La nueva generación de consolas está a punto de arrancar. Lo hará el próximo 10 de noviembre con dos nuevas máquinas de Microsoft: la Xbox Series X, de la cual os traemos hoy el análisis gracias a la unidad que nos ha hecho llegar la compañía para ello, y la más económica Xbox Series S.
Ha sido una generación extraña, la actual. Del habitual ciclo seis o siete años entre una consola y su sucesora, hemos pasado a ver cómo las compañías lanzaban máquinas más potentes a mitad de recorrido. Ahí están la Xbox One S, la Xbox One X y la PS4 Pro. Incluso Microsoft se permitió el lujo de sacar la Xbox One S All-Digital Edition, una versión de la Xbox One S sin lector de discos.
La cosa, como decía, se puso extraña para lo que estaba acostumbrada la industria del videojuego. Fueron movimientos acertadamente comparados con el lanzamiento de dispositivos móviles, un terreno donde constantemente salen variaciones de modelos ya existentes. Se acabó lo de estar seis años sin nuevas consolas, sean completamente nuevas o modelos intermedios.
Tanto lío era para decir que el arranque de esta generación viene marcado por todo lo que hemos vivido durante los últimos siete años. Desde el primer momento Microsoft pondrá a la venta dos modelos distintos: uno pensado para el jugador que quiere lo último en tecnología y potencia, la Xbox Series X, y otro, la Xbox Series S, que viene sin lector de discos y va enfocado a un perfil de jugador menos exigente que, en todo caso, busca una máquina de nueva generación más potente que las actuales.
Especificaciones técnicas de la Xbox Series X: hardware, arquitectura Xbox Velocity y diseño
Empezaremos echándole un vistazo a las especificaciones técnicas de la Xbox Series X. Son estas:
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Xbox series x |
---|---|
cpu |
8 núcleos @ 3.8 GHz (3.6 GHz con SMT) Custom Zen 2 CPU |
gpu |
12 TFLOPS, 52 CUs @ 1.825 GHz Custom RDNA 2 GPU |
memoria |
16GB GDDR6 con bus de 320mb |
ancho de banda de memoria |
10GB @ 560GB/s, 6GB @ 336GB/s |
almacenamiento interno |
1TB PCIe Gen4 NVME SSD |
Transferencia efectiva de entrada/salida |
2.4GB/s (sin modificar), 4.8GB/s (Comprimido, con bloqueo de descompresión de hardware modificado) |
Almacenamiento expandible |
Tarjeta de expansión de 1TB |
lector de discos |
4K UHD Blu-Ray |
objetivo de rendimiento |
4K @ 60 FPS, hasta 120 FPS |
sonido |
Dolby Digital 5.1, DTS 5.1, Dolby TrueHD with Atmos, hasta 7.1 L-PCM |
puertos y conectividad |
1 puerto HDMI 2.1, 3 puertos USB 3.1, WiFi 802.11 de doble banda, Ethernet 802.3 10/100/1000 |
medidas |
15,1cm x 15,1cm x 30,1cm |
peso |
4,4Kg |
Más allá de los teraflops o los núcleos, lo que marca la gran diferencia entre esta consola y los modelos de generaciones anteriores es el disco interno de tipo SSD. Esto es algo que se ha ido repitiendo por parte de los desarrolladores desde que se dieron a conocer las especificaciones y pudieron hablar de ello, y es cierto.
Evidentemente tanto la CPU como la GPU incluidas en la Xbox Series X van a permitir que los juegos luzcan mejor que nunca, pero donde se nota especialmente el salto de generación es en la velocidad que se consigue gracias a la arquitectura Xbox Velocity, que no es más que el resultado de combinar el SSD con la CPU y el propio software integrado.
Echémosle un vistazo a las especificaciones de la Xbox Series X comparadas con las de Xbox One X para empezar a entender un poco mejor el salto:
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Xbox series x |
xbox one X |
---|---|---|
cpu |
8 núcleos @ 3.8 GHz (3.6 GHz con SMT) Custom Zen 2 CPU |
8 núcleos @ 2,3 GHz, CPU personalizada |
gpu |
12 TFLOPS, 52 CUs @ 1.825 GHz Custom RDNA 2 GPU |
6 TFLOPS, 40 unidades de proceso @ 1.172 GHz, GPU personalizada, características Polaris |
memoria |
16GB GDDR6 con bus de 320mb |
12 GB GDDR5, 326 GB/s |
almacenamiento interno |
1TB PCIe Gen4 NVME SSD |
1TB HDD |
Almacenamiento expandible |
Tarjeta de expansión de 1TB |
Dispositivo externo |
lector de discos |
4K UHD Blu-Ray |
4K UHD Blu-Ray |
objetivo de rendimiento |
4K @ 60 FPS, hasta 120 FPS |
2160p @ 60Hz, AMD FreeSync. Velocidad de actualización HDMI variable (una vez confirmada HDMI 2.1) |
sonido |
Dolby Digital 5.1, DTS 5.1, Dolby TrueHD with Atmos, hasta 7.1 L-PCM |
Dolby Digital 5.1, DTS Digital Surround 5.1, Dolby Atmos for Home Theater (con la descarga de la aplicación), PCM 2.0, 5.1 y 7.1 |
puertos y conectividad |
1 puerto HDMI 2.1, 3 puertos USB 3.1, WiFi 802.11 de doble banda, Ethernet 802.3 10/100/1000 |
Salida HDMI 2.0b, entrada HDMI 1.4b, 3 USB 3.0, Wi-Fi de banda dual IEEE 802.11ac (5 GHz y 2,4 GHz), 2x2 con Wi-Fi Direct para redes domésticas, Ethernet 802.3 10/100/1000 |
medidas |
15,1cm x 15,1cm x 30,1cm |
30 x 24 x 6 cm |
peso |
4,4Kg |
3,8 Kg |
Una reducción en los tiempos de carga, en general, es una mejora en nuestra calidad de vida como jugadores. Durante los días en los que he estado probando la consola para analizarla, lo que más he agradecido es sin duda la comodidad que ofrece Xbox Velocity. Los que estéis acostumbrados a usar un disco de tipo SSD en PC ya sabéis de lo que hablo, y los que vengáis de una Xbox One en cualquiera de sus variantes vais a notar la diferencia desde el primer momento.
Esto es lo que tarda la Xbox Series X en encenderse comparada con la Xbox One X desde el momento en el que pulsamos el botón hasta que entramos al menú de la consola:
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Xbox series x |
xbox one x |
---|---|---|
consola apagada |
20 segundos |
1 minuto 14 segundos |
consola en reposo |
5 segundos |
9 segundos |
La verdad es que en reposo las dos son muy rápidas, pero con la consola apagada hay una diferencia abismal.
Evidentemente la reducción de los tiempos de carga en los juegos dependerá de cada caso, no hay una fórmula mágica ni exacta, pero para que os hagáis una idea y cronómetro en mano, Fortnite ha tardado 44 segundos desde que he lanzado el juego hasta que ya estaba en el lobby para buscar partida en la Xbox Series X. En la Xbox One X, esto mismo le ha llevado a la consola 1 minuto y 36 segundos, algo más del doble que en la Series X.
Si hablamos del tiempo que necesita cada consola para saltar de un juego a otro no hay color. Gracias a la función Quick Resume de la Xbox Series X es posible tener varios juegos en ejecución y pasar de uno a otro en pocos segundos. En las pruebas que he realizado, la Xbox Series X me ha permitido retomar mi partida en Fortnite viniendo de Apex Legends en sólo 9 segundos. En cambio, dado que en la Xbox One no existe esta funcionalidad, al abrir un segundo juego se cierra el anterior y saltar de uno a otro significa cargar siempre desde cero.
Todo esto afecta también a los tiempos de carga dentro de los propios juegos, los cuales se ven reducidos en mayor o menor medida en función de cada caso: viajes rápidos que, ahora sí, son rápidos (instantáneos, incluso), y pantallas de carga inexistentes o de muy pocos segundos cuando las hay.
En cuanto al diseño, esta Xbox Series X rompe con los anteriores por completo. Lejos de tener ese aspecto similar al de un reproductor de DVD/Blu-Ray tan característico de generaciones pasadas, con más o menos estridencias en según qué modelos, Microsoft ha acercado su consola al PC más que nunca.
Tiene pinta de torre. Más pequeña y compacta de lo habitual en el terreno de los PCs, pero torre al fin y al cabo. Además es una consola diseñada para ser colocada en vertical, aunque si os lo estáis preguntando, no importa si la ponéis en vertical o en horizontal. Dependerá de los gustos y las necesidades de cada uno.
Decía que está pensada para ser usada en vertical por dos cosas. La primera está relacionada con la ventilación. Como se puede ver en las fotografías, la parte superior de la consola lleva una serie de agujeros por donde se expulsa el aire caliente. Justo debajo de ellos hay un gran ventilador. Es más probable que con la consola en vertical no haya nada justo encima de ella que pueda bloquear la salida de este aire y acabe derivando en sobrecalentamiento. En todo caso, en el lateral derecho de la consola hay cuatro gomas, una en cada esquina, para que al ponerla en horizontal quede bien apoyada y sujeta.
La otra razón por la que se nota que ha sido diseñada para ser colocada en vertical es puramente estética. La base de la consola no es muy bonita que digamos, con lo cual, al ponerla en horizontal, queda a la vista y da la impresión de que alguien la ha tumbado por error. La solución a esto no es ponerla dentro de algún hueco del mueble porque lo más probable es que de esa forma no pueda ventilar lo suficiente si cerca de la salida del aire hay un obstáculo.
En definitiva: mientras la salida de aire esté despejada no hay ningún problema para usar la Xbox Series X tanto en vertical como en horizontal a nivel técnico. Es una cuestión de gustos y necesidades en función del espacio del que disponga cada uno.
Aprovecho para decir que, durante los días en los que la he estado probando, he notado que es muy silenciosa y no expulsa una gran cantidad de aire caliente. Aaron Greenberg de Microsoft aseguró el mes pasado que la Xbox Series X desprende una cantidad de calor similar a la de Xbox One X y seguramente no vaya mal encaminado.
No he encontrado a mi alcance una forma fiable de medir la temperatura de ambas consolas, pero sí puedo confirmar que no se calienta más que la Xbox One X. De hecho, no he notado que la consola en sí se haya calentado ni siquiera con juegos exigentes, el sistema de refrigeración parece estar haciendo bien su trabajo. Seguramente a la larga esto pueda cambiar, ya que los juegos actuales, por muy potentes que sean, no estarán rascando ni la superficie de lo que ofrece la consola en cuanto a potencia. Dentro de un tiempo habrá que ver cómo se comporta la Series X cuando se le empiece a sacar provecho a su rendimiento real.
Sobre la acumulación de polvo en la parte superior y a través de los agujeros de ventilación, es probable que necesitemos pasar más tiempo con la consola para valorarlo de forma justa. Por ahora, durante la semana y pico que ha pasado desde que me llegó la unidad, no he visto que se haya acumulado polvo. Lo que no tengo claro es cómo habrá que proceder para limpiarla. Las consolas anteriores, por su diseño, sólo tenían pequeñas rejillas de ventilación a los lados o en la parte trasera y la única opción pasaba por abrirlas. Nunca he abierto ninguna y no les ha pasado nada. Veremos qué sucede con la Xbox Series X y sus grandes agujeros.
En cuanto al diseño de la consola, y siempre partiendo de su posición en vertical, lo que tenemos en la parte frontal es la ranura para insertar los discos situada en la esquina inferior izquierda junto a un pequeño botón para expulsar los discos, un botón Xbox de encendido/apagado de la consola en la esquina superior izquierda, otro pequeño botón en la esquina inferior derecha para sincronizar los mandos y, justo debajo de él, un puerto USB 3.1.
En el lateral derecho, como decía, hay una goma en cada esquina para poder poner la consola en horizontal, mientras que el lateral izquierdo es totalmente liso. En la parte trasera encontramos el resto de conectores: 2 puertos USB 3.1, 1 puerto HDMI 2.1, 1 puerto Ethernet, la toma de corriente y la ranura para el almacenamiento ampliado. Por cierto, cada puerto va acompañado de un indicador táctil para personas con dificultades de visión. No es braille, pero es un buen detalle.
Primera instalación y configuración inicial
Microsoft ha simplificado muchísimo todo el proceso de instalación y primera configuración de la consola. De hecho, quien pase de una Xbox One en cualquiera de sus variantes a una Xbox Series X tendrá la opción de copiar la última configuración dándole a un botón. No será necesario usar ningún disco externo ni tener las dos consolas conectadas a la vez para transferir datos de una a otra vía WiFi, solamente elegir la opción “Copiar la configuración” durante la instalación y el sistema transferirá más de 100 ajustes de forma automática.
En mi caso, viniendo de una Xbox One X, escogí esta opción para no tener que empezar de cero y en cuanto finalizó el proceso de instalación, que además es muy rápido, tenía todo configurado en la Series X exactamente igual que en la One X. Es realmente cómodo y se agradece no tener que perder más tiempo del necesario cuando ya se había dedicado ese tiempo en configurar la anterior consola.
Por otro lado, la Xbox Series X también permite su configuración a través de la aplicación móvil Xbox. Es especialmente útil si se va a configurar como consola nueva sin hacer uso de la opción de “Copiar la configuración”, ya que es mucho más cómodo seleccionar opciones y escribir nombres de usuario y contraseñas usando la pantalla del móvil que el mando con el teclado virtual en pantalla. En todo caso es totalmente opcional, el que no quiera o no pueda descargar la aplicación para móviles podrá llevar a cabo la instalación de forma tradicional siguiendo todos los pasos.
La consola detecta el tipo de televisor al que está conectada, por lo que durante la instalación simplemente irá solicitando confirmación de todo lo que vaya ajustando. En este sentido no he encontrado problemas más allá de que mi televisor, aunque es 4K, no incluye 120Hz, con lo cual la consola lo detecta y lo ajusta al máximo que puede ofrecer la TV (60Hz en mi caso).
En general todo el proceso de instalación está muy automatizado y pensado para que nadie tenga que romperse la cabeza con miles de posibles configuraciones. Luego ya habrá tiempo para que cada uno haga los ajustes que crea necesarios, como por ejemplo las preferencias de sonido, el tipo de inicio y más, pero el primer contacto con la consola es intuitivo y sencillo.
Además de la propia configuración de la consola, lo interesante del ecosistema Xbox es que todo está enlazado al perfil de usuario, con lo que si venimos de una consola anterior, todos los juegos que hayamos adquirido estarán disponibles desde la biblioteca de juegos para su descarga.
Eso no impide que si alguien tiene juegos de Xbox One instalados en un disco duro externo pueda conectarlo a la Series X para jugar directamente y sin necesidad de tener que descargarlos de nuevo, e incluso moverlos del HDD externo al SSD de la consola para ganar en velocidad, reducir tiempos de carga y todo lo que hemos visto antes relacionado con la arquitectura Xbox Velocity.
La interfaz de Xbox Series X
A nivel de interfaz, Microsoft ha apostado por no hacer cambios con respecto a la que ya tiene la Xbox One. En ese sentido, la sensación de salto generacional no se produce al pasar de la One a la Series X porque todo es exactamente igual. Donde sí hay mejoría, obviamente, es en la fluidez al navegar por los distintos menús y opciones. No es que con la One hubiera muchos problemas, pero sí es cierto que, en muchas ocasiones, entrar a la tienda o navegar entre pestañas iba un poco a saltos.
Para los que lleguen de nuevas a una Xbox a través de la Series X, la interfaz de la consola es sencilla de usar. Personalmente nunca me ha acabado de gustar su estilo tipo Windows, pero entiendo que el camino tomado por Microsoft de cara a integrar la experiencia que ofrecen sus sistemas tanto en consolas como en PC no tiene marcha atrás. Si a esto le sumamos el diseño de la propia consola, que como hemos visto recuerda mucho a una torre de PC muy minimalista y compacta, queda claro el rumbo que tomó la compañía hace ya tiempo.
Las distintas pestañas de la interfaz están en vertical desde hace al menos un par de versiones, si no me falla la memoria. Antes había que navegar de izquierda a derecha para entrar en la sección de Mixer, que ya no existe por razones obvias, el Game Pass o la propia tienda. Ahora partimos de una zona que da acceso a nuestros juegos y a la tienda y a partir de ahí, si queremos movernos por las distintas secciones, hay que ir hacia abajo o arriba.
Al final es una cuestión de gustos, porque una vez habituados al funcionamiento de la interfaz y sabiendo dónde está cada opción, lo cierto es que es sencillo navegar por todas ellas. La última versión de la interfaz sí que ha hecho mucho más cómodo todo lo que tiene que ver con la tienda, la búsqueda de juegos y la descarga de los mismos. El aspecto de los menús ha sufrido un cambio agradable que, además, ya en la One viene acompañado de una mayor velocidad.
El mando
El mando que incluye la Xbox Series X es muy similar al de la Xbox One, ya se ve a primera vista. Las medidas pueden haber cambiado ligeramente, pero una vez en mano es inapreciable. El que estuviera acostumbrado a usar un mando de la One puede estar tranquilo. De hecho, los accesorios de la Xbox One son compatibles con la Series X, así que podéis seguir usando el otro mando sin problemas.
Teniendo eso en cuenta, lo cierto es que sí incluye una serie de cambios, algunos más evidentes e importantes que otros, que merece la pena comentar. Quizás lo primero que cabe destacar es el nuevo botón Compartir que permite realizar capturas de imagen y de vídeo de forma más rápida y sencilla. En Xbox One el proceso implicaba abrir el menú de Xbox, con lo cual el juego quedaba parado en segundo plano, y pulsar alguno de los botones en función de si se quería capturar una imagen o un vídeo. Ahora, gracias a este nuevo botón, basta con pulsarlo para que la consola capture la imagen y la suba a Xbox Live. Y si necesitamos vídeo se puede dejar pulsado.
Esa es la configuración que viene por defecto en el sistema, pero hay una opción con la que se puede configurar el botón Compartir para modificar su comportamiento. En todo caso este botón, por ahora, lo único que hace es permitir la captura sin tener que acceder a ningún menú y sin interrupciones, pero lo que sucede después sigue siendo igual que en la Xbox One. Es decir, para recuperar las capturas hay que ir al menú Xbox, ir a Capturas recientes, seleccionar la imagen, ver qué opciones ofrece el sistema… O bien, una vez hecha la captura, acceder a través de la aplicación Xbox para móviles si queremos compartirla en redes, por ejemplo. Pero eso ya implica tener que usar otro dispositivo distinto a la consola para llevar a cabo la acción.
Lo ideal sería que, en próximas actualizaciones del sistema, se pudiera no sólo capturar, sino compartir sin tener que ir a menús o hacer uso del móvil. Y si se añadieran carpetas para cada uno de los juegos y tipos de capturas por juego también se agradecería mucho. Ahora mismo el proceso de capturar en sí es sencillo, pero todo lo que queramos hacer después con esas capturas es lento e incómodo.
Otra de las novedades que incluye este nuevo mando es una superficie rugosa. El de la Xbox One es un mando tirando a liso y, si bien nunca he tenido problemas de agarre por esa razón, lo cierto es que el nuevo resulta agradable al tacto y sí da la sensación de mejor agarre. Quizás en un primer momento resulta algo áspero, pero es fácil acostumbrarse y no da problemas en sesiones largas de juego.
Lo que no me ha gustado tanto es la nueva cruceta. No porque responda mal, al contrario, sino porque al tacto da la sensación de ser un poco como de juguete. El material usado, sumado a cada clic que suena al usarla, transmite la sensación de producto de plástico de menor calidad que la que seguramente tiene. La cruceta del mando de Xbox One es muy silenciosa y tiene buen tacto. La del mando de Series X es demasiado ruidosa y, para mí, algo más incómoda al ser pulsada. Nada grave, pero en cuestión de sensaciones me quedo con la del mando anterior.
Las últimas dos novedades en el mando de Series X las encontramos en el propio botón Xbox y en el tipo de conector para cargarlo si usamos una batería (en la caja vienen incluidas dos pilas), ya que en este caso es un USB-C. El botón Xbox ofrece un tacto y una resistencia al ser pulsado mucho más agradables que el de la anterior. Es un pequeño cambio, pero la sensación que ofrece al encender y apagar la consola es distinta.
Los juegos: Game Pass, retrocompatibilidad y juego en remoto
El catálogo de lanzamiento de una consola, a estas alturas, no tiene nada que ver con el de anteriores generaciones. En el caso particular de Microsoft menos todavía, puesto que la Series X llegará al mercado sin ningún título first party a estrenar.
En este sentido la compañía lo tiene claro desde hace tiempo: la Xbox Series X es una consola potente pensada para el que quiera sacarle el mayor provecho a sus juegos, una opción más junto al restos de dispositivos y opciones, pero su producto principal es el Xbox Game Pass, el servicio por suscripción que da acceso a más de 100 juegos y que no deja de crecer.
Es interesantísimo porque Game Pass da la tranquilidad de que los juegos de Xbox Game Studios están disponibles el día de lanzamiento sin coste adicional, pero además de eso cada mes entran un buen puñado de juegos, tanto grandes como indies, que conforman un catálogo verdaderamente espectacular. Y tras la compra de ZeniMax, que incluye estudios como Bethesda, id Software o Arkane, todavía más. Teniendo en cuenta que Xbox Game Pass tiene un precio de 9,99 euros al mes, estaríamos hablando de 120 euros al año, que es algo menos de lo que cuestan dos juegos a precio normal. No vamos a descubrir ahora las bondades del servicio, vaya.
Volviendo al catálogo de lanzamiento, y sabiendo que Microsoft apuesta totalmente por su Xbox Game Pass más que por la propia consola en sí, no es de extrañar que le dé un poco igual arrancar la nueva generación sin un exclusivo nuevo. Desde el primer día, cualquier usuario de Xbox Series X suscrito a Xbox Game Pass tiene acceso a juegos como DOOM Eternal, Fallout 4, toda la saga Gears of War, los Forza y muchos más.
Por otro lado, la retrocompatibilidad está asegurada: todos los juegos de Xbox One son compatibles con Xbox Series X, y además todos los juegos de anteriores generaciones que ya se pueden jugar en una Xbox One se podrán jugar también en Series X desde el primer día. No sólo eso, sino que la potencia de la nueva consola le permite a todos los juegos, hayan sido optimizados o no, ejecutarse con mayor soltura.
Y ya que hablamos de juegos optimizados, cabe decir que son aquellos que han recibido o van a recibir actualizaciones para lucir mejor en Series X. Esto puede significar mejoras en resolución, en tasa de frames o en ambas, como por ejemplo en Gears 5, que sube a 4K dinámicos y 60fps, mientras que en el multijugador se podrán alcanzar los 120fps. Los tiempos de carga son más cortos en todo caso porque, independientemente de que se haya hecho algo o no para mejorarlos de forma particular, la arquitectura Xbox Velocity hace su trabajo.
Los juegos, además, se pueden jugar en remoto a través de la aplicación Xbox tanto en iOS como en Android. Es tan sencillo como enlazar la aplicación a la consola y seleccionar la opción de juego en remoto para que el menú de la consola se muestre en el dispositivo móvil o la tablet como lo haría en el televisor. A partir de ahí se puede lanzar cualquier juego y echar unas partidas.
Eso sí, para el juego remoto el dispositivo móvil debe estar conectado a la misma red local que la consola, ya que esto no pasa por la nube. Por ahora xCloud sólo está disponible en Android, donde sí es posible jugar en streaming al catálogo de Game Pass desde cualquier sitio usando la conexión de datos.
La opinión de VidaExtra
Seguramente muchos os estaréis preguntando si merece la pena dar el salto a la Xbox Series X ahora o no. No creo que haya una única respuesta y que dependerá de las necesidades de cada uno, pero lo que sí puedo decir es que, teniendo en mi poder una Xbox One X, no he notado el cambio de forma muy clara y evidente.
Es cierto que con el SSD y la arquitectura Xbox Velocity se gana mucha calidad de vida gracias a la reducción de los tiempos de carga, pero dado que la interfaz no incluye novedades y que el mando es prácticamente igual al anterior salvo por el botón Compartir y cuatro detalles (no añade nuevas tecnologías), pasar de una Xbox One X a una Xbox Series X ahora mismo no acaba de dar la sensación de verdadero cambio de generación. Aunque lo sea.
En todo caso, como decía, la decisión queda en manos de cada uno. La Xbox Series X es muy silenciosa (prácticamente ni se nota que está ahí) y rápida, dos cosas que aportan una mayor comodidad con respecto a los modelos de generaciones anteriores, y está claro que si alguien busca una consola potente es una muy buena opción.
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