs que hacen vibrar a los personajes cuando chocan unos con otros, la pelota parece un auténtico misil, la IA de los jugadores ralla lo absurdo y estamos ante un juego que, ahora más que nunca, se ha convertido en un corre calles absoluto.

Y ojo, no es que los anteriores ‘PES’ (pensad en las mejores versiones de PS2) no lo fueran, pero es que esto es demasiado. Los partidos se convierten en un ir y venir de portería a portería, no hay manera de elaborar juego y la técnica del pelotazo al hueco y que corra el extremo para centrar se convierte en el pan de cada día.

El ritmo de circulación de pelota es elevadísimo, ni hablar del sonido de golpeo que podría aparecer en cualquier ‘Call of Duty’, y la física que maneja el conjunto es digna de merecer un repaso. Por que sí, ver a Fernando Torres rematar de cabeza un auténtico misil tierra-aire desde el centro del campo queda bonito, pero es que esto no es un partido de ‘Oliver y Benji’. Y si lo es, que alguien me diga cómo hacer la catapulta infernal.

FIFA 10’

FIFA 10’ me ha supuesto una profunda decepción. La versión 08 me gustó, la 09 me gustó más y la actual me ha sentado como una patada en la boca del estómago. Intento saber a qué se debe y después de pensarlo y jugara las anteriores creo que he encontrado algo.

El ritmo de partido se ha vuelto muy lento, probad a jugar al ‘FIFA’ después de echar un ‘PES’ y alucinaréis. Pero entendiendo que el juego de EA apuesta por algo más pausado y táctico, más cercano al fútbol real y al tiki-taka que la apuesta de Konami, lo puedo asumir y disfrutar.

Mi decepción con ‘FIFA’ viene de los choques entre jugadores. De golpe, no se que ha pasado, los jugadores parecen de mantequilla y al menor contacto ruedan por los suelos. Es imposible encarar el uno contra uno, es imposible pasar cerca de un jugador sin tropezarse y ver lo bonita que queda la animación de trastabilleo, es extremadamente difícil lanzar un pase al hueco y que el punta que corre a por él llegue sin chocar con un defensa que pasaba por allí (esta es otra, la cantidad de jugadores que se desconectan del partido llama la atención, aunque sí, es real ya que también pasa en los Numancia – Hércules, por decir algo).

El resultado de algo así acerca el partido a la tercera división, con todos mis respetos, y lo aleja del fútbol de élite. Partidos trabados con mucho centrocampismo aburrido. ¿Sabéis los típicos encuentros en los que no pasa nada digno de mención y las fuerzas chocan en el centro del campo entre una montaña de faltas? Pues algo así. Aquí los estrategas harán su agosto y se pasarán las horas montando entramados ofensivos, no digo que no, pero para el gran público es un poco demasiado.

Ni uno ni el otro… ‘PES 6’ sigue dando guerra

Da la sensación de que cada franquicia ha querido profundizar en su fuerte hasta pasar el límite. Un juego debe de ser divertido e igual de mal está pasarse en la simulación realista que en la potenciación de los elementos irreales. Soy consciente de que encontrar esa fina línea es difícil pero caramba, hace 4 años disfrutamos de uno de los mejores ‘PES’ de la historia y estoy convencido de que manteniendo todo el aspecto jugable y simplemente cambiando los gráficos hubieran hecho felices a la mayoría de fans.

PES 2010’ se pasa tres pueblos potenciando los factores claves de la franquicia y ha perdido el componente de ritmo y simulación que lo hacía único, amén del delirio gráfico y de animaciones que este año nos obsequian los señores de Konami. ‘FIFA 10’ va perdiendo el componente jugable y sencillo para ir aumentando en simulación con el peligro que eso conlleva.

Entonces, ¿qué demonios podemos hacer?. No tengo una respuesta clara ante esa pregunta, de hecho no se si soy el único que se siente así, pero después de unos 50 partidos en los dos títulos de hoy os aconsejo volver al ‘PES 6’ o al ‘PES 5’.

Guardad esos dos títulos como oro en paño, guardadlos y buscad actualizaciones de plantillas por internet, fueron, son y si nadie lo remedia, los mejores juegos de fútbol que jamás hayan llegado a consola alguna.

Y si no recordad lo que sentisteis la primera vez que los jugasteis, aquella sensación de “madre mía que bueno es esto nuevo, vaya regate, ahora las paredes molan más, fíjate cómo se desmarcan, a ver si vienen los amigos y jugamos un torneo de 4 horas” y comparadla con lo que experimentéis al jugar a las demos.

Esperemos que las versiones finales sean mejores y sea cosa de que las demostraciones descargables no representan la calidad final del producto, pero algo me dice que mucho no va a cambiar.

Lo dicho, yo este año paso de las propuestas de EA y de Konami. Me vuelvo a los clásicos, ellos no me decepcionan y si un juego de hace 5 años (5 años en este mundo es una eternidad) sigue siendo superior a los nuevos títulos es que estamos ante algo muy grande y, por lo tanto, difícil de igualar y superar.

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