Estrenada en 1994, Double Dragon: la película (también conocida como Doble Dragón) no funciona del todo como una adaptación a la gran pantalla del clásico homónimo de los salones recreativos. Incluso, si retiramos los contados lazos que la atan al título de Technos, cuesta justificar que estemos ante una película medianamente buena. Otra cosa es que, a su modo, logra ser entretenida.
Su trama es predecible, sus chistes malos y sus héroes y villanos de manual. Y, sin embargo, todo lo anterior sumado a la juvenil acción palomitera de su época hacen que -en lo personal- le tenga un cariño muy especial. Eso, y quizás la participación de Alyssa Milano.
Tras varios coqueteos y romances con el mundo de los videojuegos, incluyendo lo que discutiblemente puede definirse como un comercial de 100 minutos de Nintendo titulado El campeón del videojuego (The Wizard), la Hollywood de principios de los 90 comenzó a llevar las mayores licencias de consola y recreativos a las salas de cine. Super Mario Bros. y Street Fighter fueron la avanzadilla, hicieron muy buena taquilla y en el proceso destrozaron las expectativas de los fans. En el mal sentido. Entre ambos estrenos, una mucho más modesta Double Dragon se abría paso.
Al timón del proyecto, un James Yukich muy curtido en la dirección de videoclips musicales. Antes de Double Dragon había trabajado con Michael Jackson (ojo a la marabunta de talentos de Liberian Girl), Phill Collins o Michael Bolton entre otros muchos. Firmando el libreto, nada menos que un Paul Dini responsable del exitazo de Batman: la serie animada.
Como ganchos para el espectador, una Alyssa Milano que había enamorado a medio planeta y Robert Patrick en el papel de villano. ¡El mismísimo T-1000 de Terminator 2! ¿Qué podía salir mal?
Como ocurrió en las películas de los héroes pixelados de Nintendo y Capcom, Double Dragon deconstruye el material original en piezas sueltas y las reensambla vagamente para dar forma a una trama genérica. Una producción de casi ocho millones de dólares (según IMDB) con el tratamiento y las aspiraciones de esas películas de Serie B que llegaban directamente a los videoclubs.
Eso sí, al menos, en Double Dragon esos millones se muestran en pantalla a base de unos efectos digitales primigenios y grandes explosiones. Y para muestra, su tráiler.
Siendo justos, hay luchas callejeras, persecuciones, hordas de punks y pandilleros deseando dar uso a sus nudillos y hasta podemos ver a los hermanos Billy y Jimmy Lee dar sus características patadas giratorias mientras compiten por la atención de una Marian que, para la ocasión, se niega a ser una doncella en apuros. Incluso enemigos como Abobo o Linda Lash tienen una considerada porción de metraje. Lo básico, lo esencial, está ahí. Y el Koga Shuko interpretado por Robert Patrick, el malo malísimo de la cinta, cumple con creces.
Y, sin embargo, la película tuvo una fría acogida por parte de la crítica y, por motivos más que justificables, acabó cimentando un prejuicio que sigue presente entre millones de fans de los videojuegos: adaptar los videojuegos a la gran pantalla no es buena idea. Y eso que un año después alucinamos con aquella sensacional Mortal Kombat de Paul W. S. Anderson.
Con eso por delante, para analizar los aciertos y errores de Double Dragon debemos remontarnos a Nueva Ángeles, la deprimente ciudad Californiana del ¿futuro? año 2007. Una distópica visión en la que, tras una catástrofe geográfica, los habitantes se ven recluidos en su propia ciudad con toques de queda, mascarillas y un preocupante incremento del vandalismo. Elementos que para el espectador medio de 1994 sonaban claramente a ciencia ficción. Lo que son las cosas.
Un medallón, dos hermanos y una ciudad al borde del caos
En una ciudad de China, hace miles de años, un honorable monarca creó un medallón místico: el Doble Dragón. El arma definitiva para poder frenar las pretensiones invasoras de cualquier enemigo. Tras su muerte, la reliquia fue dividida en dos y dada a sus hijos. A uno de ellos se le dio la mitad con el poder sobre el cuerpo y al otro la mitad con el poder sobre el alma. Unidos, ambos hermanos serían invencibles.
Muchos siglos después, en el año 2007, el influyente señor del crimen Koga Shuko logra hacerse con una de las mitades del medallón. Su objetivo es hacerse con el control total de la ciudad de Nueva Ángeles, la deprimente ciudad que se erige sobre los cimientos del sur de California. Y está a solo un paso de conseguirlo: las bandas nocturnas le han jurado lealtad y Shuko solo necesita encontrar la segunda mitad del amuleto.
Casualidades del destino, la otra mitad del medallón se encuentra en la misma ciudad que Shuko ansía dominar. La experta en artes marciales Satori Imada la lleva consigo mientras entrena y ve crecer a los hijos de su legítimo dueño: los hermanos Billy y Jimmy Lee. Los tres conviven en un antiguo teatro abandonado y se ganan la vida en torneos de artes marciales. Evitando, dentro de lo posible, llamar la atención de las bandas de Nueva Ángeles.
Los hermanos Lee son caras opuestas de la misma moneda. Jimmy (interpretado por Mark Dacascos) es disciplinado y racional; mientras que Billy (Scott Wolf) es impulsivo y temerario. Ambos irradian un talento natural para las artes marciales, aunque les cuesta un mundo ponerse de acuerdo en los detalles más sutiles.
La vida de Billy y Jimmy dará un vuelco cuando Koga Shuko irrumpe en su teatro exigiendo la otra mitad del medallón. Aquello iniciará una desafortunada cadena de acontecimientos que concluirá con la pérdida de su maestra, la explosión de su hogar y la incertidumbre de no saber qué hacer a continuación. Sobre todo, porque ni siquiera saben cómo activar el poder de su mitad del Doble Dragón. Por suerte, los hermanos no están solos en la ciudad.
De día, Marian Delario (Alyssa Milano) es la hija del comisario de policía de Nueva Ángeles. De noche, la intrépida joven lidera en secreto los Power Corps, la única banda callejera de la ciudad que intenta mantener el orden tras el toque de queda. En cualquier caso, Marian es la única amiga que les queda a Billy y Jimmy; y ahora los tres tienen motivos para movilizarse contra las ambiciones de Koga Shuko.
Las semejanzas de Double Dragon: la película con el videojuego original brillan por su ausencia. La trama del clásico de Technos se reduce a una misión de rescate con extra de justicia callejera: Marian, la novia de Billy Lee, es secuestrada y -en la versión original de recreativas- éste deberá atravesar cuatro escenarios en solitario o con la inestimable ayuda de un Jimmy controlado por un segundo jugador.
Siendo justos, el videojuego de Double Dragon tampoco necesitaba una trama demasiado sesuda: su propuesta de combate callejero hablaba por sí sola, siendo una soberbia evolución del también clásico de Technos Renegade. Lo cual no quita que, de cara a la película, el director James Yukich y el libreto de Paul Dini contasen la historia que les dio la gana.
Es más, tanto el personaje de Koga Shuko como la mayoría de acontecimientos fueron creados para la ocasión, y los hermanos Billy y Jimmy Lee pasaron de ser gemelos a simplemente hermanos del mismo padre que, por circunstancias, pertenecen a etnias distintas. Detalles demasiado menores, quizás, del contexto de la película.
Lo que no se echa en falta es la acción: la hora y media de metraje sabe encadenar situaciones y circunstancias que siempre derivan en combates, batallas campales o persecuciones, en las que los hermanos Lee se las ven y se las desean con montones de matones de diferentes tribus urbanas. Incluso con algunos grandes mutantes cuyo aspecto muestra las costuras de la propia producción del filme.
Y sí, la mitad de las escenas de acción concluyen con grandes explosiones finales. Y de esas, la mitad de las mismas están más o menos justificadas.
Con todo, y como comentamos al principio, Double Dragon no oculta su verdadera naturaleza: ofrecer al espectador puro entretenimiento. Quizás esté en las antípodas de lo que podemos considerar cine de autor, y desde luego se toma sus grandes libertades a la hora de adaptar los tres videojuegos de Double Dragon que había en las estanterías en el momento de estrenarse en las salas. Pero hay que darle la razón a James Yukich en algo: sabía perfectamente a qué público iba dirigida la cinta.
10 cosas que hacen que la película de Double Dragon sea muy, muy peculiar
Podemos entrar a debatir abiertamente los aciertos y errores de esta libre visión del juego de Technos, pero hay algunos aspectos concretos que, como espectador, uno no se sabe muy bien por dónde cogerlos. A pesar de todo, hay que reconocer que, a su modo, contribuyeron a darle su propia identidad al filme.
Un torneo de artes marciales con un final de risa
Double Dragon nos presenta a los hermanos Lee como unos jóvenes luchadores de torneos de artes marciales. Una solución interesante para mostrar sus diferentes personalidades y, de paso, dejar claro su talento con los puños y las patadas.
Lo que no es tan normal es que Billy, el bala perdida del dúo, se aburra, engañe a su hermano para conseguir el relevo, haga el ganso y, posteriormente, se suba a los hombros de sus rivales a través de técnicas muy, muy poco ortodoxas. Más que un torneo serio, aquello era un cachondeo.
Furniture to Go, un cameo muy raro
La acción de Double Dragon está muy bien condensada en su hora y media de metraje salvo dos minutos: el tiempo que dura un más que innecesario spot de televisión que aparece de la nada, y para nada, protagonizado por Ed Feldman y Joe L'Erario.
¿No te suenan Ed y Joe? Es normal, esta pareja protagonizó el programa de restauración y bricolaje Furniture to Go durante varios años a lo largo de la década de los 90. Su nivel de popularidad: posiblemente, no tengan ni entrada en la Wikipedia. James Yukich me debe dos valiosos minutos de mi vida.
Menciones demasiado gratuitas a los videojuegos
En los 90 había una especie de normas no escritas a la hora de adaptar los éxitos jugables a la gran pantalla: uno de los villanos debía decir Game Over al atacar a los héroes, una de las armas debía ser una consola o máquina de videojuegos y, en la medida de lo posible, colar alguna escena de alguien jugando con un dispositivo de videojuegos futurístico, pero no demasiado. Double Dragon: la película lo cumple todo a rajatabla y sin un ápice de sutileza.
La tortura de Abobo es la alegría de Popeye
¿A qué niño le gustan las espinacas? Definitivamente, al bruto de Abobo no. Precisamente por ello, y para soltar la lengua del que es uno de los jefazos más reconocibles de la saga de videojuegos y de las salas recreativas, Marian lo tortura alimentándolo con espinacas a través de un embudo. Literalmente.
Ojo a los segundos nombres de los hermanos Lee
Como comentamos, Billy y Jimmy Lee no solo no son gemelos, sino que ni siquiera se parecen entre ellos. De hecho, si nos fijamos en la ficha repartida entre las bandas callejeras, veremos que su ficha de nacimiento establece que nacieron en diferentes años: Jimmy es de 1990 (tiene 17 años) y Billy de 1992 (15 años).
Lo curioso aquí lo encontramos en los segundos nombres de cada hermano: James Stewart Lee, en honor al actor James Stewart, y William Burroughs Lee, una clara referencia al escritor William Burroughs. ¿Lo sabrían en Technos? Nos permitimos el lujo de la duda.
¡Entendí esa referencia!
Llegado el momento, Marian (Alyssa Milano) y Linda Lash (interpretada por Kristina Malandro Wagner) intercambian más que palabras en la base de los Power Corps. Sin embargo, lo que se perdió en las versiones en español es el intercambio de referencias que se hacen la una a la otra durante su encontronazo.
Llegado el momento, Linda le dice a Marian "Now who's the boss?" en referencia a la serie ¿Quién es el Jefe? en la que participó Milano. Una vez resuelto el combate, Marian le devuelve el gesto diciendo "You're lucky, generally I put people in the hospital." ¿El motivo? Wagner participaba en la serie Hospital General.
Un humor propio de los Looney Tunes
Si hay algo en lo que Double Dragon fracasa es en su modo de integrar humor en los diálogos. No solo son predecibles, que también, sino que por lo general no encajan demasiado bien con el momento.
Un ejemplo de ello es la entrada de Billy y Jimmy en la base de los Power Corps: tras entrar en una habitación oscura, Billy pregunta a su hermano si tiene una cerilla y, al encenderla, aparece un cartel que avisa que no hay suelo. Si bien ambos caen por un tobogán, la escena parece sacada de un dibujo animado.
El escenario final: ¡un salón recreativo!
Hay que admitir una cosa: pese a todo lo anterior, Double Dragon acierta de pleno al llevar el último compas de la cinta a una enorme sala llena de recreativas que, a base de golpes y patadas, acaban siendo inutilizadas. Lo cual, por otro lado, cuadra bastante con la esencia del juego.
Es complicado adivinar qué máquinas están en la sala, dado que los muebles están generosamente pintados, salvo una única excepción: una gloriosa recreativa del Double Dragon original aparece a la espalda de Billy con una partida en curso. ¡Eso sí que es un cameo!
La peor transformación de la historia del cine
Te podrán gustar más o menos los trajes de los hermanos Lee cuando éstos desatan el poder del medallón del Doble Dragón, pero hay una cosa que indiscutiblemente da vergüenza ajena: escena de la transformación.
De la nada dos torbellinos de colores descaradamente dibujados a la antigua envuelven a los protagonistas mientras aparecen unos poco acertados destellos de brilli brilli de manera aleatoria. Muy mal. Es razonable y lógico que el villano de la peli se quedase alelado a partir de ese punto.
Una de las mejores frases finales del malo de la historia del cine
Vencido Koga Shuko, para sorpresa de nadie, queda sencillamente arrestado y puesto a disposición de las autoridades. Definitivamente, visto desde cierta perspectiva compensa hacer el mal y hacerse con el control de las bandas armadas. Sobre todo, cuando antes de entrar en el coche policial, Shuko suelta una última frase intimidatoria:
¿Cree que soy malo? Espere a conocer a mis abogados.
Y así, con una sonora carcajada, el poderoso Koga Shuko se despide del público. Quizás dejando la puerta abierta a una secuela en la que, posiblemente, Robert Patrick no estuviese interesado en participar.
A falta de una escena de postcréditos...
No podíamos cerrar nuestra retrospectiva de lo peor y más curioso de la película, sin acordarnos de los dos subordinados de Koga Shuko: Huey y Lewis. Los equivalentes orientales a Hernández y Fernández de Hergé del peculiar universo cinematográfico de Double Dragon.
En la versión original, Shuko hace una gracia al preguntarles a ambos en su despacho si había alguna novedad en lo referente a la búsqueda del Doble Dragón ("Huey, Lewis. Any news?"), siendo una referencia directa a la banda Huey Lewis and the News, interpretes del temazo The Power of Love.
Sin embargo, nos quedamos con la escena de despedida, en la que los dos matones aparecen en un puente ofreciendo sus servicios a cualquier Jefe a cambio de dinero. Lo cual nos deja una curiosa pregunta, ¿Shuko les pagaba en vales de comedor?
Double Dragon: la película. Un magnífico desastre que hasta tuvo su propio videojuego
La adaptación a la gran pantalla de Double Dragon se desmarca mucho y con gran descaro del material original, está colmada de innecesaria acción gratuita -lo cual es curioso, si partimos que se basa en un beat'em up- y no esconde demasiado su manera de ensamblarse a base de elementos originales para gustar a un público juvenil. No es una buena película, eso está claro, pero al menos logra algo curioso: entretener al espectador.
Los protagonistas desprenden química, y la manera de reinventar y dar carácter a los hermanos Lee es, pese a sus defectos, mucho más acertada que en los cómics o la anterior adaptación para la televisión de la saga de Technos. Comparada con aquel despropósito animado, Double Dragon: La película es algo menos que El padrino 2da Parte.
Con todo, la propia Technos supo aprovechar el tirón de las expansiones en la pequeña y gran pantalla de una de sus sagas estrella. Por parte de la serie animada salió un no muy acertado Double Dragon V: The Shadow Falls para los sistemas de 16 bits. Y lo que es más interesante: por parte de la película un notable juego de lucha que llegó a los sistemas de SNK nipones.
Lanzado en recreativas, Neo Geo y PlayStation a partir de 1995, un año después del estreno del filme, Double Dragon reimagina a los protagonistas, villanos y personajes del filme en clave de anime y los hace enfrentarse en duelos al más puro estilo SNK. Con sus barras de especiales y esa característica animación y diseños de los creadores de las sagas Fatal Futy y Art of Fighting.
Hay pequeñas apariciones de fotogramas por aquí y por allá, pero siendo justos, el videojuego de SNK se inspira solo un poquito más en la película que el propio filme en la saga de beat'em ups de Technos. Es más, los personajes incluso podrían transformarse a lo largo de cada combate.
Quizás la película de Double Dragon no haya tenido un calado especial, y definitivamente es mucho menos recordada que otras adaptaciones más sonadas de los videojuegos a la gran pantalla. Visto desde cierta perspectiva, quizás, eso haya jugado a su favor. Sin embargo, los elementos y engranajes de ésta funcionaban a su modo. Ofreciendo ese festival de puñetazos, frikis y explosiones gratuitas que se adivinaba en su cartel y se corroboraba en su tráiler.
¿Merece la pena verse? Que sigua disfrutando viéndola casi tres décadas después no significa que la recomiende. No solo no ha envejecido bien, sino que hay que tener una perspectiva especial a la hora de adentrarse en esta peculiar visión de la saga de Technos. Y, sin embargo, pese a todo lo anterior, confieso que pagaría gustoso por volver a verla en la gran pantalla. Y no solo por aquella Marian Delario a la que dio vida Alyssa Milano.
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