Llevamos suficiente tiempo al lado de Xbox 360, PS3 y Wii como para guardar en nuestra memoria de jugadores un número importante de momentos inolvidables. El tipo de experiencia que, sin duda, nos vendrá a la mente cuando recordemos la actual generación de consolas.
Si habláramos de películas podríamos acotar esas experiencias en secuencias, si nos refiriéramos a un disco la medida sería la canción. Por tanto y como ya habréis adivinado, en videojuegos, una fase determinada sería una buena forma de delimitar nuestras emociones.
‘Uncharted’ nació bajo la sombra de ‘Tomb Rider’. Ambos compartían idéntica premisa, la aventura con base en las películas de Indiana Jones. El título de Naughty Dog sin embargo cogía el testigo del arqueólogo de celuloide de forma más directa al bucear en su misma esencia, los seriales de serie B de los años 30 y 40.
De esta forma, si Lara Croft se alejaba de Indy a a causa de su entorno aristocrático y de su lujosa preparación, Nathan Drake se acercaba a él hasta tal punto de que podrían haber sido compañeros de fatigas y correrías.
Nathan es el antihéroe, el sinvergüenza simpático y socarrón, el tipo que lo pierde todo al poker en un tugurio de Sry Lanka, el que recibe palizas en callejones de mala muerte en Singapur, el que acumula deudas en los bares de Túnez, el amante etílico de una calurosa noche en la Habana.
En ‘Uncharted: El tesoro de Drake’, su primera aventura en PS3, Nathan nos regalaba un momento irrepetible de su ajetreada existencia. Estoy hablando de la fase en la jungla, cuando encuentra un viejo submarino alemán encallado en la montaña. Una maravillosa puesta de sol, encuadres muy cinematográficos, misterio y exotismo en un lugar inhóspito. Es la aventura en estado puro. Hugo Pratt estaría orgulloso.
Volveremos a hablar de estos momentos especiales. Aunque se trata tal vez de algo muy subjetivo (mis elecciones no tienen por qué coincidir con las vuestras), estoy seguro de que cada uno de vosotros guarda dentro de sí algunos de estos momentos. No dudéis en compartirlos con los demás. ¿Quién sabe?, tal vez el objeto de vuestra experiencia se convierta en protagonista del próximo post.
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