El alucinante final de Regreso al Futuro, y las palabras del Dr. Emmett Brown al jovencísimo Marty McFly, no se cumplieron. Al menos, no del todo. Estamos en mitad de 2020 y (a pesar de los avances) nuestros coches todavía necesitan carreteras. Pero la trilogía del DeLorean sigue siendo perfecta.
Es más, los únicos aeropatines que Mattel ha puesto a la venta no se levantan un palmo del suelo. En honor a la verdad, nos queda el consuelo de que Nike sí se preocupó de que sus flamantes zapatillas autoajustables estuviesen listas el 2015. Ahora bien, puede que el futuro prometido por Robert Zemeckis y Bob Gale no se llegase a cumplir, pero la esencia de las tres películas permanece intacta.
Si bien los viajes en el tiempo son una obsesión recurrente, a medio camino entre la ciencia ficción y la fantasía, su propio concepto ha sido abordado en incontables películas, series, literatura, cómics, animes o videojuegos. A veces con más acierto y otras como una excusa fácil para salir al paso.
El desafío, lógicamente, no es convertir estos viajes en un recurso cómodo y gratuito para alterar acontecimientos muy concretos, sino cómo hacer del proceso una gran historia. En el caso que abordamos, puro entretenimiento cinematográfico. En ese aspecto, Zemeckis y Gale se lucieron.
Y pese a que estamos hablando de tres largometrajes, al ensamblar la trilogía de Regreso al Futuro en una única historia nos encontramos con una obra maestra. Tres películas que se entrelazan argumentalmente a medida que van progresando a nivel individual. En la que cada pequeño cabo suelto acaba siendo brillantemente atado.
Películas en las que sus temáticas, personajes y acontecimientos resuenan de manera brillante; y en las que la química de sus protagonistas acaba traspasando la pantalla. Más o menos, como un gigantesco holograma en 3D.
Tan emocionantes y entretenidas hoy como lo fueron en 1985 (año en el que se estrenó la primera parte). Con sus momentazos icónicos y sus frases para la historia. Lo cual incluye escenas que transcurren en un 2015 que nunca fue. ¿O sí?
A fin de cuentas, la colorida visión del futuro de Regreso al Futuro: Parte II no saca al espectador de la montaña rusa de acontecimientos en la que se encuentran viajando sus protagonistas. Cuyo ritmo, marcado a través del talento de las muy inspiradas partituras de Alan Silvestri (Forrest Gump, Vengadores: Infinity War...) acaba calando en el espectador de manera inevitable.
Una montaña rusa que cuando se disfruta por primera vez luce como un tren que siempre parece estar a punto de descarrilar, y que no hace otra cosa que ganar valor adicional con el paso de los años y los nuevos visionados. Siendo el máximo referente a la hora de plantear los saltos temporales en la cultura popular. Incluso, eclipsando la propia Máquina del Tiempo de H. G. Wells. ¿Cómo es posible?
La trilogía de culto es también una obra maestra atemporal
Marty McFly no es el mejor alumno de su clase, ni tampoco lo pretende. A sus 17 años, todo su mundo gira en torno a su novia Jennifer, su monopatín y la música rock. Al menos, hasta la noche del 25 de octubre de 1985. Su mejor amigo, el Dr. Emmett Brown, está a punto de mostrarle la obra de su vida: el condensador de fluzo, el componente principal de un DeLorean DMC-12 modificado para funcionar como una máquina del tiempo al superar las 88 millas por hora.
¿Por qué un DeLorean? Según opina Doc Brown, si vas a hacer algo tan increíble como viajar en el tiempo, "es mejor hacerlo con estilo". Pero lo más importante es que la prueba acaba siendo un éxito y la máquina funciona. Un hito que se ve interrumpido súbitamente.
El dúo es asaltado sin previo aviso en los aparcamientos del Twin Pines Mall y Marty se ve obligado a escapar en el DeLorean y dar un improvisado salto en el tiempo con el 5 de noviembre de 1955 en el panel del coche, la última fecha introducida por Doc; convirtiéndose en la primera persona en retroceder en el tiempo.
Un viajero en el tiempo, pero también el primer náufrago temporal: Marty se queda atrapado en el año en que sus padres estaban destinados a conocerse. Lo cual, por cierto, lleva implícito un riesgo: en caso de modificar la historia se creará una paradoja temporal que pone en peligro la propia existencia de Marty y su familia.
Por suerte, Marty Mcfly tiene una posibilidad de evitar quedarse en el pasado, y eso implica darle al joven Doc Brown de los años 50 un pequeño gran empujoncito en esa teoría de los viajes temporales que comienza a tantear.
A partir de ese punto, en Regreso al Futuro se exponen muchas temáticas y situaciones imposibles con una naturalidad cautivadora: desde las hilarantes posibilidades que suponen integrar sutiles elementos contemporáneos y guiños a la cultura popular -como Star Wars- en una pequeña ciudad de Estados Unidos de los años 50, al efecto mariposa que supone realizar un pequeño cambio en el pasado.
Atreviéndose a explorar la pregunta que motivó a la creación de la trilogía: ¿un joven podría llegar a ser amigo de su padre si ambos hubiesen asistido a la misma escuela juntos? Y no solo eso: jugando con maestría las paradojas temporales con la gallardía de un adolescente y, más adelante, la responsabilidad de un científico preocupado por evitar que el propio espacio-tiempo colapse.
Ese imposible equilibrio entre alterar la historia y que todo esté más o menos en su sitio.
Sin embargo, el verdadero motor de toda la saga es ese mensaje que nos es transmitido con fuerza y sutileza a lo largo de las tres películas: el futuro no está escrito y todo lo que hagamos tiene un efecto directo en él. Un mensaje que hoy tiene más fuerza que nunca y que hace la propia saga completamente atemporal.
Quizás, clásicos de culto como Parque Jurásico u obras visionarias como Minority Report queden obsoletas con el paso de los años. En parte, debido a los constantes avances de la propia ciencia y la tecnología. Pero Regreso al Futuro es un microuniverso abierto y -a la vez- cerrado. Que sólo depende de sí mismo y al que no le afecta en absoluto cómo ha resultado ser nuestro 2015.
Porque lo actos más sutiles de Marty o Doc en la década de los 50, o en su propio 2015, tienen una enorme repercusión en el año 1985 que sirve como nexo de la narrativa. Y, pese a esto, también puede ser deconstruido y reensamblado: un simple almanaque que registra los resultados deportivos puede generar toda una línea temporal alternativa si es llevado al pasado.
Una realidad alternativa que queda modificada o se expone a ser diluida al volver a jugar con el tiempo.
Precisamente por eso no se rompe la magia de cara al espectador. Ni siquiera al llevar a los personajes a nuevos escenarios y épocas tan variopintas, como el nacimiento de Hill Valley en 1885, dónde los propios protagonistas del filme se encuentran con un Lejano Oeste muy distinto al retratado en otras películas.
Y lo mismo se aplica al referido 2015, al que -directamente- podemos catalogar como el futuro imaginado por Zemeckis y Gale para la ocasión.
De modo que lo único que hay que hacer es sentarse y disfrutar de un espectáculo que funcionó hace 25 años, sigue siendo magistral hoy y mucho tendrá que cambiar la cosa para que no lo sea en el año 3020. Perpetuando el mensaje que nos transmite la saga: el futuro no está escrito.
Y, a la vez, encontrando su propio hueco entre la Ciencia Ficción, la Comedia y la Fantasía más pura. Lo cual nos lleva a otra pregunta.
Entonces, ¿es posible viajar en el tiempo?
Regreso al Futuro no fue la primera obra en plasmar los viajes en el tiempo. Entre las inspiraciones de la película podemos encontrar el filme El tiempo en sus manos, la serie En los límites de la realidad y -especialmente- el relato El ruido de un trueno de Ray Bradbury. Sin embargo, su magistral manera de hilar los acontecimientos lo convierte en la máxima referencia de cara a imaginar cómo sería este fenómeno.
Y no es por falta de alternativas, claro: desde las diferentes líneas temporales de Dragon Ball desde que Trunks entrase en escena, hasta la oscura y muy enrevesada serie Dark, pasando por las alocadas historias de Futurama o la manera de entender el funcionamiento del curso del tiempo del Universo Cinematográfico de Marvel mostrado en Vengadores: Endgame.
¿Cuál es la respuesta correcta? Lo más probable es que ninguna. Y esto se debe a un sencillo experimento elaborado por Stephen Hawkins en 1992: la primera gran celebración dedicada específicamente a los viajeros en el tiempo.
La idea es tan simple como suena: el físico teórico y divulgador preparó una fiesta con Champagne francés, música, comida y pancartas para recibir a cualquier cronoviajero del futuro. Lógicamente, el experimento tenía truco: hizo oficial la fiesta y envió las invitaciones cuando ésta ya había terminado, de modo que sólo los verdaderos viajeros temporales podrían asistir.
La realidad es que Hawkins pasó la velada solo. O, al menos, sin que ningún cronoviajero apareciese. La celebración fue, a la vez, una demostración de que los viajes en el tiempo no son posibles.
¿Una prueba irrefutable? Lógicamente, nadie puede garantizar que hubo viajeros del tiempo en la habitación contigua echándose unas risas a costa del físico inglés. Pero, por lo pronto, hace que la soberbia trama de Regreso al Futuro reciba una dosis extra de pura fantasía. Y, a la vez, preserva todavía mejor el conjunto frente al paso del tiempo.
Sobre todo, partiendo de que la trilogía del DeLorean permanecerá intacta, con sus ideas, conceptos y temáticas originales y sin alterar, mientras sus autores vivan.
La trilogía se queda como está: ni secuelas, ni remakes. Aunque…
El libreto de Regreso al Futuro: Parte III deja las aventuras de Marty y Doc sin cabos sueltos. Lo cual es un hito. Puede haya algún detalle más o menos matizable encontrado a posteriori, claro, pero su legado es intocable.
Si bien hay motivos millonarios para generar nuevas producciones cinematográficas, Zemeckis ve la posibilidad de que se produzca un reboot o un remake de Regreso al Futuro como algo escandaloso. Como una locura.
No haremos un reboot de Regreso al Futuro mientras pueda opinar. Igual que E.T.: nunca las vamos a tocar. Me encanta verlas.
Para mí es escandaloso. Especialmente cuando es una buena película. Es como decir: vamos a hacer un remake de 'Ciudadano Kane'. ¿Quién va a interpretar a Kane? ¿Qué disparate, qué locura es ésa?
De hecho, a diferencia de otras películas de culto, ni Zemeckis ni Gale están dispuestos a permitir que se estire la trama o se rehaga la trilogía. Aunque lo cierto es que hay excepciones.
Marty y Doc sí han vivido nuevas aventuras tras Regreso al Futuro III. Por un lado, a través de una serie animada totalmente orientada al público infantil y que comenzó a emitirse en televisión muy poco después de cerrarse la saga en la gran pantalla. Un subproducto en toda regla, claro.
Por otro lado, a través de la aventura gráfica de Telltale Games, la cual contó con la mayoría del reparto original y con el propio Bob Gale como consultor. Retomando éste muchas de las ideas descartadas de la trilogía original para el proyecto, e incluso posicionándose como lo más cerca que existe a una cuarta entrega de la saga Regreso al Futuro.
En honor a la verdad, también existe un cortometraje oficial, producido con motivo del relanzamiento de la trilogía en 2015 (coincidiendo con la llegada de Marty al año 2015 de la película) en la que Doc Brown vivió una curiosa aventura. Sin embargo, más que una verdadera continuación, se considera un regalo para los fans.
Además, claro, están los cómics de Back To the Future. Los cuales han sido recopilados y publicados en España por Norma. Y tantas otras historias creadas basadas en la saga y guiños comerciales simplemente brillantes.
Algunas veces, devolviéndo a los personajes de Marty y Doc a las andadas y otras veces permitiéndonos contemplarlos desde fuera.
La realidad, por otro lado, es que la historia principal está cerrada. Y eso no es un impedimento para que el gran legado de Regreso al Futuro siga vivo: además de su propio musical, en 2015 se hizo una enorme recreación de la trilogía en vivo. Un espectáculo que reforzaba todavía más la sensación de atemporalidad de las aventuras de Marty y Doc.
A lo que hay que sumar incontables homenajes que mantienen vivas las películas. El DeLorean de Doc es uno de los automóviles más icónicos, reconocibles (y deseados) de cualquier videojuego, incluido Rocket League. Las referencias en películas se siguen sucediendo como si la tercera parte de Regreso al Futuro se hubiese estrenado ayer.
Se siguen produciendo muñecos y licenciado nuevo merchandising. Como si fuese una película actual. De hecho, nuevas series de rabiosa popularidad como Rick y Morty se pueden considerar un homenaje (o una parodia) a la vez que un estupendo sensor del actual calado de la trilogía de Regreso al Futuro.
Quizás tengamos que esperar un poquito más para ver y echarle el guante a todas las maravillas que nos presentaron en el 2015 de Regreso al Futuro: Parte II. Quizás sea necesario (o no) que hagan las 14 entregas que quedaron pendientes de Tiburón. Y es bastante probable que jamás logremos viajar en el tiempo.
Y pese a todo, si hay dos cosas que hemos aprendido de Doc Brown es que un buen científico nunca se rinde y que no hay nada escrito en piedra.
Vuestro futuro todavía no está escrito, como no lo está el de nadie. Vuestro porvenir solo depende de vosotros. ¡Labraos uno que sea bueno!
Sabias palabras que, más que fantasía y ciencia ficción, son tan atemporales como la trilogía del DeLorean.
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