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Análisis de WWE 2K Battlegrounds: la brutalidad del Pressing Catch con todo lo malo de ser una entrega menor

Da igual que los luchadores en pantalla parezcan muñecos de goma: en WWE 2K Battlegrounds, enfrentarse a un tipo de más de dos metros como Big Show intimida a cualquiera. Sobre todo, cuando los puños de esa montaña humana están envueltos en fuego. Con un par de tortazos o un lanzamiento certero acabaré tumbado en la lona un buen rato y, tras ver mi barra de salud, no tengo claro que me pueda incorporar otra vez. Pero no todo está perdido.

Por suerte, todavía me queda un as en la manga. O, más bien, en el escenario. Lo bueno de luchar en el Battleground de México es que siempre puedo salir del ring, ir a la mesita que hay en la zona del público y, desde ahí, controlar remotamente a una enorme cabra que, a base de cornadas, equilibrará las cosas entre el gigante de las quinientas libras y mi luchador. O por lo menos lo dejará atontado durante un tiempo valiosísimo.

Por cierto, ¿te he contado que el luchador que controlo soy yo? Bueno, más o menos. Tiene mi barba y mis ojos. Incluso somos igual de blancos. Yo lo cree así y, pese a que  cada vez que entra al ring lo apodan el Destructor (como a Conan), le puse de nombre Frankie. Ahora bien, te admito que no estamos igual de cachas. Me he concedido esa pequeñita licencia.

Tres cornadas después, Big Show está noqueado en mitad del cuadrilátero. Es mi oportunidad. En lugar de entrar rápido, saco una motocicleta de debajo del escenario y la meto en el ring por debajo de las cuerdas. Podía haber salido un martillo de juguete, esas cosas son aleatorias, pero he tenido suerte. A continuación, me subo al poste y, tras una pirueta digna de un ninja, dejo caer todo mi peso sobre su espalda. Tras incorporarme, empiezo a arrear con la moto a lo que queda de Big Show. Literalmente.

Una de las cosas más interesantes del juego es la barra de potenciadores. Mientras más te luces ante el público más se llena, con lo que puedes acceder a ciertas ventajas. Y la masacre que acababa de hacer también es un espectáculo. Así que antes de que Big Show plantee levantarse activo un potenciador para que tarde un poco más en zafarse de mis presas, le agarro bien del cuello y las extremidades y comienzo a rezar para que el árbitro cuente más o menos rápido hasta tres.

Tras una interminable cuenta atrás, el resultado está claro. Esta vez he ganado yo. Mi personaje y mi partida suben de nivel. Y lo que es mejor, con los Battle Bucks que me dan con la subida ya puedo irme a la tienda a comprar a Hulk Hogan.

Ya iba siendo hora de sacar a Hulk Machine de su caja. Porque, en el fondo, jugar a  WWE 2K Battlegrounds es retomar esa sensación de jugar con los muñecos de la WWE. Y Saber Interactive, quien firma la edición de este año, se lo deja muy claro desde el minuto uno.

Una entrega muy diferente para una saga anual que realmente necesitaba cambios

En un año muy particular, 2K games retoma su cita anual con la lucha libre profesional siendo totalmente consciente de tres problemas muy serios: el riesgo de lanzar un spin-off en vísperas de un cambio generacional, los problemas para ensamblar un nuevo juego basado en el espectáculo de la WWE en tiempos de coronavirus y, por encima de todo, una desafortunada trayectoria a la baja de la propia saga.

Porque ni los máximos apasionados por el pressing-catch pueden negar que WWE 2K 20 llegó en muy malas condiciones y fue decepcionante a muchos niveles. Todavía más que el del año anterior,

Demasiados frentes abiertos y una solución única: Saber Interactive firma una salida total por la tangente en la que la emoción y el ritmo de los combates de lucha libre y sus superestrellas pasan a estar caricaturizados, de modo que veremos golpes y técnicas con mucho brilli-brilli y docenas de luchadores que lucen como muñecos de plástico o goma.

Una estética que, por cierto, es muy intencionada: cuando te dispones a desbloquear uno, con moneda de juego o de pago, estos se nos muestran en la tienda dentro de los típicos blisters de las figuras de acción.

Por supuesto, la otra gran adición se nos presenta desde el propio nombre: aprovechado este tono caricaturesco, los escenarios (Battlegrounds) han ganado presencia y elementos interactivos, de modo en pleno combate podremos alimentar a cocodrilos de la América profunda con nuestros rivales, lanzar bidones explosivos al cuadrilátero o agarrarnos a un helicóptero que vuela bajo para, acto seguido, caer en picado sobre cualquier insensato que no se aparte lo suficiente.

Llegado cierto punto incluso el ring acaba desmoronándose con todos los que hay sobre él.

Sobre el papel podría parecer que la fórmula de NBA Jam se ha aplicado al wrestling, pero en la práctica las sensaciones son diferentes: WWE 2K Battlegrounds es emocionante, pero muy simplón. De esos que disfrutas machacando todos los botones, pero que te exige entender qué estás haciendo si aspiras a ganar el combate.

O, al menos, si no quieres pasar cinco minutos más mareando la perdiz a base de recuperaciones milagrosas, contraataques e interminables procesos de cuentas hasta tres.

Un botón de puñetazo, uno de patada, uno de agarres, uno de lanzamientos y uno multiusos. También puedes correr y hasta hay ataques especiales, desde luego. Pero ese es otro problema: más allá de la rareza y valoración de cada luchador, nos encontramos con que los 77 luchadores del juego base reducen su repertorio de ataques, técnicas y movimientos a cinco categorías (Poderoso, Camorrista, Especialista, Técnico y Altos Vuelos) salvo alguna que otra excepción.

Ahora bien, el equilibrio de categorías queda roto (por suerte para todos) a través del sistema de potenciadores:

  • Por un lado, asombrando al público y ofreciendo un buen espectáculo veremos cómo se manifiestan ciertas mejoras adicionales, incluyendo ventajas en los duelos de quick time events o un extra de tiempo en las eliminaciones.
  • Por otro, están los potenciadores, atributos específicos que deberemos desbloquear en el modo campaña y mejorar desde el editor de personajes. Algunos mejorarán nuestros golpes y resistencia, otros serán poderosos ataques, también podremos reponer salud... ¡y hasta podremos lanzar rayos!

En conjunto, un spin-off con que se distancia de la saga anual a golpe de vista con cambios estéticos y jugables que, alineados, intentan convertir la nueva entrega de WWE 2K en una experiencia mucho más arcade. La mala noticia es que la respuesta de los luchadores, la  jugabilidad y el rendimiento no acompañan esas intenciones.

De entrada, y pese a que no se necesita una enorme precisión a la hora de jugar a WWE 2K Battlegrounds, la respuesta de nuestro luchador no termina de ser realmente fiable. Y lo que es peor, los fallos posiblemente, nos salgan muy caros.

Algo que se acentúa cuando hay más de dos en el cuadrilátero: la manera de centrarnos en uno de los rivales es bastante desacertada, y cuando comienzan a aparecer los movimientos cinemáticos o aparecen muchos  efectos el rendimiento se desploma. Incluso se llega a congelar la partida unos segundos. Y no es cuestión de la optimización de PC, eso ocurre en la versión de PS4.

Si bien Saber ha incluido una interesante variedad de modos offline y online, con varias versiones de todos contra todos, por parejas, la caja e incluso el mítico Royal Rumble, no se puede entender cómo esas pruebas que exigen fuerza, resistencia y determinación acaban siendo lastradas cuando se genera demasiado caos en pantalla. Cuando el jugador pierde la noción de lo que está pasando cuando, precisamente, es el propio caos el que sirve como máximo reclamo de la edición de este año.

Esto no ocurre en todas las partidas, claro, pero tampoco debería ocurrir en ninguna.

No es que WWE 2K Battlegrounds no sea entretenido. Ni mucho menos. Es loco y es lo suficientemente sencillo para que todo el mundo, incluso los más pequeños, puedan echar unas risas. De hecho, tiene montones de excusas para subir al ring, y sus movimientos y ataques especiales, pese a estar ejecutados por caricaturas de los luchadores reales, son impresionantes.

No obstante, el mayor de los contras no es el sistema de control, sino cómo se nos propone que exprimamos el juego más allá del multijugador.

Un sistema de progresos propio de los juegos para móviles

Podemos discutir en mayor o menor medida sobre el giro artístico y visual del juego, pero la realidad es que ese estilo caricaturizado no le queda mal ni al conjunto ni a las novedades. Sin embargo, en WWE 2K Battlegrounds hay un aspecto que cuesta más justificar: en este espectáculo prácticamente todo tiene un precio. Y pese a que todo se paga con Battle Bucks, la moneda de juego, tendrás que sudar tinta china para desbloquear, mejorar y acceder a todo el contenido.

De un modo u otro, la experiencia de WWE 2K Battlegrounds acaba derivando en su Campaña. Un modo historia a través del cual no solo veremos cómo toma forma la más reciente iniciativa en el mundo de la WWE, sino que nos permitirá desbloquear buena parte del contenido, incluyendo los potenciadores que asignaremos a nuestro luchador o superestrellas como Alexa Bliss y John Cena.

La trama de la campaña, narrada a modo de cómic, gira en torno a una nueva generación de luchadores reclutada por Steve Austin. Seis historias sobre siete nuevas promesas que convergen en Wrestlemania. Con excusas tontísimas para iniciar los combates que dan contexto, claro.

Pero también colmadas de fanservice para los apasionados por la WWE. Y, de paso, la excusa para añadir nuevas superestrellas y los siete aspirantes a nuestra colección de muñecos.

Pese a sus defectos, los 118 puntos que componen la campaña hacen que el modo sea un punto a favor. Pero, ¿y después qué? Bueno, ahí es cuando WWE 2K Battlegrounds se comienza a desinflar.

Si bien la experiencia multijugador es muy entretenida a pantalla partida, en el online los mismos fallos de la jugabilidad se ven bajo otro prisma. Cuando todo va como la seda al final tanto los potenciadores como la rareza y valoración del luchador son los que llevan el ritmo del encuentro.

Y cuando  todo no va bien acaba siendo frustrante: un lío de cámaras, perspectivas y explosiones. Y eso, teniendo en cuenta que su apartado visual es relativamente modesto, es complicado de defender.

Siempre podemos hacernos un personaje propio, un Battleground al gusto y medirnos contra los titanes de la WWE. Y el editor es sencillísimo y muy visual. Siendo conscientes o no, en WWE 2K Battlegrounds apuestan por el single player con desafíos diarios que podemos realizar en cualquier modo y una barbaridad de pruebas para los personajes personalizados. El problema es que es en ese punto cuando uno se da cuenta que el juego te cobra por todo.

Por comprar nuevas superestrellas

Por atuendos específicos para las superestrellas, incluyendo las que ya tenemos

Por mejorar potenciadores

Por jugar a torneos online

Por complementos, trajes y aspectos para nuestro personaje propio

Por elementos para crear nuestro propio Battleground

Incluso por añadir nuevas ranuras para crear más personajes propios, pese a que partiremos con varias.

Y ahora es cuando la pregunta se hace sola: ¿cómo conseguimos Battle Bucks, la moneda de juego? En esencia, subiendo niveles. Hasta el nivel siete la cosa va rápida y las recompensas son austeras. A partir del nivel 25 se tarda bastante más en avanzar, aunque son más generosas. Pero, llegado cierto punto, uno ya empieza a ver que no se progresa lo suficiente como para cubrir los contenidos ofrecidos. Aunque, claro, siempre está la opción de usar dinero real.

Si bien WWE 2K Battlegrounds llega a precio reducido (lo puedes comprar por unos 35 euros) lo cierto es que desbloquear los 57 luchadores no iniciales y sus trajes es una odisea. Con todo, en la tienda del juego es posible hacerse con promociones especiales. Y eso hace el conjunto todavía más parecido a las fórmulas de monetización de los juegos de móvil.

Como Party Game, WWE 2K Battlegrounds es terriblemente entretenido. Incluso con sus defectos jugables. Pelearse en la caja por sacos de billetes es garantía de risa a dos mandos. El online quizás se pueda disfrutar mejor con alguna futura actualización.

Sin embargo, este regreso de las super estrellas del pressing catch no es un NBA Jam de los juegos de wrestling, sino un una experiencia más arcade y ligera, que necesita mejoras en lo jugable y mejores excusas para tenernos jugando por nuestra cuenta una vez concluida la campaña.

La opinión de VidaExtra

Hace unas tres décadas estaban los juguetes de la WWE. No eran realistas, ni mucho menos, y por lo general cada uno tenía su propia pirueta o golpe. En esos tiempos uno alucinaba haciéndolos colisionar en el suelo, en la mesa, en el sofá y en cualquier superficie. Reviviendo esos combates tan icónicos haciendo ruidos de golpes, a veces en voz alta. Esa es la sensación, o más bien, la fantasía, que transmite WWE 2K Battlegrounds en consolas y PCs.

Darle un nuevo giro a la entrega anual de la serie WWE 2K no solo es un acierto, era una necesidad. Sobre todo, partiendo de las circunstancias y las ediciones anteriores. Sin embargo, hay aspectos que merecían haberse pulido mucho mejor. Entre ellos la jugabilidad.

Lo cual no quita que se note la experiencia de 2K Games a la hora de saber lo que quieren ver los fans de la WWE y cómo quieren abordar la experiencia. Las estrellas, los movimientos especiales, la emoción de cada combate e incluso el factor sorpresa que se manufiesta en los nuevos elementos interactivos. Todo aderezado con una amplia variedad de modos que podremos configurar al gusto.

Por delante, un brawler con un estilo visual que a veces recuerda al WWE All-Stars de 2011, pero que, a efectos prácticos, acaba funcionando. Sin embargo, y pese a que es muy sencillo abordar los combates de WWE 2K Battlegrounds, la realidad es que se trata de una experiencia divertida y entretenida pero no demasiado bien ejecutada. ¿Una salida al paso? No es descartable.

WWE 2K Battlegrounds es ese juego perfecto para disfrutar de la emoción del pressing catch en casa con un toque muy, muy desenfadado. Una manera de extender nuestra pasión y coleccionismo por la WWE a un nuevo medio. Un espectáculo caótico y alucinante que reúne a Hulk Hogan, Andre el Gigante, el Enterrador, el Rey Misterio, Becky Lynch o Sasha Banks y los envuelve en llamas de cara a elevar un poco más la emoción y la intensidad de su arte de la destrucción. Y eso es bueno.

Sin embargo, sus fallos tan palpables hacen que la conclusión sea sutilmente diferente: no solo podía haber sido mejor, debería ser mejor.

Lo mejor: Un espectáculo de lucha con una jugabilidad muy sencilla de abordar / Lo peor: Puede que haya montones de personajes y trajes, pero solo hay cinco tipos de luchador

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