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Douglas Adams y por qué el número 42 es la respuesta a la vida, al universo y a todo

Una respuesta absurda que tardó 7,5 millones de años en calcularse

Se dice que en los libros está la respuesta a todo, pero lo cierto es que el lector no siempre tiene muy claro qué es exactamente lo que busca. O por qué razón quiere saber algo. El mejor ejemplo es que una de las soluciones más generalizadas sobre temas tan complejos como la vida, el universo y, en esencia, todo lo demás es 42. Cuarenta y dos. Tal y como lo lees. Así lo cuenta La Guía del Autoestopista Galáctico y si lo dice Douglas Adams, debe ser verdad.

¿Qué autoridad tiene La Guía del Autoestopista Galáctico para afirmar algo así? Técnicamente hay dos libros que comparten ese título. Uno de ellos jamás se publicó en la Tierra y ningún ser humano supo de su existencia hasta que el planeta fue destruido. Quizás me esté adelantando mucho a los acontecimientos. Casualidades de la vida, también es el nombre de una saga de novelas escritas por Adams y que puedes comprar en tu librería de confianza. Libros que jamás me canso de recomendar.

Confundir las dos obras es natural, que conste, ya que por lo general en la portada o la contraportada se puede leer en letras mayúsculas y bien grandes la frase NO SE ASUSTE. Si lo piensas, es lo mínimo que le puedes pedir a cualquier cosa que se atreva a explicarse el significado de la vida. Sin embargo, el motivo por el que Adams eligió esa cifra en concreto no lo encontrarás en ninguna de esas obras. Pero no te decepciones, que en VidaExtra te vamos a tratar de ubicar en la medida de lo posible sobre todo el asunto. Que tiene tela.

Qué es la Guía del Autoestopista Galáctico

Supuestamente todo tiene un origen, pero La Guía del Autoestopista Galáctico tiene dos. Definitivamente no estamos hablando de cualquier obra. Técnicamente, todo comenzó como una comedia radiofónica con personajes pintorescos y un protagonista afortunadamente gafe: Arthur Dent. Dicho esto, el nombre del programa y la novela en realidad provienen del libro Hitch-hiker's Guide to Europe de Ken Wels (La guía del Autoestopista para viajar por Europa) que, visto lo visto, a Douglas Adams le debió hacer mucha gracia.

A partir de aquí un dato inconexo, a modo de bonus extra y por cortesía de un fan de la propia Guía del Autoestopista: el programa radiofónico escrito por Adams se emitió por primera vez en la Radio 4 de la BBC en el año 1978, siendo la primera comedia emitida producida en estéreo, lo cual habilitaba que se usasen efectos de música y sonido de auténtica vanguardia para los radioyentes.

Sin entrar en muchos detalles, para que disfrutes más y mejor de los libros, la primera novela de La Guía del Autoestopista Galáctico nos presenta a Arthur, un londinense completamente normal que, tiene un jueves particularmente malo: acaba de ver cómo su hogar ha sido demolido. La historia contada en corto es que su casa estaba en medio del proyecto para hacer una autopista y, pese a que hubo un periodo de réplica perfectamente expuesto, nadie le informó ni de los planes, ni del trámite, ni de nada.

Reparto de voces de la serie de Radio original de La Guía del Autoestopista Galáctico

¿Mala suerte? ¡Ja! Esto solo es el calentamiento: casualidades de la vida resulta que su ciudad, el Reino Unido y todo el planeta Tierra van a ser demolidos también y por los mismos motivos: se está construyendo una autopista espacial a través de la Vía Láctea. Al parecer, los planos y toda la información relativa a esta reestructura a escala planetaria se ofrecieron en un remoto mundo a saber dónde y ningún terrestre fue a alegar. La burocracia es así.

La noticia relativamente buena para Arthur es que, justo antes de que todo se fuese al carajo, se topó con su estrafalario amigo Ford Prefect -quien resultó ser extraterrestre- y sin muchas explicaciones ambos lograron hacer autoestop espacial en el último segundo, salvando el pellejo y acabando en la primera nave que pasó.

¿Qué posibilidades de sobrevivir tiene Arthur Dent ante un universo tan surrealista como desconocido? Ahí es donde entra en juego un manual que le vendrá al pelo para tratar de entender lo que está pasando: Ford le da su ejemplar de la exitosa Guía del Autoestopista Galáctico, la cual ya es más vendida que La gran enciclopedia galáctica y se tiene más en cuenta en muchos planetas por el hecho de ser un poquito más barata. Así es la vida.

42: una respuesta que tardó 7,5 millones de años en calcularse

Imaginación de La Guía del Autoestopista Galáctico por la BBC, adelantándose décadas al concepto de las tablets

El programa radiofónico de La Guía del Autoestopista Galáctico gustó lo suficiente para que se escribiese y grabase una segunda serie, posteriormente se editase en vinilos y casettes y, ya en 1979, Adams se atreviese a hacer una saga de novelas. No mucho después llegarán más adaptaciones de sus delirantes historias y sus personajes a nuevos medios, incluyendo videojuegos o series de televisión y, poco después de la muerte del autor, una película producida por Disney en la que el mismo Douglas Adams estuvo trabajando arduamente durante sus últimos años.

Todas las producciones siguen más o menos la misma trama y en ellas se afirma lo mismo: la respuesta a la vida, el universo y todo lo demás es 42. De hecho, pese a ser una respuesta tan específica, en las novelas y todas las demás adaptaciones el ordenador más avanzado del universo tardó 7,5 millones de años en calcularla. Si al iniciar tu PC te da tiempo a preparar el desayuno o la cena, imagínate la santa paciencia de los que crearon este invento cósmico.

En cualquier caso, y tras esa amplia espera, regresamos al punto de partida: ¿cómo se supone que encaja esa cifra con la pregunta al sentido de la vida, el universo y todo lo demás? O, al menos, qué tiene que ver el 42 con cualquiera de esas cosas.

Antes de que profundicemos más, que lo vamos a hacer, vamos a ponerte un dato crucial por delante: el propio Adams dijo que eligió ese número simplemente como una broma, como un chiste que -siguiendo los patrones del humor británico- encaja de maravilla dentro del tono surrealista de su obra y sin la pretensión de ofrecer un significado profundo.

"La respuesta a esto es muy simple. Era una chiste. Tenía que ser un número, un número ordinario y pequeño, y elegí ese. Las representaciones binarias, eso de que es un número en base 13, lo de los monjes tibetanos... Todas esas teorías son una completa tontería. Me senté en mi escritorio, miré hacia el jardín fijamente y pensé que 42 sería suficiente. Lo escribí. Fin de la historia".

Lo divertido es que, incluso a sabiendas de esto, Adams juega con la imaginación del lector y, en un momento dado, en la novela El restaurante del fin del mundo y el resto de medios le da a su protagonista una surrealista revelación en la que, a través de un divertidísimo proceso, logra contraformular la pregunta obteniendo la frase "¿Qué obtienes si multiplicas seis por nueve?".

Una respuesta tan grande como un planeta (con divertidos spoilers)

Antes de que llegues a una conclusión equivocada, el resultado de multiplicar seis por nueve ni siquiera es 42 (es 54), con lo que Arthur Dent asume que algo no va bien en el universo y, en ese momento, una voz le suspiró en el último momento que tuviese en cuenta el sistema tridecimal (en base 13) a la hora de calcular. Dándole un nuevo impulso al chiste.

A partir de este punto nos topamos con una realidad: se han escrito ríos de tinta impresa y posiblemente haya una cantidad absurda de teorías y coincidencias circulando por la red que tratan de establecer cierta conexión entre el número 42 y el sentido de la misma vida y el universo. Y ojo, que en la cultura popular hay toneladas de referencias directa a la respuesta que Adams se sacó de la chistera: desde canciones de Coldplay (el tema 42 del Álbum Viva la vida) a que Mulder de Expediente X viva en el número 42; pasando por varias respuestas de asistentes de voz o un Easter Egg en los automóviles Tesla.

Es más, cuando SpaceX lanzó un Tesla al espacio, en su consola se pudieron leer dos palabras en mayúsculas: "DON'T PANIC". Un homenaje a la frase NO SE ASUSTE que se lee en cada copia de La Guía del Autoestopista Galáctico.

Pero lo verdaderamente significativo no son las coincidencias encontradas desde hace más de cuatro décadas en torno a la cifra escrita en la novela, sino la explicación que aquel súper-ordenador imaginado por Adams trató de dar a quienes lo preguntaron: el propio planeta Tierra.

En la novela o la adaptación cinematográfica de Guía del Autoestopista Galáctico se revela que nuestro planeta Tierra es en realidad un súper-ordenador de nueva generación diseñado por la misma inteligencia que calculó 42 con el propósito de dar esa pieza de puzle que faltaba: pregunta definitiva. La brillante ironía de todo esto es que al comienzo de cada obra ésta fue destruida por la burocracia, seres extremadamente mediocres y aburridos y un desesperante sistema de política interplanetario.

Es más, la demolición de la Tierra se produjo exactamente cinco minutos antes de que se completase un cálculo que llevaba haciéndose unos 10 millones de años. Ese tipo de genialidades que demuestran cómo en Adams se sabía darle poca importancia a lo serio y, desde ahí, hacer brotar el ingenio, el humor y la ironía.

Entonces, ¿cuál es el sentido de la vida, el universo y todo?

Elenco de actores de la película La Guía del Autoestopista Galáctico (2001)

La cosa no acaba aquí, que conste. Te recomiendo que leas las novelas, escuches los programas radiofónicos y, pese a que juega en otra liga, hasta veas la película protagonizada por un Martin Freeman al que le quedaba todavía una década por delante para ser conocido como Bilbo en las películas de El Hobbit y algunos años antes de hacerse con el papel de Watson en el Sherlock de la BBC. Sin embargo, desde el principio te prometí una explicación. Porque la hay.

Pese a que todavía quedan millones de años para que la Tierra, como súper-ordenador calcule la pregunta definitiva, que es la pieza que le falta a un puzle sin sentido, la conclusión a la que podemos llegar al revisar la obra de Adams es que por mucho que nos topemos con burócratas estúpidos, políticos nefastos y personas mediocres repartidos por toda la galaxia, la realidad es que la improbabilidad, la imposibilidad y lo absurdo son los verdaderos agentes que rigen la vida, el universo y todas las cosas. Visto así, es un milagro que existamos.

Así que quizás, solo quizás, haya que centrarse menos en las cábalas y los posibles significados de la existencia, como concepto, y centrarnos un poquito más en todo lo que se plante delante nuestras narices. Sobre todo, en las cosas buenas. Como un buen libro con una advertencia en letras mayúsculas. Por ejemplo.

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