No importa cuán loca sea la historia que le toque vivir a Deadpool: si se puede imaginar, puede vivirla. El mercenario bocazas ha vivido situaciones verdaderamente traumáticas, tanto que os recordamos que él mismo no está muy bien de la azotea. Lo comentamos en una publicación sobre sus habilidades. Pues la historia nos ocupa logró traumarlo más si cabe.
Los cómics Deadpool #40-44 de 2008 encerraron a Deadpool en la prisión de Crossmore (Inglaterra). La responsable de su terapia fue la Dra. Ella Whitby, una psicóloga que mostró un interés genuino en la mente de Wade Wilson... hasta tal punto que resultó ser una obsesión romántica. ¿Os suena la historia?
Ambos conversaron tanto que incluso Deadpool le habló sobre su capacidad de romper la cuarta pared. La obsesión de Whitby era cada vez más clara y finalmente planeó un motín para que pudiese escapar. A diferencia de Joker, Wade Wilson no estaba muy convencido de tener a su propia Harley Quinn, así que la dejó tirada a las primeras de cambio. Aunque más tarde cayó en que podría hacer cosas muy turbias en su nombre, como matar el director de la prisión.
Deadpool fue a buscarla a su apartamento y allí encontró un escenario dantesco: Whitby guardaba partes mutiladas de su cuerpo. Tenía suficientes para montarse su propio Deadpool. Wilson llegó a la conclusión de que tenía que suicidarse y lo hizo como en Deadpool 2: una gran explosión allí mismo, pero se llevó por delante a la psicóloga. Esta, moribunda y quemada, se pegó un tiro con su pistola. Toda esta historia tramó mucho a Deadpool hasta el punto de deprimirse y sentir celos porque ella podía morir, como indica ScreenRant.
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